BIENVENID@

"Que los caminos se abran siempre a tu encuentro, que el viento sople siempre a tu espalda, que el sol brille templado sobre tu rostro, que la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y que, hasta que volvamos a encontrarnos...Dios te guarde en la palma de su mano". (Bendición Celta)

24 marzo 2007

TELURIA INVERNAL…MILENARIA…


Foto: nudo de “cierto Roble perdido”. ©-Lobogrino

De nuevo el aprendiz de brujo regresó, tras meses fuera de la aldea, una fría noche de invierno bajo las suaves ramas del milenario Tejo del Sagrado. Al entrar bajo el círculo de ramas colgantes una vez más las sintió como los amorosos dedos del Buen Dios acariciando su cabeza.
Al tocar el tronco, el agrio aroma de la negra y viscosa savia viva le embriagó y le hizo pensar que no todo es bello, ni siquiera en la amada naturaleza. Aquel olor dulzón y agrio, a la vez que desagradable, tenía algo de necesario y atrayente. Era el contrapunto a la belleza: la muerte que alimenta a la vida. Toda esa fuerza y esa vida llegaban desde la tierra y desde el Tejo al frágil hombre deseoso de comprender.

Al día siguiente fue otra vez al viejo Castro Celta. Ya intuía lo que había en aquel recodo del río; ya conocía la energía que emanaba de aquel mágico y ancestral lugar; y ya sabía la misión que le encomendaba: desentrañar sus secretos. Pero eso sería más adelante. Aquella gris tarde invernal sólo tenía que contemplar. Se sentó en una piedra frente a la muralla de piedras derruida y contempló durante horas. En su abstracción, y sin dejar de mirar el lugar, viajó al pasado. Y los vio y los oyó. Incluso en alguna ocasión se apartó para dejarlos pasar con sus canastas de mimbre cargadas de piedras, le llegaron a rozar con sus vestidos de esparto y sintió su perfume, oyó sus voces…Sin duda su misión empezaba…

Por la noche subió a La Lobera. Apenas llevaba la tenue luz de una vieja linterna y los 500 metros de ascenso que conocía a la perfección se convirtieron en un todo un calvario.
La fuerza que sentía en La Lobera era la tranquila energía de sus antepasados…y de sí mismo….La total certeza de que hiciese lo que hiciese y viviese donde viviese sus raíces, su refugio y su propia alma siempre pertenecían a aquel lugar.
En La Lobera, pisando la tierra y caminando por la pared de granito se sentía anclado como un libre y majestuoso roble dominando el valle. Aquella oscura y fría noche, el pueblo era la nota de luz a sus pies. Desde la cima de La Lobera el aprendiz de brujo estrechó entre sus brazos la minúscula aldea y se sintió más unido que nunca a los suyos y a su propia historia.

Días después regresó al claro del bosque donde estaba el viejo roble amado. Esta vez no pensaba en dificultades: si tenía que llegar llegaría…Y de nuevo recibió una lección.
Esta vez el mensaje del roble fue: “Ya sabes donde estoy. Si quieres visitarme ven por tus propios medios”. Y no fue fácil.

En esta ocasión no se perdió. En seguida situó el claro del bosque pero debía atravesar unos arbustos y unos matorrales que le impedían el paso. Había llovido y el monte estaba empapado y resbaladizo. Atravesando la muralla de arbustos cayó dentro de unos matorrales medio colgados en la pendiente del monte.
La sensación era la de estar en una especie de cama blanda pero no podía avanzar ni moverse. Y claro, le dio por reír. La situación era cuanto menos embarazosa. Si al menos pudiese dejarse deslizar hasta el suelo, pero la vegetación, demasiado tupida, se lo impedía. Imaginó que se hacía de noche y que moría congelado allí y todavía se rió más: era absurdo. Si hay maneras tontas de morir aquella era una de ellas. Pero como le había indicado El Roble tenía que llegar por sus propias fuerzas.
Logró medio izarse y arrastrándose por las ramas mojadas, salir empapado de la enmarañada vegetación.
Llegó al claro y subió hasta el roble. Lo abrazó y hundió su cara en el mullido, fresco y aromático musgo de la corteza. Se dejó empapar por la vida que ascendía de la tierra y de cada ser que la poblaba en aquel recóndito e impenetrable claro. Sus barbas estaban mojadas del agua y la savia vivas que manaba del musgo y de la corteza.
El Roble le habló al alma: le contó secretos que sólo podían conocer ellos dos. El aprendiz de brujo subió al nudo del tronco y durante horas, subido entre las ramas del viejo roble, contempló la viva quietud del bosque: las ramas mecidas por el viento, algún corzo que, majestuoso, cruzaba el claro, varios jabalís hozando en el suelo en busca de raíces, el sonido del musgo, de los líquenes y la hierba fresca junto a las fuentes del claro, el cuco jugando al escondite con cualquiera que le prestaba atención…
Le apenó tener que abandonar aquel lugar. Pero el Gran Roble le explicó que volverían a verse y que siempre estarían el uno en el corazón del otro.

El aprendiz de brujo, en los días siguientes, siguió recorriendo sus lugares y hablando con su gente; visitando los bosques de robles y de castaños, de genista y brezo, bebiendo a morro gélida agua cristalina de las fuentes, de los regatos y de los caminos. Regresó al bosque de su madre, aquel que le gustaba tanto a Bruja, aquel recóndito y mágico lugar dónde sólo se oía el bramido del majestuoso río y los miles de sonidos de la tierra. Aquel fascinante espacio que olía a dulce humus y que le hacía sentirse en la protección de casa. Aquel bosque amado donde el tiempo, el espacio y las preocupaciones desaparecían para convertirse en vida auténtica y tranquilidad infinita.

Más de una vez, en sus correrías invernales por los montes topó con algún jabalí que descansaba entre unas genistas para susto de ambos, o con grupos de veloces corzos que saltaban a su paso entre los matorrales.

El día antes de su regreso a la ciudad ocurrió algo extraño.
A mediodía, haciendo recados por la aldea, pasó junto al Sagrado del Templo. Se acercó distraídamente al tejo joven. Aquel que unos pocos años atrás había plantado su viejo amigo sacerdote y que los adolescentes descerebrados se empeñaban en no dejar crecer cortándole la punta. El aprendiz de brujo acarició sus pequeñas hojas mientras miraba el Viejo Tejo Milenario situado a pocos metros.
En ese momento se vio a si mismo mil años después: allí, acariciando el tronco del árbol: el pequeño tejo, mil años después se ha convertido en un enorme y viejo tejo milenario y del Gran tejo actual sólo queda un tocón de un metro de altura.
Esa sensación extraña le reconfortó. No lo había imaginado, no estaba pensando en nada. Y había ocurrido. Supo que mil años después volvería a estar allí acariciando sus árboles: las fuentes que le regalaban la vida de la Madre Tierra y le acercaban al Padre Dios.

Y volvió a la ciudad feliz sabiendo que siempre regresaría a Su Lugar.
…Incluso después de mil años…

17 marzo 2007

DOLCE&MICHELÍN...

*


Esto de escribir con una cierta frecuencia hace que uno inconscientemente vaya por la calle con “las antenas puestas” pensando que cualquier cosilla, con unas dosis de imaginación, es susceptible de poder convertirse en una historia.
Y hay para aburrir.
Viernes noche. Regreso a casa. Cansado. Mente en blanco.
De golpe mi cerebro se da cuenta. Hace ya rato que los ojos observan algo mientras la mente vaga perdida esquivando personas y ruidos de la ciudad. Camino más despacio que de costumbre. Pongo atención en lo que estoy mirando…y la veo.
Mis ojazos, parapetados detrás de las gafas, están clavados en la rítmica cintura de una joven que camina delante. Tanto que inconscientemente, mi paso se ha adaptado a ir detrás de ella para no perder ni un detalle
Lleva unos tejanos sin cintura y una chaqueta torera blanca de pelos sintéticos ceñida a su cuerpo. Pero mis ojos están parados en el enorme cinturón blanco con grandes letras metalizadas: D&G. Un enorme michelín (que hace encogerse al mío de la envidia y me obliga a pensar: “chaval: tienes que comer más callos con garbanzos, que estás en los huesos”…) se cuela por debajo de la chaquetilla torera, por encima de la cinturilla del pantalón y se incrusta en las letras de la marca, de tal forma que se ve la“D”-el michelín y media “g” que a estas alturas es ya casi minúscula por la presión.
Con esta brutal imagen en la retina necesito sentarme en un banco de la calle a reflexionar.
Esta marca de moda está en medio de la polémica por una campaña publicitaria que supuestamente han tenido que retirar. Y me da que más bien han sido ellos los que han montado todo este lío que tan pingües beneficios les está proporcionando: "que hablen de uno aunque sea mal. Pero que hablen".
Vi la famosa foto antes que el Instituto de la Mujer y cualquier entidad con sentido común pusieran el grito en el cielo. No quiero hacer aquí un análisis más allá de lo evidente: la foto en cuestión muestra a una mujer de cuerpo irreal vestida de dominatrix con cara de placer mientras un macho sudoroso la aferra por las muñecas y otros esperan el turno. No es una violación o una agresión, por supuesto (¡faltaría más!) pero sí da a entender que a la mujer le tiene que gustar la sumisión y debe ser un mero sujeto pasivo en sus relaciones con los hombres.
Como otras imágenes de campañas de esta firma esta está cargada de violencia, de cuerpos irreales, pretendiendo mostrar situaciones transgresoras (que se quedan en patéticas y cutres) y centrando la atención del cliente en los cuerpos semidesnudos de los modelos en lugar de hacerlo en el producto que venden.
De hecho nunca sé si ropa, complementos o perfume: lo que quiere decir que lo que venden no es muy bueno y la campaña tampoco.
Para rizar el rizo los diseñadores, rodeados del aura de supuesto glamour que quieren tener (y no consiguen ni de lejos, los pobres) se hacen los ofendidos y retiran la campaña por el “conservadurismo de España”.
Esto nos hace gracia pero no es del todo inocente.
Este par de mariquitazas locas (en el peor sentido de la palabra) son de los que utilizan a la mujer (al hombre también, pero más a esa mujer irreal que siempre han querido ser y no han podido) para hacerse de oro.
No es inocente que hagan un tipo de ropa y creen unos cánones estéticos que obligan a quien quiere ponérsela a estar escuálido como los modelos retocados de las fotos, incluso a riesgo de su salud o de su vida.
Y no es para nada inocente que en un momento en el que los más jóvenes (espectro poblacional al que dirigen sus productos) son violentos y machistas, mientras siguen muriendo mujeres por la violencia de sus parejas, este par de esperpentos necios inciten a ello “por pura estética” porque “quiero jugar a ser transgresora, o sea, Mari Pili te lo jjjuro por mi misma, de verdad…”.

Tanto la ropa, como las campañas de este tipo de casas de moda y de esta firma en concreto suele ser cutre, chabacana y de un mal gusto que tira para atrás. Pero afortunadamente la realidad y el sentido común se acaban imponiendo.

Viendo el cinturón brillante con las dos letras medio incrustadas en el redondo, fofo y caliente michelín de una joven que se ponía tibia a gominolas a las 9 de la noche pensé:
- “¡Ole tus ovarios, bonita!. Acabas de cargarte “por la grasa” (más que por la cara) todas las campañas pseudotransgresoras de este par de absurdos pipiolos cincuentones que peinan canas, ocultas bajo el Lady Grecian (el Farmantint es demasiado viril para ellos por más que rompan coches de mantequilla en otro anuncio violento también). Si te vieran seguro que les daba un colapso y se atragantaban en su propia tontería.
Además me juego los higadillos a que el cinturón es falso comprado por quinientas pelas al de la manta de la esquina. ¡Muy bien hecho!.
Lo tuyo sí que es glamour, estilo y falta de complejos. ¡Si señor!”.

Si es que donde esté un buen michelín logrado con trabajo y esmero, que se quite la moda y los modistos cutres.

NOTA: el mío (sólo tengo uno pero le tengo cariño: me acompaña a todas partes, consigue que las camisas de cuadros me queden tan bien…y en la playa me sirve de flotador) está en huelga de grasas caídas por el trauma: voy a tenerlo que alimentar más…

¡¡¡Vivan los michelines “Dolces”!!!.

*- Me gusta mucho más esta foto.

13 marzo 2007

SI TENEMOS SUERTE…

Era el tercer día del año. Hacía frío a las diez de la noche. La madre y el hijo hablaban en la cocina junto a la lumbre mientras recogían los platos de la cena. El padre veía la tele al lado, en la salita. La hija había vuelto a la ciudad el día anterior, después del paréntesis navideño.
La madre miró al hijo a los ojos y le dijo:

- A ver si este año que empieza tenemos suerte.

El hijo le devolvió la mirada tiernamente y se oyó decir.

- Madre. YA tenemos suerte. Puede que no nos sobre el dinero. Quizá no tengamos los mejores trabajos. Pero acabamos de pasar La Navidad juntos. Siempre que podemos lo estamos. Nos queremos. Tenemos este techo acogedor cuando regresamos a vuestro lado. Tenemos salud. Lo importante es eso. Es lo bien que estamos cuando estamos juntos.
Lo que importa es reír, hablar, disfrutar de nuestra compañía: es lo único y lo más preciado que nos vamos a llevar.
Mira “fulanito” o “menganita”: tienen dinero a espuertas, trabajos fantásticos y siempre están peleados. No se juntan nunca. No hablan, no se ríen, no pasean juntos por los campos o siembran patatas, no plantan castaños o hacen empanadas, no se regalan detalles por Navidad…
Nosotros sí.
Madre: ya tenemos suerte. Que deseemos que haya cosas que se arreglen este año, claro: siempre es bueno que las cosas mejoren. Pero yo ya me siento el hombre más afortunado del mundo por tener la familia que poseo. No necesito más suerte. Me tocó la mejor de las loterías el día que nací en este hogar y os conocí.

Madre e hijo se abrazaron emocionados. La madre se fue a la salita con el padre y el hijo quedó leyendo al calor de la lumbre.
Se sentía inmensamente afortunado.

03 marzo 2007

Como la rabia de amar…¡ALEGRÍA!



“Si no tienes voz
GRITA.
Si no tienes piernas
CORRE.
Si no tienes esperanza
INVENTA”.


“Alegría
Como la luz de la vida
Alegría
Como un payaso que grita
Alegría
Del estupendo grito
De la tristeza loca
Serena,
Como la rabia de amar
Alegría
Como un asalto de felicidad”.

Hace un tiempo una Bruja me regaló un pase a un mundo mágico y el sueño se convirtió en fabulosa realidad durante un bello instante.

“¿Y si todo fuera posible? ¿Si el bufón del rey tuviera razón? ¿Si el escenario se convirtiera en un mundo fantástico donde los viejos vuelven a ser jóvenes, y donde los reyes sean payasos? ¿Y si te conviertes en rey por algunas horas? Si esto fuera Alegría”. Franco Dragone.

Para mi “Alegría” no es un espectáculo circense-acrobático más. Posee muchas otras connotaciones personales más profundas. Tan profundas que las melodías de las canciones me llegan a lo más hondo del alma cada vez que las escucho y me traen montones de recuerdos, montones de vida y montones de alegría.
Es curioso pero esa sola palabra “Alegría” encierra todo un misterio, todo un universo de algo muy muy bello. En un mundo a veces duro y lleno de sombras que aplastan la luz una palabra sola abre la puerta de la paz, la calma y el optimismo “Alegría”.

“No nos hacemos ilusiones. Los niños de la calle no verán “Alegría”. Reír es todavía un lujo que ellos no pueden permitirse. Esta noche nuestro grito de júbilo se convertirá en un llanto de rabia por los millones de jóvenes corazones que volverán a helarse en los suburbios de nuestra buena voluntad. Que “Alegría” se convierta en un grito de unión de todos aquellos que todavía tenemos voz”. Franco Dragone.

La gran carpa blanca se yergue majestuosa junto al Mediterráneo.
La gente se agolpa esperando en la sala llena de productos carísimos y amables vendedores deseosos de venderlos. Huele a palomitas de maíz.
La subida hacia las gradas es como la ascensión al camarín del Santo: lenta, emocionada, expectante. Emocionado contemplo el gigantesco espacio, donde se escuchan bellos trinos de aves, con el gran escenario en medio.
A las nueve en punto los actores comienzan a moverse por pista.
Una pena que un grupo de pijos y bobos informáticos de convención llegasen tarde y en tromba haciendo ruido: no está hecha la miel para la boca del asno. Como también es lastimoso que se tenga que exigir a adultos que, a fin de no desconcentrar a los artistas que se juegan la vida, apaguen cámaras y teléfonos. Pese a la advertencia no cesaron los flashes…

Clowns y músicos ocupan sus puestos tras pasear por las gradas y empezar a caldear el ambiente: vestuario de época, maquillajes de ensueño, gestos teatrales. La potente y mágica música embriaga el alma desde la primera nota y… ¡Comienza la función!.

Una trapecista desafía la gravedad con giros espectaculares desde los oscilantes trapecios. No hay red y sus movimientos son seguros pese a haber momentos en los que se sostiene cabeza abajo sólo por el empeine de los pies…

Los artistas del Power Track hacen una exhibición de saltos y cabriolas imposibles sobre el suelo elástico en una impecable danza cargada de belleza y magnetismo. Cada salto, cada movimiento están ligados a una nota musical en coordinación y perfección absoluta donde no sobra ni falta nada.

Mágica es la danza del fuego, también. Si a mi que estoy a veinte metros me llega el calor ¿cómo pueden esos hombres que hacen malabarismos con antorchas no quemarse?.

Entre los números cargados de fuerza y tensión los payasos relajan el ambiente con sus inteligentes y tiernos juegos que arrancan carcajadas a la abarrotada gradería. ¿Cómo se puede hacer reír de esa forma a dos mil quinientas personas con sólo un avión de papel?.

Una gimnasta contorsionista tras varios ejercicios de cinta perfectos baila con una docena de aros mientras su cuerpo adopta formas imposibles.

Y por fin “La Tormenta”: una bellísima y triste historia de un viaje, un amor repentino, una marcha sin despedida, una carta y una búsqueda desesperada en medio de la tormenta. Todo ello sin que el clown que lo protagoniza diga una sola palabra mientras expresa infinitos sentimientos que conmueven.

Tras la pausa y otra bronca a los lerdos informáticos por buena parte de la grada (no formaba parte del programa) se deshace el orden natural de las leyes físicas:

Un hombre suspendido del techo por dos cuerdas vuela por encima del público. El aire en sus pantalones de seda y sus fuertes brazos impeliéndole a todo tipo de imposibles movimientos muestran que la gravedad no existe y sí: el ser humano puede volar. Desaparecen de la vista las cuerdas y sólo se ve un hombre volando y girando por encima de las cabezas del asombrado público.

Tras él las “Barras Rusas”: quince gimnastas elegantemente vestidos de época y con blancas pelucas empolvadas realizan saltos imposibles sobre unos largos palos que aguantan entre dos. Vueltas, cambios de un palo a otro, giros…Sin duda el hombre puede volar, sí.

Un momento más relajado mientras un equilibrista muestra fuerza y destreza sobre unos postes de madera.

Llevo con la boca abierta desde que me senté en la butaca. Y aún me queda…
Ahora dos payasos parodian los números anteriores. Se ríen hasta de su propia sombra y hacen que el público estalle en carcajadas cuando llevan a escena a un espectador que les ayuda a parodiar a los equilibristas rusos.

De nuevo música fantástica y evocadora y dos contorsionistas orientales maravillan al público: me duele la espalda y todos los huesos sólo con mirarlas. ¿Tendrán huesos?, ¿serán de goma?. Hay momentos en los que tienes que esforzarte para saber donde tienen las partes del cuerpo y a cual de ellos corresponde aquella cabeza o aquella mano que aparece girada.
Las leyes de la anatomía también desaparecen sin que las bellas jóvenes pierdan la agradable sonrisa. Si no lo tuviese a escasos metros no lo creería. Pero doy fe de que es real. Impresionante.

El último número: las “Barras Aéreas”: siete trapecistas, esta vez con red, hacen todo tipo de piruetas y “saltos mortales” múltiples suspendidos de barras de lo alto del techo desafiando la gravedad y sin abandonar los gestos ni las poses de danza.

Antes, las dos cantantes, una vestida de blanco y otra de negro cantan una bellísima canción:


Querer
"Dentro del corazón
Sin pudor, sin razón
Con el fuego de la pasión
Querer
Sin mirar hacia atrás
A través de los ojos
Siempre y todavía mas
Amar
Para poder luchar
Contra el viento y volar
Descubrir la belleza del mar


Querer
Y poder compartir
Nuestra sed de vivir
El regalo que nos da el amor
Es la vida
Querer
Entre cielo y mar
Sin fuerza de gravedad
Sentimiento de libertad
Querer
Sin jamás esperar
Dar solo para dar
Siempre y todavía mas
Amar
Para poder luchar
Contra el viento y volar
Descubrir la belleza del mar


Querer
Y poder compartir
Nuestra sed de vivir
El regalo que nos da el amor
Es la vida

Querer

Dentro del corazón
Sin pudor, sin razón
Con el fuego de la pasión
Y volar”.


Acaba la función mientras las cantantes vuelven a cantar “Alegría” con los 59 artistas saliendo a saludar, sin abandonar la sonrisa, la danza ni la perfección de formas.
Durante dos breves horas han sido capaces de crear belleza y de transportar con sus elegantes movimientos, sus maquillajes y vestuarios de ensueño, sus danzas, sus acrobacias imposibles y su embriagadora música a un mundo donde lo fantástico es la realidad y donde la magia reina por completo.
Ese mundo existe. Afortunadamente.

Regresaba por las calles desiertas de la nocturna Barcelona convencido que, más allá del espectáculo vivido, una palabra: “Alegría” puede hacer mejor el mundo y nuestros corazones con sólo dejarnos transportar por su música y por su magia.

“Alegría
Como la luz de la vida
Alegría
Como un payaso que grita
Alegría
Del estupendo grito
De la tristeza loca
Serena,
Como la rabia de amar
Alegría
Como un asalto de felicidad”.


“Si no tienes voz
GRITA.
Si no tienes piernas
CORRE.
Si no tienes esperanza
INVENTA”
.

¡¡¡Feliz Alegría!!!
*Gracias Bruja.

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