BIENVENID@

"Que los caminos se abran siempre a tu encuentro, que el viento sople siempre a tu espalda, que el sol brille templado sobre tu rostro, que la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y que, hasta que volvamos a encontrarnos...Dios te guarde en la palma de su mano". (Bendición Celta)

20 diciembre 2010

FELIZ NAVIDAD

Me comentaba mi buena amiga Viviana que en Navidad cada vez hay menos simbología navideña decorando las calles. Tiene razón.
Me comentaba mi amigo Gerard que los puestos de pesebres que más éxito tienen son los de “caganers” de personajes famosos cuando cada vez más gente no conoce el sentido del Belén.
Ni de la Navidad.
A mi me gusta la Navidad.
Tal vez he tenido mucha suerte y desde niño me enseñaron el sentido de estos días.
Tal vez he tenido mucha suerte y desde joven me entretuve en profundizar en el sentido de estos días.
Me gusta buscar un detalle, a menudo más simbólico que otra cosa, para decirle a la gente que quiero: “Te quiero”.
Me gusta enviar mensajes de teléfono o correos de Internet a la gente que quiero para decirles: “Me acuerdo de ti, te deseo lo mejor y te quiero”.
Me gusta dedicarle una sonrisa a la panadera o al vecino desconocido y decirles: “Feliz Navidad”.

En su momento opté por seguir creyendo en lo que me habían enseñado.
Y me gustó.
Me gustó descubrir que es bonito pensar que tal vez exista un silencioso Dios que decide compartir la suerte de los hombres berreando al nacer para amar, llorar, reír, sentir el viento en la cara y una hormiga paseando por la barba...
¿He dicho amar?
Me gusta descubrir cada día que es bonito pensar que tal vez existe un Dios, a menudo del silencio, que me invita a tener esperanza en que al final lo que va a prevalecer es el amor, la alegría, la felicidad y todo esto va a tener sentido.
¿He dicho el amor?
Me gusta la canción del turrón. Aquella que dice: “Vueeeelveeee a casa vueeeelveeee por Navidad”. Porque, aunque regreso con los míos de vez en cuando, hacerlo por Navidad es especial.
Los desayunos con leche migada junto a la lumbre saben diferente.
Las miradas tienen otro brillo distinto.
Las conversaciones se vuelven especiales.
Los paseos por el frío regalan vida.
Hasta los abrazos, mil veces compartidos, poseen otra calidez.

¿Cuál es la diferencia entre la visión de Navidad: “Esos días coñazo en los que nos cebamos como cerdos, recibimos regalos inútiles, nos gastamos una pasta y tenemos que poner buena cara a gente que nos cae como el culo” y: “Esos días especiales en los que comparto lo que tengo y celebro con los míos, me acuerdo de la gente a la que quiero y siento la ingenuidad de la infancia durante un momento”?
Supongo que la misma diferencia entre buscar una belénestéban cagando y encender una vela junto a un viejo Belén para recordarte de aquella persona que amas y no está a tu lado; o para dar gracias por los que sí lo están.
Supongo que la misma diferencia entre comprar compulsivamente y soñar esperanzadamente que vale la pena VIVIR, AMAR y se puede SER FELIZ así, con mayúsculas.
Debo ser muy iluso porque me gusta esa Navidad.
Me sigue gustando el cuento que escribí hace un tiempo y que está por este blog: “Ten fe, José”.
¡¡¡*FELIZ NAVIDAD A TODOS!!!
*- Nótese que cuando se dice “Feliz Navidad” con convicción, lo que realmente se está diciendo es: “Desde lo más profundo de mis tripas deseo que tu vida sea absolutamente feliz y plena amando y sintiendo”.
¡FELIZ NAVIDAD!- Lobogrino.

11 diciembre 2010

LECTORES DE METRO

Ser usuario del metro en una ciudad es un hecho tan habitual que generalmente carece de importancia.
El antropólogo francés Marc Augé (Poitiers 1935) define estos espacios como “No lugares”:
“Los no lugares no existían en el pasado. Son espacios propiamente contemporáneos de confluencia de anónimos, donde personas en tránsito deben instalarse durante algún tiempo de espera[...] Apenas permiten un furtivo cruce de miradas entre personas que nunca más se encontrarán.
Los no lugares convierten a los ciudadanos en meros elementos de conjuntos que se forman y deshacen al azar y son simbólicos de la condición humana actual y más aún del futuro. El usuario mantiene con estos no lugares una relación contractual establecida por el billete de tren y no tiene en ellos más personalidad que la documentada en su tarjeta de identidad
”.
Marc Augé, Non-Lieux, introduction à une anthropologie de la surmodernité, Le Seuil, 1992.

El filósofo acierta de lleno a la vez que se queda corto. Imagino que el motivo es que esos “no lugares” han ido cambiando desde la publicación del ensayo hace 18 años.
El metro, ese pequeño microcosmos de “confluencia de anónimos”, es un reflejo bastante fidedigno de la sociedad...Además del mejor lugar del mundo para quedarte sin la cartera...
Sin entrar en análisis profundos lo primero que te llama la atención cuando accedes al metro es la cantidad de gente que pasa sin pagar billete.
Saltan, se arrastran o se pegan a la espalda del honrado ciudadano que acuquina con el elevado estipendio. Muchos van en manada y a veces (que yo les he visto) hasta se cuelan con el carrito del bebé o en silla de ruedas.
Personalmente, dado que no sirvo para delincuente, siempre cumplo con mi obligación cívica. Por eso me molesta bastante que se cuelen o lo que es peor: que se cuelen a mi costa. En casos así lo que suelo hacer es pararme en seco cuando les noto a la espalda, con lo cual la puerta al cerrarse les da de lleno en la jeta. No duele. Sólo debe “picar” un poco. Si no funciona y el individu@ ha pasado, lo siguiente que hago es buscar a un revisor o un segurata y señalarles que tal persona se ha colado. Ni que decir tiene que eso no sirve para nada, pero a mi me relaja.
Porque en el metro por algún incomprensible motivo no hay más que seguridad privada carente de todo poder de maniobra. Nadie con medio dedo de frente puede entender porqué no hay policía en el microcosmos donde se perpetran tantos robos. Este absurdo llega a tal punto de haber vivido en varias ocasiones situaciones surrealistas:
1- Metro lleno de gente. Guardia de Seguridad que entra y grita: “Señores viajeros. Esta y aquella señora (señala, como no, a dos gitanas rumanas) son carteristas. Tengan cuidado con sus bolsos”.
2- Metro parado en una estación del centro de la ciudad. Voz por megafonía: “Señores viajeros, les comunicamos que en estos momentos hay tres carteristas habituales en este tren. Por favor, vigilen sus pertenencias”. La concurrencia mirándose recelosa: “¿serás tú?”.
Dejando a un lado que viajar tarde un fin de semana en este medio de transporte puede considerarse una heroicidad: perroflautas de pijorastas haciendo el botellón y pasándose el canuto sentados en medio del vagón; niñatos con el botellón en el andén; panchitos borrachos que, como tampoco saben beber, se ponen faltones; críos metiéndose cualquier mierda sin más soporte que el dorso de la mano y un billete; carteristas en plena efervescencia porque el que no está colocado está borracho y es fácil...
Dejando a un lado eso, y teniendo en cuenta que “siempre nos quedará el bicing”, voy a hablar de lo interesante del transporte suburbano: La lectura.
Aunque suene raro: hay gente que lee y hay gente que aprovecha ese “no lugar” del que habla Augé para hacerlo. El propio antropólogo hace referencia a ello. Es una manera de aprovecharlo así como de “humanizarlo”.
Generalmente la gente que viaja en metro escucha música, juega con el teléfono o simplemente “está”. Pero algunos leen. Leemos. Por su puesto.
Claro que algunos leemos todo y constantemente. Cuando no llevamos libros encima (un sábado por la noche, tal vez) leemos las normas de apertura de las puertas o la entelequia incierta de lo que te puede pasar si viajas sin billete. Lo sabemos más que de sobras, pero...Por leer algo.
Algunos trenes llevan a temporadas trozos de obras literarias que devoramos con avidez.
Regresando anoche pensaba "¿cómo debe ser vivir sin leer?, ¿cómo se puede comprender el mundo sin ver más que “manchas” en los nombres de las calles, en los carteles, o en las advertencias del metro?, ¿cómo ve alguien que no sabe interpretar una palabra?"
Hace un tiempo conocí un “antropoide", peruano creo, que con 15 años y después de haber asistido la escuela aquí toda su vida no sabe leer. ¿Cómo puede...vivir?
Supongo que es como cuando viajas a un país árabe desconociendo el idioma y sus palabras te parecen sólo manchas. Pero incluso así, en medio de la impotencia, alguien que lee como respira hace un esfuerzo de intentar interpretar lo que desconoce.
Lo grave es que para el “antropoide” que conocí y para el “belenestivismo” reinante no existen impotencia ni rabia algunas.
Pero pese al caos hay un porcentaje de gente que lee. Y lee en el metro.
En más de una ocasión me he percatado, es que debido a mi “gen femenino” puedo hacer dos cosas a la vez y siempre voy pendiente del entorno, que esos “conjuntos que se forman y deshacen al azar” de los que habla el antropólogo, son conjuntos de lectores. De repente te das cuenta que en un vagón hay media docena de desconocidos sentados o agrupados juntos que van leyendo. Hasta 17 conté una vez. Casi todo un vagón de lectores. En ese momento ese rincón del tren se vuelve mágico, como una pequeña biblioteca en movimiento. Nadie se mira; hay silencio. Incluso callan los no-lectores. Incluso desaparecen los carteristas. Aquel es el instante sagrado de la sagrada lectura. Nadie parece estar pendiente de nadie pero velados rictus de aprobación hablan de esa magia. Y no es que te plantees: “Un montón de gente leyendo voy yo también”. No. Simplemente te sitúas entre “los que son como tú”. Es como una especie de instinto natural. Como un imán instintivo.
Analizando, que esto le gusta al maestro Augé, también puede extrapolarse una “cierta antropología de los lectores de los no lugares”.
Así el lector medio de metro es mujer, de entre 30 y 60 años y europea o argentina (que los argentinos son tan europeos o más que los descendientes de Don Pelayo). También, pero en menor porcentaje, hay lectores hombres de entre 30 y 70 años europeos o argentinos.
Es un dato curioso pero significativo y que da que pensar.
Los carteristas es evidente que no van al metro a leer...aunque conocen que si roban por menos de 400 euros no les va a pasar nada; los orientales del lejano Oriente bastante tienen con pensar “con qué tipo de salsa condimento al abuelo”; los orientales del próximo Oriente ir mirando en qué parada se baja más gente para montar un “badulaque”; los más jóvenes “¿leer?, ¡vaya chorrada!”; a los rapados con más pelo que cerebro no les llega la raíz de capilar para comprender las letras; los "perroflautas-pijorastas" con controlar las dosis de maría tienen suficiente esfuerzo; los “panchitos” si no se lo regalan “por favorcito” o pueden manipularle de algún modo ¿para qué lo van a hacer?...
Sin duda este “no lugar” efímero es una muestra bastante certera de la realidad social en la que vivimos.

En cualquier caso siempre que me veo inmerso en uno de estos grupos accidentales de lectores me siento bien y pienso que el mundo tiene solución.
En esos momentos me gusta extrapolar aquellas certeras palabras del Maestro de Nazaret y darles un toque propio:
- “Siempre que haya dos o más leyendo juntos allí estaré Yo”. La Cultura.

30 noviembre 2010

¡VAYA MALA PATA!

Sábado 28. Excursión mensual con mi grupo de senderismo. Cuarenta y tantos individuos sueltos por los hayedos de Santa Pau, cerca de Olot, en Gerona.
Sitio precioso, bosques de hayas magníficos, vistas espectaculares.
Bajada de unos 800 metros de desnivel por un sendero de piedras cubiertas por la hojarasca de las hayas, una piedra pisada que se mueve, una pierna que sale haciendo un ángulo imposible y un pie que mira para el lado opuesto de donde debería. Punzada de dolor intensísimo. Mi amigo Miguel diciendo que se me ha salido la rótula de su sitio. Yo cogiéndome el pie. Ehhh, pero sólo grité y lloré un poco. Hasta que me lo movieron y comprobé que se podía mover...Conclusión: no vuelvo a subir al monte con tacones pq luego no encuentro en pelucón entre el follaje...Es curioso la de cosas que se te pasan por la mente en una fracción de segundo: “Si esto está muy roto y no puedo andar aquí no puede aterrizar un helicóptero”. “Vaya mierda hacerme esto justo encima de la Navidad”. “Esta noche había quedado con mis amigos”. “Les arruinaré el final de la excursión a estos y llegarán a casa a las mil por mi culpa”...
Afortunadamente pude recolocar el pie en una posición similar a la que suele tener y caminé renqueante como dos horas hasta salir de aquella impenetrable selva de hayas doradas.
Uno de mis amigos me puso una venda y una pomada, otro me dio un ibuprofeno...Para que un experimentado senderista (que no suele llevar botiquín encasadelherrero) salga del apuro.
Hasta ahí todo dentro de la normalidad...El viacrucis llegó luego.
- 19,30: me arrastro por mi calle hasta que encuentro un taxi que me deja en mi centro médico. Cerrado.
- 19,45: llego al Hospital Sant Pau. Me dicen que como hay mucha gente me atenderán como mínimo de madrugada o hacia el mediodía del día siguiente. Me derivan a un ambulatorio cercano. La doctora que me atiende me dice que no tengo nada roto. “En la cara, que es lo único que me has mirado no, claro”. Sobre el ambulatorio afirma: "No te preocupes está sólo a 5 minutos caminando". Rictus de mosqueo. “O dos horas para mi...”. “Sí, claro. Bueno, mejor que vayas a la calle de al lado y cojas un taxi, que por aquí no pasan”. Resignado me vuelvo a arrastrar acera abajo.
- 20,30: llego a la entrada de urgencias del ambulatorio. Cerrada. Me arrastro (he empezado a metamorfosearme en una serpiente con chirucas y bastón) hasta una puerta cercana a unos 30 lejanos metros. Llamo y ni caso. Desde la parada del autobús una señora me advierte que la entrada es por la calle del otro lado de la manzana. Me cago en todo y me arrastro hasta allí. Me empieza a gustar la sensación; a partir de ahora me desplazaré siempre de ese modo.
- 20,50: llego al ambulatorio por fin. Me encuentro a la gente del otro hospital que me habían adelantado. ´"Jodíosporculo si yo caminara bien"...
- 21'15: me toca el turno: una "noséquecoñoera" me atiende...o algo. Más bien "algo". Me voy a quitar la bota y me para. "No, explícame en el mío por donde te duele"....¿¿¿"ein??? pero si el enfermo soy yo!!!". Le toco el pie, con bastante asco, y me dice que seguramente no es nada roto. "Claro, el tuyo no japuta, el que está roto es el mío". Me envía a que me hagan una radiografía. Como soy un chico duro, resignado, le pregunto "¿se puede llegar bien en taxi?". Se ríe y me dice que es en la planta de abajo, y que hay ascensor. *No te hagas ilusiones...Pero que es en el otro lado del edificio. "Ya me parecía demasiado bonito para ser real". Que si estoy muy mal me pega un chute de calmantes pq no tienen sillas de ruedas disponibles. "No hace falta creo que si voy mordiendo el cuero del cinturón podré soportarlo". Toma esta frase como una broma y se vuelve a reír.
- 21, 25: bajo a hacer la radiografía. Interminables pasillos desiertos a media luz. Despachos médicos con puertas abiertas. "¿Si entro, chorizo un monitor de ordenador y me lo pongo debajo del calcetín se notará?". Sólo se oyen mis pasos por aquellas galerías..."Como en la próxima esquina salga un tío con una motosierra se me arregla el pie de inmediato".
- 21, 50: llego y me hacen la radiografía. Pasillo de vuelta. "Ahora ya no tengo miedo, que conozco el entorno". Suena mi teléfono. Del respingo hago un boquete con la cabeza en el techo.
- 22,30: dejo la radiografía, "que huesos más sexys tengo", en el buzón que me han indicado.
- 23,00: llega mi compañero de piso con su prima y nos ponemos a hablar. Van llamando a los pacientes por megafonía. Nos percatamos que cuando la que llama tiene acento colombiano nadie acude..."¿Tendrá relevancia este dato?"
- 1, 20 am: ya han llamado a todos los pacientes que había delante mío. Y a los que había detrás. Y a los que han ido llegando. "Oye perdona ¿va a tardar mucho en tocarme el turno? claro que como "sólo" llevo desde las 9"...
- 1,30, am: por megafonía dicen mi nombre. La voz tiene acento sudamericano. Estoy a punto de irme para no hacerle un feo. La doctora me dice: "llevaba rato con tu radiografía por aquí pero como los huesos no están rotos creí que te habrías ido". Respuesta real con "cierto" tono sarcástico: "ya, pero es que no tenía plan para la noche de este sábado y...¿Te importa si me quito la bota y me ves el pie? lo digo pq ya que estoy aquí". *El monitor de ordenador va debajo del calcetín del otro pie y no se nota. Me mira con cara de cabreo mientras le sonrío "inocentemente".
De mi bota sale, con dificultad, una "cosa" redondeada y negra con uñas en la punta.
"Coño, pues este pie está muy mal". Respuesta real con el mismo tono sarcástico de antes: "Que va tonta, siempre he tenido un pie redondo y negro. He venido porque lo que me duele es la bota". "Veo que tienes sentido del humor". "O eso o me pongo a hacer lo que realmente me apetece: soltar berridos de dolor. ¡Pues claro que tiene mal aspecto! Por eso he venido". "Los hombres, que no aguantáis nada. ¿Te duele aquí?". "No". "¿Y aquí?". "Tampoco". "¿Ves como no tienes nada?. Es sólo un hematoma". Coge el pie para girarlo, doy un alarido y me caigo en la camilla medio desmayado del dolor. "Ah pues sí". "¡¡¡JAPUTAAAAAAAAA!!!" (*Esto no se lo digo. Pero lo pienso). Me toca una zona del pie durante un rato y concluye que tengo un esguince de ligamentos considerable. *Al día siguiente le dan el Nobel de medicina. Me pone el tratamiento y las enfermeras (tres chicas jóvenes que me atienden de maravilla) me ponen un vendaje y me dicen que las administrativas me explicarán como conseguir unas muletas.
- 2,00 am: "me han dicho dentro que me explicaréis como conseguir unas muletas". "¿¿¿Nosotras???Nosotras no vendemos muletas". “Ya lo supongo, pero me han dicho que me podréis indicar como conseguirlas”. Una hace una llamada y me dice que tengo que ir al centro médico (ese que está cerrado) que de allí me derivarán a la asistente social (seguro que también está "a cinco minutos caminando") y si dan el visto bueno a la solicitud me las darán ( justo para cuando el esguince sea historia o se me haya caído el pie). "No importa. Ya las compraré en la farmacia".

Conclusión: me lo pasé mejor que si saliera de marcha ese sábado. Las experiencias fueron mucho más variadas, ricas y nuevas...Ahora estoy con la pata tiesa y tomando calmantes: hay momentos en los que estoy pensando en rematarme para acabar con el dolor...O tomarlo a risa y descansar.

18 noviembre 2010

EL ÚLTIMO AULLIDO

Luna llena de agosto. El viejo lobo trepa pesadamente a la cima de la piedra de los Penedos Negros. A sus pies el valle entero. Debajo, en la lejanía, el pueblo. Celebran una fiesta. La antigua lobera está iluminada. El viejo lobo, con su agudísima vista, otea en la noche las luces del otro lado del valle. Se tumba en la cálida piedra del verano disponiéndose a ser espectador. Su mente viaja.
En la lobera luces, música, comida, gente. Los habitantes del pueblo y los que durante el año viven lejos de él, han subido hasta la antigua trampa de lobos que se ha convertido, por una noche, en escenario de reencuentro. Allí celebran una sencilla y alegre fiesta. En el lugar bien iluminado suena música de gaitas mientras los asistentes comen carne de cordero y cabrito bien asados en el horno de la panadería, acompañados de crujiente pan y bien regados con abundante vino. Tras el yantar, con los efluvios del vino danzando entre las piedras de la lobera, se animan a contar historias mil veces repetidas y siempre nuevas.
Historias de lobos.

- Pero no siempre fue así- Piensa el viejo lobo que les observa atentamente desde lo alto de la roca más alta del otro lado del valle.
No mucho tiempo atrás la arcaica lobera, hoy reclamo para turistas de tiempos globalizados que cuelgan sus fotos al instante en Internet desde el móvil última generación, era una trampa para lobos. Una trampa tan aparentemente inofensiva como efectiva. Una trampa hoy curiosa y otrora mortal.
- Sí, aquella fue mi primera gran aventura y el primer gran drama de mi vida- Recuerda el viejo lobo- Ahí mismo perdí lo que más quería y casi perezco yo mismo. Tal vez habléis de mi con la soberbia que caracteriza a los humanos y sin pensar en el drama que originasteis.
- ...y entonces Fulanito abrió la puerta creyendo que esa noche no había lobos pero había. Claro que los había. Y estaban agazapados junto a la puerta de tal manera que cuando abrió salieron cagando leches y llevándolo encima un buen trecho. Cuando por fin cayó de uno de ellos la vio como se le llevaba la gorra que ya no apareció más y...
- Era la primera vez que salía a cazar con madre. Padre la había avisado que no se acercase al corral de encima del pueblo, que no era un sitio seguro. Pero era invierno. El clan pasaba hambre. Sus mastines cada vez nos azuzaban más y la caza era quasi inexistente. Madre saltó al corral en cuanto oyó una vieja cabra. Con ella saltamos dos de los jóvenes de la manada. Al caer madre se lastimó una pata. Mientras inspeccionábamos el terreno vimos atada a un árbol una vieja y enferma cabra aterrada. Pero nada más. Sólo paredes altas que nos impedían escapar. ¿Quién querría entretenerse a matar carne podrida cuando había que salir de allí? Agotados nos acercamos a la puerta cuando al amanecer oímos llegar a alguien.
El hombre asustado pesaba y gritaba hasta que cayó en unas piedras. Madre no podía andar. Con un trapo entre mis orejas me agazapé tratando de encontrar el momento de acercarme a madre para ayudarla a regresar al clan. Entonces llegaron. Sus ojos inyectados en odio y furia destrozando a la pobre loba. El último gruñido de madre fue un claro: “¡hijo cuídate siempre del hombre!”.
Ese fue el comienzo del fin. Padre, el líder de una de las últimas manadas de lobos, se dejó morir de pena.
Mientras, las cosas cada vez se complicaban más. Los hombres dejaban de pastorear ganado. Lo criaban sí, pero en granjas que eran como fortalezas con monstruosos perros asesinos, antinaturales cancerberos de muerte.
Cada vez construían más vías de trenes y carreteras eliminando nuestros pasos naturales. Muchos de mis parientes murieron aplastados por coches y camiones cuando trataban de pasar para buscar comida o sólo beber.
Se contaban historias repugnantes de lobos asesinos, de lobos como encarnaciones del mal. Se hacían cacerías como deporte para divetimentto de ociosos humanos ricos.
Durante años tuvimos que desaparecer, que escondernos en los lejanos montes de León y de Asturias. Moviéndonos sólo de noche, agazapados entre la maleza, comiendo perdices y conejos con sarna. Tampoco encontrábamos otros clanes con los que aparearnos. Poco a poco, la Gran Manada del Valle de los Lobos se fue extinguiendo. El último Gran Clan agonizaba.
Cuando no quedó ninguno de los míos volví al valle. Hacía años que lobo alguno habitaba estas tierras. La lobera yacía derruida y llena de maleza. Pero en una piedra aún pude percibir el olor de madre...Froté mi pelaje contra la piedra dando mi última caricia y mi adiós a quién más quise.
Bajé hacia el sur, las tierras de Portugal no eran lugar para lobos con una guerra declarada a mi especie. Con los campos del sur del Duero ocurría lo mismo. Vagué desolado durante meses hasta que en la luna llena de primavera una loba blanca respondió a mis aullidos.
Como yo, era la última de su clan. Como yo llevaba meses de un lado a otro. Como yo, estaba sola.
En pleno cortejo, y con los huesos saliéndose de su bello pelaje, encontró una oveja muerta. No quise comer. Había aprendido a no fiarme de nada que no cazase yo mismo. Le insté a que no lo hiciese pero la necesidad pudo a la razón y devoró la oveja envenenada que cumplió su cometido: acabar con otro lobo más.
Regresé a la soledad con el alma en carne viva de recuerdos y con la vida sin esperanza alguna.
Un día, no muy lejos del valle, tras unas alambradas, vi unos cuantos lobos correteando. La alegría que sentí fue infinita. Les grité, les llamé, les pregunté.
Pero aquellos seres estúpidos sólo reaccionaban con miedo. Durante días me iba haciendo visible e intentaba comunicarme con ellos. Hasta que por fin, el que debía ser más inteligente de la manada, se acercó al alambre y, con unos gruñidos casi incomprensibles, que más parecían lastimosos ladridos, me explicó que estaban en un sitio grande aunque cerrado. Que el hombre de vez en cuando les soltaba ciervos para que se alimentaran. Que tenían de todo siempre que no se reprodujesen demasiado, en ese caso a los que “sobraban” los cazaban, y sobre todo que no tocasen los rebaños que criaban los humanos. Vivían en una reserva que no era más que una prisión con un hueco para ver la luna.
Cuando les hablé de la libertad, cuando les conté el daño que originaba el hombre a los clanes no me entendieron o no quisieron hacerlo.
Mientras mi estómago rugía como un león ellos cazaban ciervos por placer al otro lado de la cerca. Preferí la libertad en soledad comiendo desabridas perdices.
Regresé al valle. Poco a poco fueron llegando manadas de jabalís y grupos de corzos que se escapaban del parque. La comida volvía a ser abundante. No era necesario acercarse al pueblo a pelear por agónicas ovejas de los dos o tres rebaños que pastaban entre las casas.
Aunque he de reconocer que de vez en cuando me gusta dejarme ver por alguno de los habitantes del valle, dejar mis huellas cerca del pueblo o poner nerviosos a los mastines del rebaño. Es un juego. Y la reivindicación de mis dominios. Sin manada, hasta mi muerte yo soy el único señor de este valle.
Aunque cada vez lo hago menos. Estoy tan viejo y tan cansado...

La fiesta sigue en la lobera. Las historias dejan paso a los chistes y las anécdotas que provocan la hilaridad de los asistentes. La noche avanza y bajan al pueblo a continuar con la sana alegría en el bar. Las noches de verano de los reencuentros deben ser felices. Cuando la procesión de linternas deja la lobera hacia el pueblo en el valle retumba el formidable aullido de un lobo.
Un aullido que no es de amenaza, ni de rencor, ni de odio.
Sólo de despedida.

En lo alto de la lejana piedra de los Penedos Redondos el viejo último lobo de su especie clama su último aullido a la luna llena de agosto.
Hay lágrimas que empapan la cara de los asistentes a la fiesta.
La procesión baja en silencio.
En silencio baja el lobo a un aislado rincón a descansar...para siempre.
El último aullido del lobo resuena en el valle.

Fotografía: Lobera en la ladera de la montaña.

©- Lobogrino

06 noviembre 2010

NI TE ESPERO NI TE DEJO DE ESPERAR...

Menuda la que se está montando con esto de la visita del Papa a Santiago y a Barcelona.
No pensaba escribir nada acerca de un tema que, a decir verdad, me resulta bastante indiferente. Pero esta mañana he recibido un enlace del “Hajj”, la peregrinación musulmana a La Meca. Después he recibido, de otra persona, otro enlace. Esta vez de la manifestación del jueves en la Plaza de Sant Jaume contra la venida del Papa. En un momento alguien, leyendo un manifiesto contrario a la Iglesia Católica, hablaba de “tratar todas las creencias por igual”.
En ese momento he pensado en la locura que es el “Hajj” musulmán y en estas protestas “perroflauta” y como que no.
Cada vez estoy más cansado de la Caza de Brujas (en mayúsculas) por parte de algunos sectores progresistas y de izquierdas con los que me suelo identificar, hacia todo lo que suene a cristianismo católico. Caza de brujas intrínsecamente unida a la apertura absolutamente desquiciada e ingenua hacia “todas las creencias”, en especial hacia el peligroso Islam alimentado en manifestaciones como el desconocido “Hajj”.
Es cierto que parte de la cúpula así como movimientos integristas de Iglesia Católica son intolerantes, machistas, homófobos y se dejan utilizar por la derecha política de la que suelen ser brazos ejecutores,...
Pero no es menos cierto que en nuestras ciudades YA vemos mujeres con “burka” y jóvenes que van a las escuelas con velo. Mientras sectores de la Iglesia Católica son machistas y homófobos en sus declaraciones, el Islam apedrea a las mujeres a la mínima y ahorca a los homosexuales...o les obliga a operaciones de cambio de sexo.
Y el Islam es el futuro. Aquí. Dentro de cuatro días.
No me constan manifestaciones tan viscerales cada vez que el líder políticoreligioso de un país musulmán nos visita...
A mi la visita del Papa me es indiferente.
En tanto que ciudadano me molesta que mi ciudad esté tomada por la policía impidiéndome la movilidad. Me da rabia que anulen paradas de metro, de bicing, corten calles, anulen las señales de los teléfonos...Por otro lado me parece fantástico que haya una mayor proyección internacional de mi ciudad. Proyección que se verá reflejada en el turismo, que traerá dinero...Vamos que la crítica hacia “lo que cuesta la visita” es otra falacia que no se aguanta por ningún lado porque, seguramente, a la larga el beneficio económico para la ciudad será mayor.
En tanto que cristiano tanto me da que me da lo mismo. Hombre, dado que no soy nada “papólatra” me cabrea un poquito que para asistir a una Eucaristía haya que tener invitación. Pero del resto... si hay a quienes ver al Papa les aumenta su paupérrima superstición, que la fe, afortunadamente, es algo más profundo que ver a una persona) pues me parece fantástico que pasen frías noches otoñales guardando silla. Yo dormiré calentito en mi cama y rezaré al Dios de Jesucristo con Papa o sin él cuando deba hacerlo.
Tanto si a mi me gusta como si no este Papa es el líder espiritual de la Iglesia de la que formo parte.
Pero también, aunque no les guste a mis amigos “anti”, también es un Jefe de Estado. ¿Las cosas deberían ser de otra manera? Cierto. Pero desgraciadamente son como son y no como deberían ser.
Y lo que no entiendo ni comparto es esta crítica salvaje, descontrolada y carente de sentido. Sobre todo cuando esta crítica y esas manifestaciones no se producen cuando nos visitan otros jefes de estado, bastante más misóginos, homófobos, destrozadores de infancia, intolerantes y sobre todo peligrosos que el Papa. Jefes de Estado que también cuestan un pastón a nuestro gobierno.
Es una incoherencia ingenua y “perroflauta” de buena gente que debiera tener un pelín más de criterio.
Personalmente yo ni le espero ni le dejo de esperar. Vamos que me da igual si viene o ya se ha ido. Esta visita papal no me parece algo importante como para darle publicidad gratuita.
Aunque seguramente me acercaré a la “besada popular” de mañana con mis amigos “perroflauta” que son buena gente.
Lo de manifestarse besándose debe ser bonito.
A ver si también lo hacemos cuando vengan otros Jefes de Estado que “en dos días” no nos lo permitirán hacer...

20 septiembre 2010

JOSÉ ANTONIO LABORDETA. GRACIAS

Hoy es un día triste y el mundo es un poco peor.
Aunque todos moriremos algún día, no todas las muertes son iguales. Hay muertes que nos pasan desapercibidas y hay muertes que nos mueven las entrañas. Incluso hay muertes con las que uno no puede evitar alegrarse.
En el fondo, la reacción ante una muerte es la respuesta a la vida que el fallecido tuvo.
Hoy, todas las personas de bien, nos sentimos huérfanos, desdichados y vacíos.

José Antonio Labordeta era "uno de los nuestros": comprometido, vital, visceral, coherente y valiente como pocos, sencillo y claro, culto sin aparentarlo...
El mejor político que ha habido nunca en este país porque salió del pueblo y por el pueblo luchó. Sin buscar ni su fama ni su beneficio particular. Denunciando siempre a los que había que denunciar...Hay tanto bueno que decir de él que no hay espacio en el dominio de "blogger" para ello. Precisamente por eso su muerte no deja indiferente a nadie.
Las buenas personas le lloramos y los fascistas celebran su muerte. Eso también es bueno. Es un buen síntoma el odio de "ciertas alimañas" ya que habla de autenticidad, valentía y coherencia.
Me preocuparía mucho si ciertos individuos hablasen bien de mi.

Además de poner a los "políticos de oficio" en su lugar desde un discurso sencillo, contundente, claro, preciso y valiente pervivirá en nuestra retina su imagen, mochila al hombro mostrándonos nuestra tierra.
Mientras en nuestro cerebro seguirán sonando los acordes del "Canto a la libertad". El legado que, tristemente, no ha pasado de moda sino que debe seguir sonando y empujándonos a luchar contra cada situación de discriminación, opresión, violencia...



"CANTO A LA LIBERTAD

Habrá un día en que todos
Al levantar la vista
Veremos una tierra
Que ponga libertad (bis)

Hermano aquí mi mano
Será tuya mi frente
Y tu gesto de siempre
Caerá sin levantar
Huracanes de miedo
Ante la libertad

Haremos el camino
En un mismo trazado
Uniendo nuestros hombros
Para así levantar
A aquellos que cayeron
Gritando libertad

Sonarán las campanas
Desde los campanarios
Y los campos desiertos
Volverán a granar
Unas espigas altas
Dispuestas para el pan

Para un pan que en los siglos
Nunca fue repartido
Entre todos aquellos
Que hicieron lo posible
Para empujar la historia
Hacia la libertad

También será posible
Que esa hermosa mañana
Ni tú, ni yo, ni el otro
La lleguemos a ver
Pero habrá que empujarla
Para que pueda ser

Que sea como un viento
Que arranque los matojos
Surgiendo la verdad
Y limpie los caminos
De siglos de destrozos
Contra la libertad"

Gracias por su vida y por haber hecho el mundo mejor, maestro.

15 septiembre 2010

“CUTRENATRIX” POR EL GÜELL Y ¿BARCELONA?…

Verano de hace unos años. Mi amigo José Luis, DEP, visita Barcelona. No conoce el Parque Güell y decidimos visitarlo. Pese a las hordas de turistas es un lugar que suelo disfrutar a menudo. Realizamos el recorrido “al revés”; es decir accediendo por la entrada trasera, subiendo al Vía Crucis y bajando. Desde lo alto, la vista de la ciudad a los pies resulta espectacular. La torre Akbar y la Sagrada Familia, tan distintas, parece que se tocan compenetrándose tan diferentes como lo hacen la montaña de Montjüic y el cercano mar.
Todo está lleno de decenas de turistas que “parecen turistas”. Uno está acostumbrado. Bajando hacia el interior una pareja nos llama la atención. A nosotros y hasta a las ardillas de los árboles. Renqueando en un lastimero intento de caminar entre el accidentado terreno, cubierto de piedras y raíces superficiales, una chica se va apoyando con posturas inverosímiles en cada rincón, mientras un mocetón le hace fotos con una cámara fotográfica “nivel usuario”. Con lo cual podemos deducir que no se trata de una modelo haciendo alguna campaña publicitaria. Lo “peculiar” de la escena es el atuendo de ella en aquel entorno. El atuendo y la gestualización fotográfica, claro. Viste un decorado minivestido estampado tipo oriental con un par de aberturas; las clásicas “rajas” de toda la vida, hasta más arriba del cardado pelucón rosa “fúrscia”, que diría una amiga mía. Hasta ahí, bueno. Afortunadamente cada cual viste como quiere…si quiere. No, lo llamativo de la joven, mímica excluida, eran los imposibles taconazos de aguja en medio de un parque de terreno abrupto. Taconazos de dominatrix con correas de cuero hasta la rodilla complementados con un artilugio extraño que exhibía en algunas poses con cierto aire supuestamente erótico. Digo “supuestamente”… Tal expectación consiguieron crear a su alrededor, que cuando se acercaron al mosaico de la salamandra de la entrada, el resto de turistas los dejó solos, centrándose los objetivos de las cámaras en la chica y obviando la escultura gaudiniana.
- La gente está fatal, José Luis. Es como una especie de dominatrix descontextualizada.
- ¡Que va a ser una dominatrix! “Cutrinaatrix”. Lo que es, es una “cutrinatrix”. Pero “de todo a cien”.-
Mientras las miradas se centraban en aquellos jóvenes nos acercamos al paseo porticado que hay junto a la “Sala Hipóstila”. El largo pasillo de imposibles columnas inclinadas contiene una serie de hornacinas en la pared. Hornacinas pensadas para colocar esculturas alegóricas que nunca llegaron a ocuparlas. Ni que decir tiene manadas de turistas posan en cada nicho para inmortalizar el momento en plan: “¿ves como no se puede ser más tonto?”.
A la altura de uno de estos grupos José Luis me pregunta:
- ¿Qué son esas cosas como excavadas en la pared?-
Varias miradas se dirigen a mí con cierto interés.
- Evidentemente son ponederos para gilipollas ¿no lo ves?-
Dado que las miradas pasan del interés al mosqueo decidimos hacer un apresurado mutis por el foro, no sin antes escuchar a un individuo, ante los magníficos mosaicos de cerámica rota que decoran la entrada del parque, un:
- Mira que cantidá de azulejos. ¡Joé los paletas pa poné to esto!
Aún horrorizados por el panorama global de la visita turística, con la retina saturada de la imagen de la “cutrenatrix de todo a cien” vamos a cenar a una hamburguesería pensando que tal vez la comida adictiva cargada de grasas nos devuelva a una realidad menos cruel que lo experimentado. Nos equivocamos.
En la mesa de al lado una pareja de recién casados de no más de veinticinco años se hacen arrumacos hablando de la aún reciente boda. Nada extraño. Hasta que suena el teléfono.
En ese momento, la joven decide que toda la concurrencia del local tiene que enterarse de cómo están siendo sus días de asueto, lejos de su hogar en una aldea perdida del sur peninsular, según se desprende de la conversación.
Así, José Luis y yo asistimos, muy a nuestro pesar aunque con considerable hilaridad, a la descripción de Barcelona más surrealista que puede hacerse.

- Sí tenemos el hotel al lado de la torre esta moderna que parece un… [comentario de la interlocutora]. Pero mira que eres burra. Tú que no has viajado nunca. Esta torre es un poco minimalista (*comentario nuestro entre dientes: “si eso te parece “minialgo”, guapa, es que tu marido y tú tenéis una suerte…)
Sí, estamos en el centro centro. Desde aquí sólo tardamos dos horas en llegar al medio de la ciudad pa coger los trenes y movernos. (*La eterna lucha entre “el centro” y “el medio”…”quiénes somos”, “de dónde venimos”, “del centro al medio tardas dos horas”)
Luego hemos ido al parque Wein (*sí pronunciado como Jon Vaine, sí). Pos ¿qué quieres que te diga? Es sólo un parque con pinos, asientos y esas cosas. La verdad no entendí qué hacía tanta gente sacando fotos. Debía ser por la cerámica. Es que aquí hay mucha cerámica que es como los “lacasitos”. Hasta la ponen en las fachadas de las casas. […] Por fuera, sí. Se ve que aquí debe ser moda. (*Me alegré tanto que los modernistas no se pudiesen enterar que sus obras acabarían siendo comparadas con “lacasitos”.)
Luego fuimos al “barrio viejo” que es un barrio muy viejo (*…) todo lleno de piedras (*Claro: el Casco Antiguo de Barcelona tiene las calles llenas de piedras para apedrear a los aneuronales como tú que no saben lo que están viendo).
[Comentario de la interlocutora]. Sí el hotel muy bonito, sí. Y el ascensor lo mejor (*…) es enorme, tiene un montón de luz natural y una pantalla muy muy grande donde se ve Barcelona de día y de noche. (*A ver repite conmigo: ven-ta-na. Lo que el ascensor tiene se llama “ventana”, da a la ciudad y te permite verla de día, de noche) .
Ah, y vimos la casa de Gaudí que de bonita que es tardas dos días en verla (*y si llega a ser un poco más pequeña en medio día me parece horrible).
Y también fuimos a una fuente que aquí se ve que conoce mucha gente. Es una fuente muy rara, porque cuando está sonando música por la calle, la fuente en lugar de agua echa tinta de colores (*es que hay “mucha gente” escondida debajo pintando el agua con “retuladores” de colores, mientras otra mucha gente toca música escondida por las esquinas de las calles. Y, ¡mira tú que coincidencias! lo hacen a la vez).
[Pregunta de la interlocutora]
Sí, mañana nos vamos. Vimos Barcelona en un día (*con lo cual sólo visteis la mitad de La casa de Gaudí…). Hombre está bien. Pero aparte de que es muy grande y muy liada como lo vimos todo ya no da pa más. (*exactamente como lo que en teoría debería haber dentro de tú cráneo).-

¿Qué tal? Sin palabras ¿verdad?
A partir de aquí empieza a hablar de los “souvenirs” que tiene que llevar a parientes amigos y conocidos. El marido, que había estado como ausente, tal vez tan estupefacto como nosotros, o más bien no; empieza a protestar y a repetir que a su madre hay que llevarle una cuchara que ponga “recuerdo de Barcelona”.
Nuestro interés decreció y, con las palabras en el yunque y estribo martilleando con dureza, nos marchamos de allí.
Ni que decir tiene que, aparte de los comentarios jocosos durante días, aquella noche soñé a la “cutrinatrix” con cartuchera y pistolas escalando con sus taconazos la torre Akbar, que era de miniatura, mientras Gaudí, que estaba poniendo huevos, le tiraba piedras viejas con forma de “lacasitos” bajo una lluvia de tinta de colores.

Uno se pregunta si cada vez que va a hacer turismo por algún lugar lo experimenta de una forma remotamente parecida a lo que nosotros vimos y oímos.
Si alguna vez me entero que la respuesta es afirmativa no vuelvo a salir de casa en la vida.
Aunque me da que la ausencia de lectura tiene mucho que ver.





Fotografías: “Cutrinatrix”en el Güell .
©- Lobogrino.

08 junio 2010

EL LOBOGRINO NO SE HA IDO...

Me acabo de dar cuenta que hace tiempo que no cuelgo nada en mi blog.
Imagino que tal vez las personas pasamos por momentos. El mío actual me lleva a trillar otros caminos diferentes de pisar las casitas virtuales de buenas personas y tener la mía dispuesta para las visitas.
Pero este Lobo Peregrino, con mucho de Estepario, tiene cuerda para rato. Y aunque (o precisamente por eso) este mundo maravilloso donde nos toca vivir a veces se torna una especie de patio de vecinonas surrealista, donde famosas de garrafón polioperadas por la jeta en un todo a cien y futbolistas aneuronales de espectaculares abdominales se convierten en líderes absolutos de opinión, este Lobo Peregrino regresará con más crónicas de sus montes; con más colores, aromas y texturas de la Madre Naturaleza; con más historias de todo tipo y tal vez hasta con más ironía punzante de esa tan necesaria.

Regresaré sin haberme ido pero no hoy aunque tal vez sí mañana. O lo que es lo mismo: volveré a escribir cuando sea el "kairós" o "momento oportuno". Lo cual puede ocurrir en cualquier momento.


Os dejo unas fotos propias que os alegrarán la vista.
Irá habiendo más hasta los próximos textos.



Maravilla de la naturaleza en la terraza de casa en su máximo explendor.





Ermita románica perdida en un valle del Prepirineo. El contraste de los colores es tan brutal como el remanso de paz.




Lagartija al primer sol de la primavera junto a la puerta de la iglesia del Pueblo de los Lobos. Recuerdos. Ternura. Niñez. Ancestros. Vida auténtica...


Fotografías:
©- Lobogrino.

24 febrero 2010

¿SE PUEDE SER MÁS CUTRE?..

El Valle de los Lobos como su nombre indica es un valle. En caso contrario sería conocido por “la llanura, la estepa, el secarral...” o lo que fuera que fuese...de los Lobos.
La Aldea de los Lobos se encuentra en el centro del valle. Es un pequeño enclave urbano cercano a dos ríos, circundado de amplios bosques de robles, castaños, fresnos, matorrales y arbustos de todo tipo y centenares de especies vegetales.
Manan dentro de la aldea casi una docena de fuentes de aguas puras, cristalinas.
Con las lluvias otoñales, las nieves invernales y el deshielo primaveral todo el valle se convierte en un vergel.

En esa maravilla de lugar, regalo de Dios y de la Madre Tierra donde una semilla agostada cae al suelo y se convierte en una frondosa planta...¡va un aspirante a nuevo rico aneuronal y la caga!

Porque, vamos a ver, ¿es remotamente “lógico” en ese entorno llenar el hueco que deja la escalera exterior, de arena de obra para plantar...¡¡¡unas flores de plástico y tela tipo cementerio!!!??. Eso sí, protegiéndolas con una “bonita” valla Ikea que le da el toque de distinción "ferreroroché" que caracteriza al perpetrador de tal disparate?
Parto del hecho que en su casa tiene la bailarina de faralaes junto al torito y el plato de Mallorca encima de la tele, o ahora que son finas y no sirven de repisa, sobre cualquier espacio bien visible. Y me parece cojonudo. Nunca mis ojos van a horrorizarse al comprobarlo.
Pero...”eso”...”Eso” lo tiene en la calle. A la vista de todo el mundo. En su propiedad, pero en la calle. En plan: “soy un terrorista ecológico pero me importa un carajo, ya que nadie me va a decir nada”.
Vale. Reconozco que la alternativa es no mirar...
...o una noche, con premeditación y alevosía...ejem...nadie sabe nada...lalalalala...
Creo que ya tengo “deberes” para cuando vuelva al Valle de los Lobos.
No se trata de tener razón pero viendo la foto: ¡¡¡ES INEGABLE QUE ESTA VEZ TENGO RAZÓN!!!


Para reponernos de tan escalofriante visión dejo otra imagen, también tomada el verano pasado, de una majestuosa hiedra creciendo libre desde un tejado hasta la tierra de un huerto por el que se esparce. Precioso.
Afortunadamente la Madre Naturaleza posee más sabiduría que algunos “homínidos”.

*Fotografías: ©- Lobogrino.

28 enero 2010

TORMENTA EN VERANO


De nuevo el Aprendiz de Brujo volvió a sus bosques y a sus raíces. Una vez más se acercó a las ruinas milenarias, donde le esperaba una historia que cada vez le llamaba con más fuerza, a recibir su energía y a sentir la magia atávica de aquella ballesta del río.
En la aldea celebraban una fiesta de disfraces a deshora con lo cual el Aprendiz de Brujo se sabía único humano en aquel interminable tapiz de frondosos bosques de brezo, genista y helechos; de robles, castaños, serbales, abedules, fresnos...
Decidió acercarse al río a refrescarse del intenso calor estival, pasando por las cercanas tierras donde la maraña de helechos bajo los robles apenas deja ver el suelo, corzos, jabalíes y raposas viven libres y el bosque siempre inmerso en un sonoro silencio vivo de mil vidas ajenas a ruidos, contaminaciones y crisis económicas que tanto enervan cuando se pierde la perspectiva.
El cielo cada vez más oscuro presagiaba tormenta.
El primer trueno irrumpió en la quietud de la selva de helechos cuando el Aprendiz de Brujo se quitaba la ropa para sumergirse en las frías aguas del río. Lentamente guardó la ropa bajo un saliente de piedra junto a la raíz de un roble. Así, desnudo en medio del frondoso verde, se dispuso a esperar a que pasara la tormenta. Ya desde niño ese fenómeno climatológico, lejos de inquietarle, le hacía sentir bien, pequeño, vivo, receptor de un regalo inmenso del Gran Padre que le recordaba siempre cual era su lugar…y su tamaño…en La Gran Obra de Lo Creado.
Los truenos sucedían a los relámpagos cada vez con mayor frecuencia hasta que estuvieron justo encima de él. El agua refrescaba su piel y el aire puro que respiraba.
Allí, sin ropa, en medio de un frondoso bosque de robles y helechos lejos de cualquier lugar habitado, bajo un cielo plomizo de truenos, relámpagos y una densa capa de lluvia el Aprendiz de Brujo se sintió más vivo y más cargado de energía que nunca.
Pensaba en lo cómodos que somos. En el rechazo que nos producen, en nuestro actual momento, situaciones tan normales como mojarnos, sudar, cansarnos. Mojarnos durante una tormenta de verano no nos “encoje”, ni nos enferma, ni nos produce daño alguno. En cambio sí nos refresca, nos oxigena, nos da vida y nos hace sentir parte de un entorno natural por el que a menudo pasamos sin ver y sin valorar en toda su riqueza.

Lo que parecía una breve tormenta se alargó demasiado acercándose “peligrosamente” la noche.
El Aprendiz de Brujo, preocupado por la intranquilidad familiar a medida que pasaban las horas y él no regresaba, decidió “mojarse”. Sacó la ropa de su escondite, se vistió y se puso en camino. A media subida del sendero, ya empapado por completo, se paró, abrió los brazos y mirando al cielo gris que regalaba la fresca lluvia, bebió del cielo y se dejó empapar, llenar y revitalizar por el agua limpia y pura sin la cual nada puede vivir.
Y se sintió más vivo que nunca...o tan vivo como siempre que sus pies hollaban la energética y generosa naturaleza de la cual formaba parte como una pieza más y no como una especie de “ser superior” que pretende controlarla.
Llegó a la carretera. A las botas empapadas les salía el agua por la embocadura a cada paso, las gafas mojadas no permitían ver nada, camiseta y pantalón iban chorreando pero él se sentía bien. La gente de los coches que pasaban le miraba como si fuera un bicho raro. Y tal vez tenían razón.
Afortundamente.
Cuando llegó a la aldea, feliz, los habitantes que encontraba, defraudados porque la lluvia había estropeado su fiesta de disfraces veraniega, le apremiaban a que no cogiese frío quedándose con la mojadura encima.
El Aprendiz de Brujo llegó a casa.
Lentamente se quitó la ropa mojada, se secó, se cambió y continuó disfrutando de los truenos y los relámpagos finales de una tormenta de verano que poco tiempo antes, inmerso en tupidos bosques, le había empapado cuerpo y espíritu haciéndole sentir mejor que nunca.

Un regalo como pocos.


Foto: Cielo tormentoso en el Valle.
©-Lobogrino.