Tiene, Jacques Gaillot, el “Obispo de los marginados",
un libro cuyo título es la definición cristiana de lo que debe ser La Iglesia: “Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada”.
En estos momentos de crisis económica ¿La Iglesia sirve? ¿cuáles han sido las medidas proféticas y encarnadas de Evangelio de Jesús que La Iglesia recoge para luchar a favor de los marginados como es su deber?
Básicamente dos:
1- Repetir hasta hartarse que los homosexuales irán al infierno.
2- Construir un templo donde una aprovechada quiere hacer negocio gracias a falsas apariciones. Ni que La Madre de Dios no tuviese nada mejor que hacer que andarse “apareciendo” a timadoras y mentes blandas.
Nada queda ya de aquella Iglesia comprometida hasta los tuétanos del Post Concilio Vaticano II. Su lugar lo han ocupado sectas fanáticas destructivas de pietismo desencarnado y herético por completo. Desde los delincuentes Kikos hasta La Comunidad del Cordero (de la que es fan el “limitado” joven obispo de Solsona), pasando por carismáticos milenaristas, opusinos, legionarios, los del Seminario del Pueblo de Dios, la monjita esa de Burgos que escindió las clarisas para crear una pantomima neocatecumenal (de los Kikos) en femenino, hasta llegar a la timadora vidente esta de El Escorial.
Como tampoco nada queda de los jóvenes metidos hasta los tuétanos en catequesis, grupos de educación en valores humanos, todo tipo de voluntariados con los Hijos Favoritos del Dios de los Cristianos: los que sufren cualquier tipo de marginación. Su lugar lo ocupan niñatos histéricos que van de papólatras una vez al año para poder tener su botellón subvencionado por los impuestos de los marginados.
¿Dónde está la voz crítica de La Iglesia ante una reforma sanitaria que condenará a muerte a personas?, ¿dónde los gritos de los obispos y los curas ante la marginación gubernamental hacia quienes no tienen papeles pero sí pueden enfermar?, ¿dónde los jóvenes o los agentes de pastoral gritando, Evangelio en mano, contra recortes en derechos o ante desalojos?
Simplemente no están. Y los pocos que quedan se esconden.
Me consta que siguen quedando buenos curas y algún que otro buen obispo que, como los dos de Barcelona, se encuentran desbordados y agotados por una Iglesia que es la primera que les cierra sus puertas cuando intentan hacer su labor. Buenos curas y un par de buenos obispos que se dejan las uñas haciendo más de lo que pueden y que a todas luces no es nada y apenas sirve de nada.
En menos de 20 años han convertido lo que, con del Concilio Vaticano II, las Conferencias de Puebla y Medellín o el Concilio Provincial Tarraconense, empezaba a ser “una Iglesia que servía”, en una rémora inútil, herética y fundamentalista, refugio de mentes embrutecidas, graves paranoias y todo tipo de luchas de poder y dinero que nada tienen que ver con el mensaje de Las Bienaventuranzas ni con la vida Del Cristo.
Una Iglesia que ofrece el sacerdocio no como un servicio a los marginados sino como “un trabajo estable”.
Una Iglesia que se preocupa de los fetos no nacidos antes de las vidas de enfermos o de personas sin trabajo.
Una Iglesia que odia el amor entre dos personas. Un amor que, sólo por el hecho de existir, ya es fecundo. ¿Se puede ser cristiano y odiar el amor?..
Una Iglesia que no grita ni ejerce su obligación profética no vaya a ser que le quiten las subvenciones que debería rechazar para que pudiesen llegar a quienes necesitan comer o acceder a las medicinas.
Una Iglesia, en definitiva sólo hace aquello que vino a desechar el Hombre de Nazaret Hijo de Dios.
Una Iglesia que cada vez menos es La Iglesia de todos para ser sólo la de unos pocos mediocres, fanáticos, herejes de medio pelo, blandurrios de espiritualidad desencarnada meaguabendita y miserables fariseos varios.
Mientras dure la crisis nuestra actual La Iglesia Parásita Absurda seguirá sin ejercer su obligación profética.
Y continuará sin “servir porque no quiere servir”.
...Eso sí: mantendrá su enfervorizada cruzada contra los homosexuales, construirá templos para ampliar su catálogo de sectas destructivas y se llevará a sus cachorros de “botellón papólatra”. Eso no solucionará la crisis pero...tendrá contentos a sus amos...
Buen momento para que los auténticos cristianos estemos más esperanzados, atentos y comprometidos que nunca.
Pese a La Iglesia.
LOBOGRINO
Un cajón desastre de historias peregrinas
BIENVENID@
"Que los caminos se abran siempre a tu encuentro, que el viento sople siempre a tu espalda, que el sol brille templado sobre tu rostro, que la lluvia caiga suave sobre tus campos.
Y que, hasta que volvamos a encontrarnos...Dios te guarde en la palma de su mano".
(Bendición Celta)
02 mayo 2012
18 abril 2012
DE MAL EN PEOR
A Juancar, el Borbón de la clase:
“Lo siento mucho . Me he equivocado. No volverá a ocurrir", dices al salir del hospital con el falso rictus del niño enganchado en una trastada que sabe que tiene que pedir disculpas para evitar un castigo.
¿Qué es lo que dices que sientes?
¿Haberte ido a matar animales en peligro de extinción?
¿Haber hecho un enorme gasto de un dinero que nunca te has ganado en un momento en el que los que sí se lo ganan no pueden pagar ni las medicinas?
¿Haberte ido con traficantes de armas, mafiosos, jerarcas que mandan asesinar a sus súbditos?
¿Haber derrochado en fiestas lo que no te corresponde mientras muchos son desalojados de sus casas?
...
¿No será que lo que sientes realmente es que esta vez se te ha pillado “con todo el equipo” y es eso lo que te encargarás que “no vuelva a ocurrir”: ser pillado?
Mira Juancar del alma: si fueses un niño en clase te intentaría hacer ver que no hay que disculparse tratando de manipular a los adultos, que como te perdonan aquí paz y después gloria. Que lo que hay que hacer es no meter la pata, ser adulto, maduro y responsable.
Pero no eres un niño ni yo tu maestro.
Esa lección ya la deberías traer sabida de casa.
Tampoco es eximente de responsabilidad el hecho de que seas un viejo senil que no se aclara. No, para nada. Se supone, aunque no sea tu caso, que la vejez da experiencia y sabiduría.
Mira, Juancar, me da igual tu edad, tu estado civil poligámico/infiel lleno de hijas e hijos ilegítimos.
Me da igual que, como la mayoría de los reyes del Antiguo Régimen al que perteneces, tus endogámicos genes estén defectuosos haciendo que tú y tu parentela legítima seáis unos libidinosos compulsivos medio gilipuertas.
Como me da igual que tú homófoba mujer viva en Londres y pase de ti como tú pasas de tus nietos oficiales.
Que también me da igual que se disparen en los pies o en la cara como tú hiciste, cuando ya eras un hombre, con aquel hermano tuyo que murió “de forma natural”. Que natural es que si alguien te descerraja un tiro en la jeta te mueras.
Me da igual que tengas nietos no reconocidos por su padre, que tu hija, la oficialmente inteligente, no pise la cárcel como merece, o que la otra se tire a todo macho que respira. Me resulta totalmente indiferente.
Hasta en el fondo me da igual que vuelvas a tener las joyas de la familia real que la reina Victoria Eugenia, tu abuela vendió en el exilio de Suiza. Costosísimas joyas recuperadas de...”oscuras maneras y con oscuros dineros” en muy pocos años y tras haber pasado necesidad en Estoril...
Incluso voy a olvidarme que tu impoluto papel en el intento de Golpe de Estado de 1981 igual no fue tan inmaculado como siempre nos han hecho creer...
Lo que no me da igual es que me trates de idiota. Que mis padres no son parientes.
Lo que no me da igual es estarte subvencionando los vicios, las monterías, las queridas, la seguridad y todo lo que me gastas sin saber cuánto dinero sale de mis impuestos para pagar todo eso.
Como no me da igual que por tu real cara dura te cueles en las listas de espera de los que sí trabajan y seas atendido antes que los que sí tienen derecho a la sanidad.
Lo que no me da igual, ya que según dicen, representas al país en el que vivo y por tanto a mi, te relaciones con mafiosos, traficantes de armas (¿me puedes explicar que reciben ellos de ti? porque tu elocuencia y tu saber estar precisamente no...), o jerarcas medievales que matan violadas y gais.
Que si tus fiestas y vicios las pagas de lo que se nos quita a los españoles es muy grave. Pero si eres invitado por toda esa panda de delincuentes de alto standing lo es mucho más.
No me da igual no saber de dónde salen todos y cada uno de los euros que manejas.
Si son de mis impuestos se te están asignando muchos más de los declarados quitándomelos en sanidad, educación, cultura...
Y si son de otras financiaciones estás recurriendo en delitos. Grandes sumas de dinero negro que no se declara, no paga impuestos y seguramente sale de negocios ilícitos.
No, Juancar, no.
No soy tu maestro, ni tu padre, ni tu catequista por más que podría hacer perfectamente de ellos. Tu falso gesto no me conmueve ni tu falsa disculpa me enternece. Lo más mínimo.
No te voy ni a poner de rodillas cara a la pared, ni a darte una somanta de palos, ni a amenazarte con el fuego eterno.
Simplemente, ya que pago parte de tus vicios, voy a exigirte que abdiques y te vayas, con todas tus familias, a buscar un empleo o a que os den alojamiento tus peligrosos amigos. Que ya va siendo hora que te ganes lo que comes.
Si durante unos pocos años esta España Picasiana necesitó una monarquía franquista para evitar los peligrosos militares, ahora ya no. Hace más de dos décadas que se acabó tu papel aquí.
El día 24 de febrero de 1981 debiste haber abdicado y volver a tu país (naciste en Italia) con los tuyos. Entonces la historia te habría recordado como el último Rey Ejemplar. Ahora sólo se te recordará por otro absolutista putero y vicioso más.
Ale, hijo: a pillar las maletas que ya es hora.
Y si no os queréis ir...pues habrá que abriros la puerta y pasaros el pié por las reales posaderas para hacerlo más fácil.
Nos sobran motivos.
Atentamente: Lobogrino.
©- Lobogrino.
“Lo siento mucho . Me he equivocado. No volverá a ocurrir", dices al salir del hospital con el falso rictus del niño enganchado en una trastada que sabe que tiene que pedir disculpas para evitar un castigo.
¿Qué es lo que dices que sientes?
¿Haberte ido a matar animales en peligro de extinción?
¿Haber hecho un enorme gasto de un dinero que nunca te has ganado en un momento en el que los que sí se lo ganan no pueden pagar ni las medicinas?
¿Haberte ido con traficantes de armas, mafiosos, jerarcas que mandan asesinar a sus súbditos?
¿Haber derrochado en fiestas lo que no te corresponde mientras muchos son desalojados de sus casas?
...
¿No será que lo que sientes realmente es que esta vez se te ha pillado “con todo el equipo” y es eso lo que te encargarás que “no vuelva a ocurrir”: ser pillado?
Mira Juancar del alma: si fueses un niño en clase te intentaría hacer ver que no hay que disculparse tratando de manipular a los adultos, que como te perdonan aquí paz y después gloria. Que lo que hay que hacer es no meter la pata, ser adulto, maduro y responsable.
Pero no eres un niño ni yo tu maestro.
Esa lección ya la deberías traer sabida de casa.
Tampoco es eximente de responsabilidad el hecho de que seas un viejo senil que no se aclara. No, para nada. Se supone, aunque no sea tu caso, que la vejez da experiencia y sabiduría.
Mira, Juancar, me da igual tu edad, tu estado civil poligámico/infiel lleno de hijas e hijos ilegítimos.
Me da igual que, como la mayoría de los reyes del Antiguo Régimen al que perteneces, tus endogámicos genes estén defectuosos haciendo que tú y tu parentela legítima seáis unos libidinosos compulsivos medio gilipuertas.
Como me da igual que tú homófoba mujer viva en Londres y pase de ti como tú pasas de tus nietos oficiales.
Que también me da igual que se disparen en los pies o en la cara como tú hiciste, cuando ya eras un hombre, con aquel hermano tuyo que murió “de forma natural”. Que natural es que si alguien te descerraja un tiro en la jeta te mueras.
Me da igual que tengas nietos no reconocidos por su padre, que tu hija, la oficialmente inteligente, no pise la cárcel como merece, o que la otra se tire a todo macho que respira. Me resulta totalmente indiferente.
Hasta en el fondo me da igual que vuelvas a tener las joyas de la familia real que la reina Victoria Eugenia, tu abuela vendió en el exilio de Suiza. Costosísimas joyas recuperadas de...”oscuras maneras y con oscuros dineros” en muy pocos años y tras haber pasado necesidad en Estoril...
Incluso voy a olvidarme que tu impoluto papel en el intento de Golpe de Estado de 1981 igual no fue tan inmaculado como siempre nos han hecho creer...
Lo que no me da igual es que me trates de idiota. Que mis padres no son parientes.
Lo que no me da igual es estarte subvencionando los vicios, las monterías, las queridas, la seguridad y todo lo que me gastas sin saber cuánto dinero sale de mis impuestos para pagar todo eso.
Como no me da igual que por tu real cara dura te cueles en las listas de espera de los que sí trabajan y seas atendido antes que los que sí tienen derecho a la sanidad.
Lo que no me da igual, ya que según dicen, representas al país en el que vivo y por tanto a mi, te relaciones con mafiosos, traficantes de armas (¿me puedes explicar que reciben ellos de ti? porque tu elocuencia y tu saber estar precisamente no...), o jerarcas medievales que matan violadas y gais.
Que si tus fiestas y vicios las pagas de lo que se nos quita a los españoles es muy grave. Pero si eres invitado por toda esa panda de delincuentes de alto standing lo es mucho más.
No me da igual no saber de dónde salen todos y cada uno de los euros que manejas.
Si son de mis impuestos se te están asignando muchos más de los declarados quitándomelos en sanidad, educación, cultura...
Y si son de otras financiaciones estás recurriendo en delitos. Grandes sumas de dinero negro que no se declara, no paga impuestos y seguramente sale de negocios ilícitos.
No, Juancar, no.
No soy tu maestro, ni tu padre, ni tu catequista por más que podría hacer perfectamente de ellos. Tu falso gesto no me conmueve ni tu falsa disculpa me enternece. Lo más mínimo.
No te voy ni a poner de rodillas cara a la pared, ni a darte una somanta de palos, ni a amenazarte con el fuego eterno.
Simplemente, ya que pago parte de tus vicios, voy a exigirte que abdiques y te vayas, con todas tus familias, a buscar un empleo o a que os den alojamiento tus peligrosos amigos. Que ya va siendo hora que te ganes lo que comes.
Si durante unos pocos años esta España Picasiana necesitó una monarquía franquista para evitar los peligrosos militares, ahora ya no. Hace más de dos décadas que se acabó tu papel aquí.
El día 24 de febrero de 1981 debiste haber abdicado y volver a tu país (naciste en Italia) con los tuyos. Entonces la historia te habría recordado como el último Rey Ejemplar. Ahora sólo se te recordará por otro absolutista putero y vicioso más.
Ale, hijo: a pillar las maletas que ya es hora.
Y si no os queréis ir...pues habrá que abriros la puerta y pasaros el pié por las reales posaderas para hacerlo más fácil.
Nos sobran motivos.
Atentamente: Lobogrino.
©- Lobogrino.
08 marzo 2012
20 diciembre 2011
¡FELIZ NAVIDAD!
Hacía frío aquel atardecer de principios de invierno. Llevaban horas viajando por caminos de piedras. Estaban cansados y hacía frío.
La pequeña aldea estaba llena de gente y no había sitio para ellos.
Alguien, tan pobre como la joven pareja, les permitió quedarse en un rincón. En la cueva donde guardaban el ganado.
- No puedo más, María. ¿Qué vamos a hacer?. Una ley absurda nos obliga a viajar hasta aquí. Tú en tu estado. Mis parientes no quieren saber nada. ¿Qué más puede pasar?.
- Ten fe, José. ¿Ves?. Nos dejan un rincón. Todo va a salir bien.
- Sí, María, tengo fe en ti porque te quiero. Pero Dios…Dios a veces se vuelve Silencio.
- Ten fe…
Pasada la media noche María empezaba a descansar. Nadie más que José y los animales oyeron sus gritos en la fría noche. No tenía más sábanas que la hierba seca y unos paños que había llevado consigo “por si acaso”. Ni más comadrona que su joven esposo.
A la luz de una breve antorcha amantaba por vez primera a su hijo.
- Ves José. Esto es lo único importante. Estamos los tres. El niño ha nacido bien. Está sano. Tiene todos los deditos. Estamos tú, el niño yo. Tenemos un techo y nuestro calor de familia. ¿Qué más podemos pedir?. Estar en esta cueva juntos es mucho mejor que todo el falso oro de los palacios de los reyes.
Anda, deja de limpiar y ven aquí a nuestro lado. ¿En qué piensas?.
- Pues sinceramente. Estaba pensando que si al niño le da por parecerse a Su Padre igual se vuelve invisible y dejamos de verlo aunque sabremos que por ahí andará….Jajajajajaja.
- ¡ Pero qué cosas tienes!. Por eso estoy contenta de haberme casado contigo. Pareces serio pero tienes un humor…
- Bueno y además soy guapo, y tengo un buen oficio, y soy joven. Jejeje. Yo creo que me enamoré de ti desde que jugábamos siendo niños. Cuando nuestras familias prepararon la boda fui el hombre más feliz del mundo. Era a ti a quien siempre quise.
- No voy a decir nada al respecto: ya lo sabes. ¿Qué es ese ruido?. ¿Quién viene?.
Antes del amanecer se marcharon. Habían preparado una fiesta como sólo la gente de verdad sabe hacer: compartiendo lo que tiene. Era sábado, el día sagrado de los judíos, y no se sacaba el ganado. María, José y el niño tenían un día entero para descansar de la ajetreada noche.
- ¿Qué ha ocurrido, María?. Dime que no ha sido un sueño. No, claro, los restos de queso, dátiles y las pieles de oveja siguen ahí.
- Te había dicho que tuvieses fe, José. Creo que empiezo a entender lo que ha pasado. Dios, ese Dios del silencio del que a menudo hablas, nos ha dado una pista de cómo quiere que eduquemos al niño.
- ¿Y qué tienen que ver unos pastores con la educación de nuestro hijo?. No lo entiendo.
- Verás: sabes de sobra que nadie quiere a los pastores. Les rechazamos incluso más que a los ladrones. Los pastores son pobres, sucios, no saben hablar ni comportarse, son agrestes, rudos, se pasan meses en las montañas. Todos sabemos que allí, lejos de las personas decentes, sin mujeres cerca, tienen relaciones entre ellos, en contra de lo que manda La Ley. También por eso les rechazamos. Porque son impuros, sucios y aberrantes.
- Sí. Todo eso lo sé. Por eso no entiendo por qué han venido. Se lo agradezco pero no lo entiendo.
- Es sencillo. Dios se les ha aparecido a ellos, a los que son rechazados por todos. Y a ellos les ha regalado conocer a Su Hijo. ¿No lo ves?. Dios nos ha puesto a prueba. Podía haber elegido nacer en un palacio rodeado de riquezas y poder. Pero nos ha elegido a ti y a mi: una pareja joven y pobre. Y nos ha enviado aquí, a una cueva de bestias para que su hijo naciese en la miseria y fuesen unos miserables a los que todo el mundo rechaza los que le diesen sus primeros regalos: calor humano y alegría de verdad.
¿A que hemos estado a gusto?, ¿a que tampoco son tan mala gente?. Para eso Dios ha querido todo esto. Tenemos que educar al niño a AMAR, así, con mayúsculas. Y sobre todo a que ame y enseñe a amar a los que nadie quiere.
Estoy agotada. Pero ha sido una noche tan especial. He tenido a mi hijo junto al hombre al que amo. Han venido unos desconocidos y compartiendo pobreza y alegría hemos tenido una fiesta como pocas. Porque cuando uno ama y se sabe amado no hacen falta dorados ni regalos de mentira: sólo personas. He sentido que Dios, ese Dios a menudo del silencio, escribe recto en las líneas torcidas de mi vida y me lleva siempre en la palma de su mano.
Aún nos queda mucho que pasar, mucho que no entender y mucho que sufrir. Pero ten fe, José. Vale la pena.
- Como quieras María. Junto a vosotros dos aprenderé a tener fe. Con la Madre y el Hijo de Dios, a mi lado como para no…
- Anda, deja de trastear y ven a nuestro lado. Que está amaneciendo y hace frío.
Amanecía un frío sábado de invierno en la perdida cueva de ganado de Palestina. Había sido una noche larga e intensa. Llena de vida, de calor y de amor.
Una noche que cambió la historia sin que nadie se percatase. Así es como actúa Dios: desde la autenticidad, la sencillez y el amor.
María, José y el Niño descansan juntos, felices.
Y lo siguen haciendo cada vez que nuestra Navidad, más allá de los ruidos y las luces es amor auténtico con los que hay a nuestro lado.
¡Feliz Navidad!.
14 diciembre 2011
ANDRESÍN PIES PLANOS
Andresín era un niño regordete y rubio, alegre y sano.
Andresín vivía en una aldea idílica de un valle perdido entre lejanas montañas.
Andresín era feliz. Pero tenía los pies planos. Se lo dijo el médico a su madre un día que esta se extrañó porque el niño empezaba a caminar de forma un tanto extraña.
Con los pies planos Andresín seguía siendo un niño regordete y rubio, alegre y sano. Pero empezó a ser un niño “diferente”: tener los pies planos era un drama: no podría caminar bien, no iría a la mili y siempre llevaría el cartel de “pies planos” pegado a su frente…ser diferente era malo.
Los padres de Andresín, que tanto querían a dos sus hijos (tenían también una inteligente y guapa niña de fuerte carácter llamada Marta ), desde el momento que se enteraron del problema de su hijo pusieron todos los medios para solucionarlo, pese a que eran pobres. Buscaron tratamiento, pero en aquella época apenas había “médicos que curasen pies” y les resultó muy difícil. Siguieron buscando hasta que dieron con uno en Arcaica, una vieja ciudad a casi trescientos kilómetros de la aldea.
Desde ese momento, con cuatro años, la vida de Andresín cambió. No podía hacer las cosas que hacían los demás niños de su edad: saltar, escalar montañas, trepar a los árboles, jugar al fútbol. Cuando en invierno nevaba, mientras los demás niños de la aldea jugaban con la nieve, Andresín tenía que conformarse con mirar desde la ventana.
Tenía que llevar unas incómodas botas ortopédicas que se rompían casi con mirarlas y dentro de ellas unas plantillas hechas a medida cada seis meses, que también se rompían fácilmente y además eran muy caras.
Seguía siendo feliz, alegre y sano; pero de la misma manera que su cuerpo cambió y se volvió delgaducho y su pelo se oscureció hasta el color castaño, su ánimo también varió.
Andresín se tornó tímido, introvertido y solitario.
La primera vez que el podólogo tocó sus piececitos se molestó mucho y dijo a su mamá indignado:
- “¡Los médicos de Arcaica son unos marranos!”.
De todas formas su instinto de supervivencia prevalecía y continuó “capeando el temporal de la vida” teniendo la infancia feliz que todo niño merece.
Se acostumbró a las plantillas, que durante años le hicieron un doloroso callo en la planta del pie, se acostumbró a los apretados y feos zapatos ortopédicos que se rompían con nada. Se acostumbró a caminar de puntillas por el comedor de casa cada tarde durante la media hora que duraba el Telediario, bajo la vigilante mirada de su hermana Marta o de sus padres. Aquella era la terapia que mandaba el podólogo.
Y se llegó a acostumbrar a otras cosas más dolorosas que unos zapatos que oprimen los pies.
Como no podía jugar con los niños y las niñas le parecían tontas (cosa normal en cualquiera de su edad) estaba con los adultos. Les escuchaba y se sentía escuchado; sobre todo por los abuelos del pueblo. Además él tenía el mejor abuelo del mundo que le enseñaba los nombres de las plantas, de los insectos y le contaba mil historias reales que sonaban a leyenda. Con su manita agarrada al dedo de su abuelo mientras le contaba cosas se sentía libre y feliz.
Cuando los adultos tenían quehaceres Andresín caminaba durante horas por los montes y se embelesaba con el aroma de las plantas o las evoluciones de los insectos y de los pájaros.
Tenía amigos y les quería pero sabía que había momentos en los que no podía estar con ellos. Aunque cuando iban en bici siempre era el primero en apuntarse.
Pero claro, no todo es idílico. Como muchas veces no jugaba con los otros niños, y se enfadaba si rompían nidos de golondrina. Como pasaba tiempo solo y tenía un lenguaje de adulto para su edad, pronto empezaron a llamarle “marica”. Al principio le molestó, pero luego dejó de darle importancia:
- Total tener los pies planos tampoco es tan malo. Cuando se curen dejarán de llamarme esas cosas.
Lo que el ingenuo Andresín ignoró durante casi toda su infancia era que “maricón” no significa “tener los pies planos”…(¿o sí?)…
Lo que más le dolía era que le dijesen que no caminaba bien o que no podría caminar “como es debido” y que siempre andaría como un pato.
Por eso nuestro amiguito se esforzaba por caminar mucho y por demostrar y demostrarse que era capaz de andar más y mejor que nadie.
A los doce o trece años con los cambios propios de la pubertad se enteró de que la palabra odiada con la que algunas personas le herían de niño tenía “otro significado” y pensó con hilaridad:
- “¡Si supiesen que tenían razón sin saberlo!”. Esa fue su venganza: reírse de quien le marginó por diferente y pensando hacer más daño no se equivocó mientras él no sabía de que iba el tema.
El joven Andrés, diría más tarde:
- “En el fondo tenían razón: un pies planos de la época, era un maricón: ambos estaban marginados y excluidos”.
El adolescente Andrés, ya con una oscura sombra en el bigote y con voz de pollo de corral, gustaba de recorrer montes con las zapatillas que le dejaron ponerse por vez primera a los catorce años. Y pasar días enteros solo por los montes nevados con sus botas de goma (hasta los 12 años no pudo hacerlo).
Había aprendido de su infancia a valorar cada brizna de hierba o cada aliento de viento del bosque. Había aprendido a observar, a escuchar y respetar a los mayores. Había aprendido a oler los mil aromas de la naturaleza y escuchar sus mil sonidos. A encontrar valores en el que es diferente. A ser independiente y crear sus propias diversiones sin la gregariedad de un grupo.
También, por supuesto, a detestar el fútbol y los deportes, a pasar de competiciones y demostraciones absurdas de valor, u hombría, a no soportar las grandes concentraciones de gente ruidosa, a tener ideas propias sin importarle si eran o no bien vistas: tenía asumido que era “el raro oficial” y eso le daba libertad.
Y sobre todo aprendió a caminar sin tener que pensar que había tenido los pies planos.
A los dieciséis años el podólogo le dio el alta: ¡Ya estaba curado!. El esfuerzo de sus padres y el suyo propio habían tenido recompensa.
Y ese mismo año su vida dio un cambio radical: se marchó de la aldea con su familia a vivir a otro lugar y empezar otra vida.
Años más tarde el adulto Andrés, con barba y alguna incipiente cana, volvió para pasar una larga temporada a la aldea. Siempre que podía caminaba durante horas, cual corzo, por los bosques, en los que de niño había aprendido toda una forma de ser y de ver la vida.
Un día cogió una mochila y se fue caminando al Campo de Estrellas y al Fin de la Tierra, para cierta admiración de algunos que pensaron en el niño regordete que no quería caminar de por vida como un pato.
A la vuelta alguien le dijo:
- “Parece mentira que con lo que caminas, de niño tuvieras los pies planos.
- Tuve los pies planos, sí, pero gracias a Dios no tenía plano el cerebro”.
Y con sonrisa sardónica pensó:
- “Benditos pies planos que abrieron un ventanal de sensibilidad y de diferencia felices cuando tras la vieja puerta me esperaba mediocre normalidad”.
Cuando el hombre cierra una puerta Dios abre una ventana…para tirarse de pies…y ser feliz.
Andresín vivía en una aldea idílica de un valle perdido entre lejanas montañas.
Andresín era feliz. Pero tenía los pies planos. Se lo dijo el médico a su madre un día que esta se extrañó porque el niño empezaba a caminar de forma un tanto extraña.
Con los pies planos Andresín seguía siendo un niño regordete y rubio, alegre y sano. Pero empezó a ser un niño “diferente”: tener los pies planos era un drama: no podría caminar bien, no iría a la mili y siempre llevaría el cartel de “pies planos” pegado a su frente…ser diferente era malo.
Los padres de Andresín, que tanto querían a dos sus hijos (tenían también una inteligente y guapa niña de fuerte carácter llamada Marta ), desde el momento que se enteraron del problema de su hijo pusieron todos los medios para solucionarlo, pese a que eran pobres. Buscaron tratamiento, pero en aquella época apenas había “médicos que curasen pies” y les resultó muy difícil. Siguieron buscando hasta que dieron con uno en Arcaica, una vieja ciudad a casi trescientos kilómetros de la aldea.
Desde ese momento, con cuatro años, la vida de Andresín cambió. No podía hacer las cosas que hacían los demás niños de su edad: saltar, escalar montañas, trepar a los árboles, jugar al fútbol. Cuando en invierno nevaba, mientras los demás niños de la aldea jugaban con la nieve, Andresín tenía que conformarse con mirar desde la ventana.
Tenía que llevar unas incómodas botas ortopédicas que se rompían casi con mirarlas y dentro de ellas unas plantillas hechas a medida cada seis meses, que también se rompían fácilmente y además eran muy caras.
Seguía siendo feliz, alegre y sano; pero de la misma manera que su cuerpo cambió y se volvió delgaducho y su pelo se oscureció hasta el color castaño, su ánimo también varió.
Andresín se tornó tímido, introvertido y solitario.
La primera vez que el podólogo tocó sus piececitos se molestó mucho y dijo a su mamá indignado:
- “¡Los médicos de Arcaica son unos marranos!”.
De todas formas su instinto de supervivencia prevalecía y continuó “capeando el temporal de la vida” teniendo la infancia feliz que todo niño merece.
Se acostumbró a las plantillas, que durante años le hicieron un doloroso callo en la planta del pie, se acostumbró a los apretados y feos zapatos ortopédicos que se rompían con nada. Se acostumbró a caminar de puntillas por el comedor de casa cada tarde durante la media hora que duraba el Telediario, bajo la vigilante mirada de su hermana Marta o de sus padres. Aquella era la terapia que mandaba el podólogo.
Y se llegó a acostumbrar a otras cosas más dolorosas que unos zapatos que oprimen los pies.
Como no podía jugar con los niños y las niñas le parecían tontas (cosa normal en cualquiera de su edad) estaba con los adultos. Les escuchaba y se sentía escuchado; sobre todo por los abuelos del pueblo. Además él tenía el mejor abuelo del mundo que le enseñaba los nombres de las plantas, de los insectos y le contaba mil historias reales que sonaban a leyenda. Con su manita agarrada al dedo de su abuelo mientras le contaba cosas se sentía libre y feliz.
Cuando los adultos tenían quehaceres Andresín caminaba durante horas por los montes y se embelesaba con el aroma de las plantas o las evoluciones de los insectos y de los pájaros.
Tenía amigos y les quería pero sabía que había momentos en los que no podía estar con ellos. Aunque cuando iban en bici siempre era el primero en apuntarse.
Pero claro, no todo es idílico. Como muchas veces no jugaba con los otros niños, y se enfadaba si rompían nidos de golondrina. Como pasaba tiempo solo y tenía un lenguaje de adulto para su edad, pronto empezaron a llamarle “marica”. Al principio le molestó, pero luego dejó de darle importancia:
- Total tener los pies planos tampoco es tan malo. Cuando se curen dejarán de llamarme esas cosas.
Lo que el ingenuo Andresín ignoró durante casi toda su infancia era que “maricón” no significa “tener los pies planos”…(¿o sí?)…
Lo que más le dolía era que le dijesen que no caminaba bien o que no podría caminar “como es debido” y que siempre andaría como un pato.
Por eso nuestro amiguito se esforzaba por caminar mucho y por demostrar y demostrarse que era capaz de andar más y mejor que nadie.
A los doce o trece años con los cambios propios de la pubertad se enteró de que la palabra odiada con la que algunas personas le herían de niño tenía “otro significado” y pensó con hilaridad:
- “¡Si supiesen que tenían razón sin saberlo!”. Esa fue su venganza: reírse de quien le marginó por diferente y pensando hacer más daño no se equivocó mientras él no sabía de que iba el tema.
El joven Andrés, diría más tarde:
- “En el fondo tenían razón: un pies planos de la época, era un maricón: ambos estaban marginados y excluidos”.
El adolescente Andrés, ya con una oscura sombra en el bigote y con voz de pollo de corral, gustaba de recorrer montes con las zapatillas que le dejaron ponerse por vez primera a los catorce años. Y pasar días enteros solo por los montes nevados con sus botas de goma (hasta los 12 años no pudo hacerlo).
Había aprendido de su infancia a valorar cada brizna de hierba o cada aliento de viento del bosque. Había aprendido a observar, a escuchar y respetar a los mayores. Había aprendido a oler los mil aromas de la naturaleza y escuchar sus mil sonidos. A encontrar valores en el que es diferente. A ser independiente y crear sus propias diversiones sin la gregariedad de un grupo.
También, por supuesto, a detestar el fútbol y los deportes, a pasar de competiciones y demostraciones absurdas de valor, u hombría, a no soportar las grandes concentraciones de gente ruidosa, a tener ideas propias sin importarle si eran o no bien vistas: tenía asumido que era “el raro oficial” y eso le daba libertad.
Y sobre todo aprendió a caminar sin tener que pensar que había tenido los pies planos.
A los dieciséis años el podólogo le dio el alta: ¡Ya estaba curado!. El esfuerzo de sus padres y el suyo propio habían tenido recompensa.
Y ese mismo año su vida dio un cambio radical: se marchó de la aldea con su familia a vivir a otro lugar y empezar otra vida.
Años más tarde el adulto Andrés, con barba y alguna incipiente cana, volvió para pasar una larga temporada a la aldea. Siempre que podía caminaba durante horas, cual corzo, por los bosques, en los que de niño había aprendido toda una forma de ser y de ver la vida.
Un día cogió una mochila y se fue caminando al Campo de Estrellas y al Fin de la Tierra, para cierta admiración de algunos que pensaron en el niño regordete que no quería caminar de por vida como un pato.
A la vuelta alguien le dijo:
- “Parece mentira que con lo que caminas, de niño tuvieras los pies planos.
- Tuve los pies planos, sí, pero gracias a Dios no tenía plano el cerebro”.
Y con sonrisa sardónica pensó:
- “Benditos pies planos que abrieron un ventanal de sensibilidad y de diferencia felices cuando tras la vieja puerta me esperaba mediocre normalidad”.
Cuando el hombre cierra una puerta Dios abre una ventana…para tirarse de pies…y ser feliz.
19 septiembre 2011
LA JUVENTUD DEL PAPA...
“Esta es la juventud del Papa” bramaban miles de jóvenes por Madrid cada vez que les enfocaba una cámara o alguien les miraba. Y es cierto. Tal vez una de las pocas cosas ciertas en esa agónica semana de dislates al modo del más surrealista Buñuel.
”La juventud del Papa” sí; la “Juventud Cristiana” no.
La juventud “del Papa” posee un perfil muy concreto. Los jóvenes que busca la actual Iglesia que involuciona cada día:
1- Carentes de capacidad de reflexión sobre el entorno en el que viven.
2- Desconocedores y sin el más mínimo interés por el mensaje del Evangelio.
3- De ideología política de derecha; si puede ser de extrema derecha mejor. Niños pijos que en ocasiones rozan el más puro fascismo.
4- Sin capacidad alguna de trabajo por mejorar su entorno como compromiso básico en tanto que cristianos. Ni siquiera se plantean la relación cristianismo/compromiso social.
5- De “espiritualidad” pobre, floja, vacía y totalmente desencarnada.
6- Carentes de todo tipo de empatía real (sin paternalismos) hacia aquellos que el Evangelio considera como “Primeros” (=”las putas, los tirados, los marginados por cualquier causa os precederán en el Reino de los Cielos”)
7- Aborregados repetidores de consignas que o no entienden y no aplican en su vida: claman contra el aborto y los anticonceptivos a la vez que abortan y usan anticonceptivos.
8-...
A finales de los años 80 y principios de los 90 aún quedábamos “otros jóvenes”. Jóvenes que “no éramos del Papa” pero sí éramos cristianos. Jóvenes que hacíamos encuentros no para adorar a un señor sino para trabajar por El Señor. Jóvenes que nos implicábamos hasta los tuétanos en voluntariado social, en grupos, educando en valores a niños u otros jóvenes. Que no se nos caían los anillos por intentar hacer algo por minusválidos, drogadictos reinsertándose, presos, transeúntes...Y que después de todo eso nos reuníamos para compartirlo en oración común y Revisión de Vida. Jóvenes que, cuando periódicamente hacíamos encuentros con nuestros Obispos no era para “idolatrarlos” ni llorar porque nos habían mirado. No. Era para explicarles como trabajábamos y para pedirles que ellos también se implicaran con los medios diocesanos que poseían.
Si en alguno de aquellos encuentros hubiese estado el Papa le hubiésemos tratado como a uno más, puesto que nuestra eclesiología, la del Concilio Vaticano II que estos jóvenes desconocen y que la actual Iglesia Católica se empeña en esconder, no era piramidal sino circular.
Fuimos los últimos jóvenes de una estirpe en la que no se podía entender la fe cristiana sin el compromiso social...y político. Que llevábamos en la mochila el Evangelio junto las propuestas de los dirigentes sindicales, manuales de Trabajo Social, las meditaciones de comprometidos Maestros Espirituales (cristianos o no) y los tratados de Teología de la Liberación o cualquier tipo de Teología Pastoral progresista, encarnada y de base.
De vergüenza ver a “los cachorros del Papa” enfrentándose a la gente del 15M, insultándoles y hasta agrediéndoles. Inexplicable e inconcebible para “supuestos cristianos”.
Aquellos jóvenes cristianos que hace veinte años estábamos implicados hasta la médula hubiésemos participado en las actividades del 15M sin dudarlo. Nuestro lugar, en tanto que cristianos, estaba allí ya que era impensable el cristianismo sin un compromiso de cambio y de mejora social.
Pero la actual Iglesia Católica, atenazada por el miedo a la evolución, vendida al peor poder político de la derecha más fascista, en manos de sectas fanáticas destructivas, cada día más lejana del mundo...y del Mensaje del Evangelio, opta por pantomimas de Semanas Santas desencarnadas en agosto y adolescentes histéricos adorando a un gurú; no vaya a ser que alguno de ellos redescubra la Teología de la Liberación y la hemos liado.
Sí, esa es “la juventud del Papa”, sí.
Afortunadamente aún deben quedar algunos jóvenes cristianos...en algún otro lugar.
Como afortunadamente quedamos cristianos, tal vez ya no tan jóvenes, dispuestos a seguir manteniendo viva la llama del Mensaje Liberador del Cristo también contra...la juventud del Papa.
12 septiembre 2011
DE NUEVO DE VUELTA
Tras meses de silencio y un trollcito rondando por esta página (lo que me obligó a cerrarla momentaneamente) el Lobogrino ha regresado de nuevo una vez más.
Esperan más historias en los próximos días.
Abrazos, desde lo alto de la Tierra de los Lobos, a los que seguís leyendo.
En unos días volverán las crónicas y las historias. Alguna tal vez con algo de la retranca habitual.
Esperan más historias en los próximos días.
Abrazos, desde lo alto de la Tierra de los Lobos, a los que seguís leyendo.
En unos días volverán las crónicas y las historias. Alguna tal vez con algo de la retranca habitual.
12 abril 2011
NIÑO Y JUEZ
Llevo tiempo sin colgar nada. Y no porque no tenga cosas que compartir, historias que contar. Resulta imposible no tener historias que contar. Estamos rodeados de historias en potencia que sólo necesitan ser escritas. En cada cruce en el metro, en cada situación por la calle, en cada charla con los amigos hay una maravillosa historia cuyo final nos puede sorprender si le permitimos que nos utilice para escribirlo.
Hace un tiempo me regalaron un libro de propuestas de historias. Sí, de aquellos de talleres de escritura. Propone 1.303 posibles historias que deben ser escritas. También podría proponer 2.606 o 312.012...o más...Como hay infinitas.
El Lobogrino vuele con esta propuesta. Pero también para quienes leéis este blog.
Iré colgando la propuesta del libro y la historia que a mi me sugiere. Animando a que el resto déis vuestra propia versión. Descubriremos que de una sugerencia pueden salir montones de historias soprendentes y divertidas.
Ah, y las "historias habituales" que escribe el Lobogrino continuarán apareciéndo. Que queda mucha tela por cortar.
Os dejo con la primera historia de los ejercicios del libro. Ya sólo nos quedan 1302...
1077- NIÑO Y JUEZ. El diálogo entre un niño y su juez.
- ¿Cómo se declara el acusado?
- Buaaaaaaaaaaa...Sif, sif, sif...buaaaaaaa...
- He preguntado que ¿cómo se declara el acusado?
- Sif, sif, sif...sif.
- Vamos a ver hijo: ¿lo hiciste o no lo hiciste?
- Sif, sif ¡Yo quiero ir con mi mamá!
- E irás con tu madre, pero primero debes decirme si fuiste tú quién lo hizo o no.
- Es que...- Silencio-
- Estoy esperando.
- Es que...- Otro rato de silencio-
- Tengo todo el tiempo del mundo, hijo. Si me dices si fuiste tú no te va a pasar nada...que no deba pasarte. Si no me dices nada vamos a quedarnos aquí para siempre.
- Tengo pis.
- Dímelo.
- Tengo hambre.
- Tú mismo.
- Quiero que me traigan mi osito de dormir.
- Y te lo traerán cuando me lo digas.
- Es que...
- Es que...¿QUÉ?
- Es que yo no quería.
- Vale, eso ya lo sé. Sólo ha sido un accidente. Pero: ¿lo hiciste o no lo hiciste?
- Está bien. Pero yo no quería abrir la puerta de su casa con mi ganzúa. Tampoco quería rajar con un machete el original de Matisse que tapaba la caja fuerte, ni volar esta con dos kilos de TNT para llevarme sus lingotes de oro. Jooo, es que yo no quería colgar a su perro con un cable de alta tensión que arranqué del jardín y que luego tiré a la piscina en la que se estaban bañando sus hijos con la nani.
Tengo pis y quiero mi osito.
Ni tampoco quería robar las joyas de su mujer, ni pegarle dos tiros en el pecho con una recortada de 20 milímetros cuando me pilló. Y sobre todo, sobre todo, lo que no quería era poner cianuro en todos los botes de café que había en la casa.
Es que. Es que. Es que...
Es que había visto un capítulo de CSI y ahora tengo pis y quiero ver a mi mamá...buaaaaa...
- Aggggg.- Se agarra el cuello y el vientre- Agggg...sólo quería saber si habías sido tú quien rompió el cristal de la biblioteca de un balonazo. Aggggg...
Hace un tiempo me regalaron un libro de propuestas de historias. Sí, de aquellos de talleres de escritura. Propone 1.303 posibles historias que deben ser escritas. También podría proponer 2.606 o 312.012...o más...Como hay infinitas.
El Lobogrino vuele con esta propuesta. Pero también para quienes leéis este blog.
Iré colgando la propuesta del libro y la historia que a mi me sugiere. Animando a que el resto déis vuestra propia versión. Descubriremos que de una sugerencia pueden salir montones de historias soprendentes y divertidas.
Ah, y las "historias habituales" que escribe el Lobogrino continuarán apareciéndo. Que queda mucha tela por cortar.
Os dejo con la primera historia de los ejercicios del libro. Ya sólo nos quedan 1302...
1077- NIÑO Y JUEZ. El diálogo entre un niño y su juez.
- ¿Cómo se declara el acusado?
- Buaaaaaaaaaaa...Sif, sif, sif...buaaaaaaa...
- He preguntado que ¿cómo se declara el acusado?
- Sif, sif, sif...sif.
- Vamos a ver hijo: ¿lo hiciste o no lo hiciste?
- Sif, sif ¡Yo quiero ir con mi mamá!
- E irás con tu madre, pero primero debes decirme si fuiste tú quién lo hizo o no.
- Es que...- Silencio-
- Estoy esperando.
- Es que...- Otro rato de silencio-
- Tengo todo el tiempo del mundo, hijo. Si me dices si fuiste tú no te va a pasar nada...que no deba pasarte. Si no me dices nada vamos a quedarnos aquí para siempre.
- Tengo pis.
- Dímelo.
- Tengo hambre.
- Tú mismo.
- Quiero que me traigan mi osito de dormir.
- Y te lo traerán cuando me lo digas.
- Es que...
- Es que...¿QUÉ?
- Es que yo no quería.
- Vale, eso ya lo sé. Sólo ha sido un accidente. Pero: ¿lo hiciste o no lo hiciste?
- Está bien. Pero yo no quería abrir la puerta de su casa con mi ganzúa. Tampoco quería rajar con un machete el original de Matisse que tapaba la caja fuerte, ni volar esta con dos kilos de TNT para llevarme sus lingotes de oro. Jooo, es que yo no quería colgar a su perro con un cable de alta tensión que arranqué del jardín y que luego tiré a la piscina en la que se estaban bañando sus hijos con la nani.
Tengo pis y quiero mi osito.
Ni tampoco quería robar las joyas de su mujer, ni pegarle dos tiros en el pecho con una recortada de 20 milímetros cuando me pilló. Y sobre todo, sobre todo, lo que no quería era poner cianuro en todos los botes de café que había en la casa.
Es que. Es que. Es que...
Es que había visto un capítulo de CSI y ahora tengo pis y quiero ver a mi mamá...buaaaaa...
- Aggggg.- Se agarra el cuello y el vientre- Agggg...sólo quería saber si habías sido tú quien rompió el cristal de la biblioteca de un balonazo. Aggggg...
15 enero 2011
EL HOMBRE QUE SE QUEDÓ PLANTADO
Bajaba por la calle Balmes en una bicicleta del “Bicing” y se paró esperando que se abriera un semáforo.
Pronto se dio cuenta que ocurría algo: se había quedado allí plantado.
Iban transcurriendo los días, las semanas, los meses, los años y el hombre seguía allí plantado encima de su bicicleta del “Bicing”. Al principio tuvo una ligera inquietud. Pero como vio que no pasaba nada se despreocupó y siguió allí. Como no tenía hambre ni ganas de ir al wc no le dio más vueltas al asunto. Total tampoco tenía prisa.
A medida que se sucedían las décadas y los siglos el hombre se convirtió en espectador de la evolución del planeta. La gente y las situaciones giraban a su alrededor sin prestarle atención. Debía ser que no lo veían.
Desaparecieron los coches y los semáforos y la gente se teletransportaba vestidos con túnicas plateadas. Hubo una invasión de extraterrestres que primero fue bien acogida, y tras unas guerras de varios siglos, fue repelida. La especie humana cedió su papel hegemónico en el planeta a otra especie animal más evolucionada (que nos callamos a fin no herir la sensibilidad del lector). Nuestro hombre seguía allí plantado.
Millones de años después el sol se apagó convirtiéndose en un agujero negro y toda la vida en el planeta se extinguió mientras el hombre seguía plantado con su bicicleta del “Bicing” en lo que había sido el cruce de las calles Balmes y Aragón.
Tetratrillones de miles de trillones de siglos después (o como sea pero mucho tiempo) el universo en expansión se expandió tanto que desapareció, momento en el cual hubo un nuevo “Big Bang” y comenzó la evolución.
Nació, de nuevo, el Sol, el Sistema Solar y la Tierra que generó vida.
Del caldo inicial unas bacterias empezaron a transformarse, mientras el hombre seguía allí plantado, hasta convertirse en animales. El hombre se inquietó, ligeramente, cuando el inmenso Tiranosaurio Rex dio una dentellada justo por encima de su cabeza...
La extinción de los dinosaurios dio paso a la evolución de los homínidos. Llegaron los fenicios y fundaron un poblado en el que los romanos establecieron un campamento llamado Barcino. El hombre, que conocía esto por la historia, se iba encontrando más a gusto. De buena gana empezaría a pedalear. Pero claro, aún no había llegado Cerdá a hacer el Ensanche barcelonés y por tanto no existía ni la calle Balmes ni los semáforos. Con lo cual siguió allí plantado.
En la Edad Media quemaron una bruja justo delante de sus narices, fuera de la ciudad que ya era toda una capital del reino. Y él allí de espectador. Luego que si Pedro el Ceremonioso, que si los Ramón Berenguer y las Ermesendas, lo normal, vamos. A su lado pasaron en carro los canteros que construían Santa María del Mar, los compromisarios del Compromiso de Caspe, los segadores que iban a la revuelta, los anarquistas que limpiaron iglesias de artificiosidades barrocas.
A sus pies construyeron la calle Balmes y el metro, años más tarde colocaron un semáforo en la esquina, el Dictador murió y se casó una hija del reyezuelo que había puesto. Una abogada con mochila, bordón y vieira paró en el paso de cebra y miró hacia él como si lo viese. Alguien tuvo la genial idea de inventar el “Bicing”.
Entonces la luz del semáforo se puso de color verde y el hombre dejó de estar allí plantado y siguió, como si tal cosa, por la calle Balmes en su bicicleta del “Bicing”.
En la esquina de la calle Diputación lo esperaban sus amigos.
- Como siempre llegas tarde.
- Es que me he parado un rato- Y pensó que su imaginación
estaba desatada jugándole malas pasadas.
Cuando fue a sacar de la mochila el libro que les tenía que devolver, se encontró con que llevaba un trozo de alienígena verde pegado en la suela del zapato, una quemadura de ceniza de volcán en la manga de la camisa, un pelo del bicho aquel que superó al hombre en la evolución, una bacteria primigenia adherida a la chaqueta, un fósil de trilobites enano junto un diente de Tiranosauro Rex en el dobladillo del pantalón, una raedera de Homo Habilis en el bolsillo de la camisa, una lamparilla romana al lado de una moneda con la cara de Ramón Berenguer IV en el otro bolsillo, una esquirla de piedra de Santa María del Mar pegada a un trozo de manifiesto de la Guerra dels Segadors; en el pelo confeti de la celebración de la muerte del Dictador, en la mano un panfleto de la Manifestación del No a la Guerra y otro de un local de moda...
Pronto se dio cuenta que ocurría algo: se había quedado allí plantado.
Iban transcurriendo los días, las semanas, los meses, los años y el hombre seguía allí plantado encima de su bicicleta del “Bicing”. Al principio tuvo una ligera inquietud. Pero como vio que no pasaba nada se despreocupó y siguió allí. Como no tenía hambre ni ganas de ir al wc no le dio más vueltas al asunto. Total tampoco tenía prisa.
A medida que se sucedían las décadas y los siglos el hombre se convirtió en espectador de la evolución del planeta. La gente y las situaciones giraban a su alrededor sin prestarle atención. Debía ser que no lo veían.
Desaparecieron los coches y los semáforos y la gente se teletransportaba vestidos con túnicas plateadas. Hubo una invasión de extraterrestres que primero fue bien acogida, y tras unas guerras de varios siglos, fue repelida. La especie humana cedió su papel hegemónico en el planeta a otra especie animal más evolucionada (que nos callamos a fin no herir la sensibilidad del lector). Nuestro hombre seguía allí plantado.
Millones de años después el sol se apagó convirtiéndose en un agujero negro y toda la vida en el planeta se extinguió mientras el hombre seguía plantado con su bicicleta del “Bicing” en lo que había sido el cruce de las calles Balmes y Aragón.
Tetratrillones de miles de trillones de siglos después (o como sea pero mucho tiempo) el universo en expansión se expandió tanto que desapareció, momento en el cual hubo un nuevo “Big Bang” y comenzó la evolución.
Nació, de nuevo, el Sol, el Sistema Solar y la Tierra que generó vida.
Del caldo inicial unas bacterias empezaron a transformarse, mientras el hombre seguía allí plantado, hasta convertirse en animales. El hombre se inquietó, ligeramente, cuando el inmenso Tiranosaurio Rex dio una dentellada justo por encima de su cabeza...
La extinción de los dinosaurios dio paso a la evolución de los homínidos. Llegaron los fenicios y fundaron un poblado en el que los romanos establecieron un campamento llamado Barcino. El hombre, que conocía esto por la historia, se iba encontrando más a gusto. De buena gana empezaría a pedalear. Pero claro, aún no había llegado Cerdá a hacer el Ensanche barcelonés y por tanto no existía ni la calle Balmes ni los semáforos. Con lo cual siguió allí plantado.
En la Edad Media quemaron una bruja justo delante de sus narices, fuera de la ciudad que ya era toda una capital del reino. Y él allí de espectador. Luego que si Pedro el Ceremonioso, que si los Ramón Berenguer y las Ermesendas, lo normal, vamos. A su lado pasaron en carro los canteros que construían Santa María del Mar, los compromisarios del Compromiso de Caspe, los segadores que iban a la revuelta, los anarquistas que limpiaron iglesias de artificiosidades barrocas.
A sus pies construyeron la calle Balmes y el metro, años más tarde colocaron un semáforo en la esquina, el Dictador murió y se casó una hija del reyezuelo que había puesto. Una abogada con mochila, bordón y vieira paró en el paso de cebra y miró hacia él como si lo viese. Alguien tuvo la genial idea de inventar el “Bicing”.
Entonces la luz del semáforo se puso de color verde y el hombre dejó de estar allí plantado y siguió, como si tal cosa, por la calle Balmes en su bicicleta del “Bicing”.
En la esquina de la calle Diputación lo esperaban sus amigos.
- Como siempre llegas tarde.
- Es que me he parado un rato- Y pensó que su imaginación
estaba desatada jugándole malas pasadas.
Cuando fue a sacar de la mochila el libro que les tenía que devolver, se encontró con que llevaba un trozo de alienígena verde pegado en la suela del zapato, una quemadura de ceniza de volcán en la manga de la camisa, un pelo del bicho aquel que superó al hombre en la evolución, una bacteria primigenia adherida a la chaqueta, un fósil de trilobites enano junto un diente de Tiranosauro Rex en el dobladillo del pantalón, una raedera de Homo Habilis en el bolsillo de la camisa, una lamparilla romana al lado de una moneda con la cara de Ramón Berenguer IV en el otro bolsillo, una esquirla de piedra de Santa María del Mar pegada a un trozo de manifiesto de la Guerra dels Segadors; en el pelo confeti de la celebración de la muerte del Dictador, en la mano un panfleto de la Manifestación del No a la Guerra y otro de un local de moda...
20 diciembre 2010
FELIZ NAVIDAD
Me comentaba mi buena amiga Viviana que en Navidad cada vez hay menos simbología navideña decorando las calles. Tiene razón.
Me comentaba mi amigo Gerard que los puestos de pesebres que más éxito tienen son los de “caganers” de personajes famosos cuando cada vez más gente no conoce el sentido del Belén.
Ni de la Navidad.
A mi me gusta la Navidad.
Tal vez he tenido mucha suerte y desde niño me enseñaron el sentido de estos días.
Tal vez he tenido mucha suerte y desde joven me entretuve en profundizar en el sentido de estos días.
Me gusta buscar un detalle, a menudo más simbólico que otra cosa, para decirle a la gente que quiero: “Te quiero”.
Me gusta enviar mensajes de teléfono o correos de Internet a la gente que quiero para decirles: “Me acuerdo de ti, te deseo lo mejor y te quiero”.
Me gusta dedicarle una sonrisa a la panadera o al vecino desconocido y decirles: “Feliz Navidad”.
En su momento opté por seguir creyendo en lo que me habían enseñado.
Y me gustó.
Me gustó descubrir que es bonito pensar que tal vez exista un silencioso Dios que decide compartir la suerte de los hombres berreando al nacer para amar, llorar, reír, sentir el viento en la cara y una hormiga paseando por la barba...
¿He dicho amar?
Me gusta descubrir cada día que es bonito pensar que tal vez existe un Dios, a menudo del silencio, que me invita a tener esperanza en que al final lo que va a prevalecer es el amor, la alegría, la felicidad y todo esto va a tener sentido.
¿He dicho el amor?
Me gusta la canción del turrón. Aquella que dice: “Vueeeelveeee a casa vueeeelveeee por Navidad”. Porque, aunque regreso con los míos de vez en cuando, hacerlo por Navidad es especial.
Los desayunos con leche migada junto a la lumbre saben diferente.
Las miradas tienen otro brillo distinto.
Las conversaciones se vuelven especiales.
Los paseos por el frío regalan vida.
Hasta los abrazos, mil veces compartidos, poseen otra calidez.
¿Cuál es la diferencia entre la visión de Navidad: “Esos días coñazo en los que nos cebamos como cerdos, recibimos regalos inútiles, nos gastamos una pasta y tenemos que poner buena cara a gente que nos cae como el culo” y: “Esos días especiales en los que comparto lo que tengo y celebro con los míos, me acuerdo de la gente a la que quiero y siento la ingenuidad de la infancia durante un momento”?
Supongo que la misma diferencia entre buscar una belénestéban cagando y encender una vela junto a un viejo Belén para recordarte de aquella persona que amas y no está a tu lado; o para dar gracias por los que sí lo están.
Supongo que la misma diferencia entre comprar compulsivamente y soñar esperanzadamente que vale la pena VIVIR, AMAR y se puede SER FELIZ así, con mayúsculas.
Debo ser muy iluso porque me gusta esa Navidad.
Me sigue gustando el cuento que escribí hace un tiempo y que está por este blog: “Ten fe, José”.
¡¡¡*FELIZ NAVIDAD A TODOS!!!
*- Nótese que cuando se dice “Feliz Navidad” con convicción, lo que realmente se está diciendo es: “Desde lo más profundo de mis tripas deseo que tu vida sea absolutamente feliz y plena amando y sintiendo”.
¡FELIZ NAVIDAD!- Lobogrino.
Me comentaba mi amigo Gerard que los puestos de pesebres que más éxito tienen son los de “caganers” de personajes famosos cuando cada vez más gente no conoce el sentido del Belén.
Ni de la Navidad.
A mi me gusta la Navidad.
Tal vez he tenido mucha suerte y desde niño me enseñaron el sentido de estos días.
Tal vez he tenido mucha suerte y desde joven me entretuve en profundizar en el sentido de estos días.
Me gusta buscar un detalle, a menudo más simbólico que otra cosa, para decirle a la gente que quiero: “Te quiero”.
Me gusta enviar mensajes de teléfono o correos de Internet a la gente que quiero para decirles: “Me acuerdo de ti, te deseo lo mejor y te quiero”.
Me gusta dedicarle una sonrisa a la panadera o al vecino desconocido y decirles: “Feliz Navidad”.
En su momento opté por seguir creyendo en lo que me habían enseñado.
Y me gustó.
Me gustó descubrir que es bonito pensar que tal vez exista un silencioso Dios que decide compartir la suerte de los hombres berreando al nacer para amar, llorar, reír, sentir el viento en la cara y una hormiga paseando por la barba...
¿He dicho amar?
Me gusta descubrir cada día que es bonito pensar que tal vez existe un Dios, a menudo del silencio, que me invita a tener esperanza en que al final lo que va a prevalecer es el amor, la alegría, la felicidad y todo esto va a tener sentido.
¿He dicho el amor?
Me gusta la canción del turrón. Aquella que dice: “Vueeeelveeee a casa vueeeelveeee por Navidad”. Porque, aunque regreso con los míos de vez en cuando, hacerlo por Navidad es especial.
Los desayunos con leche migada junto a la lumbre saben diferente.
Las miradas tienen otro brillo distinto.
Las conversaciones se vuelven especiales.
Los paseos por el frío regalan vida.
Hasta los abrazos, mil veces compartidos, poseen otra calidez.
¿Cuál es la diferencia entre la visión de Navidad: “Esos días coñazo en los que nos cebamos como cerdos, recibimos regalos inútiles, nos gastamos una pasta y tenemos que poner buena cara a gente que nos cae como el culo” y: “Esos días especiales en los que comparto lo que tengo y celebro con los míos, me acuerdo de la gente a la que quiero y siento la ingenuidad de la infancia durante un momento”?
Supongo que la misma diferencia entre buscar una belénestéban cagando y encender una vela junto a un viejo Belén para recordarte de aquella persona que amas y no está a tu lado; o para dar gracias por los que sí lo están.
Supongo que la misma diferencia entre comprar compulsivamente y soñar esperanzadamente que vale la pena VIVIR, AMAR y se puede SER FELIZ así, con mayúsculas.
Debo ser muy iluso porque me gusta esa Navidad.
Me sigue gustando el cuento que escribí hace un tiempo y que está por este blog: “Ten fe, José”.
¡¡¡*FELIZ NAVIDAD A TODOS!!!
*- Nótese que cuando se dice “Feliz Navidad” con convicción, lo que realmente se está diciendo es: “Desde lo más profundo de mis tripas deseo que tu vida sea absolutamente feliz y plena amando y sintiendo”.
¡FELIZ NAVIDAD!- Lobogrino.
11 diciembre 2010
LECTORES DE METRO
Ser usuario del metro en una ciudad es un hecho tan habitual que generalmente carece de importancia.
El antropólogo francés Marc Augé (Poitiers 1935) define estos espacios como “No lugares”:
“Los no lugares no existían en el pasado. Son espacios propiamente contemporáneos de confluencia de anónimos, donde personas en tránsito deben instalarse durante algún tiempo de espera[...] Apenas permiten un furtivo cruce de miradas entre personas que nunca más se encontrarán.
Los no lugares convierten a los ciudadanos en meros elementos de conjuntos que se forman y deshacen al azar y son simbólicos de la condición humana actual y más aún del futuro. El usuario mantiene con estos no lugares una relación contractual establecida por el billete de tren y no tiene en ellos más personalidad que la documentada en su tarjeta de identidad”. Marc Augé, Non-Lieux, introduction à une anthropologie de la surmodernité, Le Seuil, 1992.
El filósofo acierta de lleno a la vez que se queda corto. Imagino que el motivo es que esos “no lugares” han ido cambiando desde la publicación del ensayo hace 18 años.
El metro, ese pequeño microcosmos de “confluencia de anónimos”, es un reflejo bastante fidedigno de la sociedad...Además del mejor lugar del mundo para quedarte sin la cartera...
Sin entrar en análisis profundos lo primero que te llama la atención cuando accedes al metro es la cantidad de gente que pasa sin pagar billete.
Saltan, se arrastran o se pegan a la espalda del honrado ciudadano que acuquina con el elevado estipendio. Muchos van en manada y a veces (que yo les he visto) hasta se cuelan con el carrito del bebé o en silla de ruedas.
Personalmente, dado que no sirvo para delincuente, siempre cumplo con mi obligación cívica. Por eso me molesta bastante que se cuelen o lo que es peor: que se cuelen a mi costa. En casos así lo que suelo hacer es pararme en seco cuando les noto a la espalda, con lo cual la puerta al cerrarse les da de lleno en la jeta. No duele. Sólo debe “picar” un poco. Si no funciona y el individu@ ha pasado, lo siguiente que hago es buscar a un revisor o un segurata y señalarles que tal persona se ha colado. Ni que decir tiene que eso no sirve para nada, pero a mi me relaja.
Porque en el metro por algún incomprensible motivo no hay más que seguridad privada carente de todo poder de maniobra. Nadie con medio dedo de frente puede entender porqué no hay policía en el microcosmos donde se perpetran tantos robos. Este absurdo llega a tal punto de haber vivido en varias ocasiones situaciones surrealistas:
1- Metro lleno de gente. Guardia de Seguridad que entra y grita: “Señores viajeros. Esta y aquella señora (señala, como no, a dos gitanas rumanas) son carteristas. Tengan cuidado con sus bolsos”.
2- Metro parado en una estación del centro de la ciudad. Voz por megafonía: “Señores viajeros, les comunicamos que en estos momentos hay tres carteristas habituales en este tren. Por favor, vigilen sus pertenencias”. La concurrencia mirándose recelosa: “¿serás tú?”.
Dejando a un lado que viajar tarde un fin de semana en este medio de transporte puede considerarse una heroicidad: perroflautas de pijorastas haciendo el botellón y pasándose el canuto sentados en medio del vagón; niñatos con el botellón en el andén; panchitos borrachos que, como tampoco saben beber, se ponen faltones; críos metiéndose cualquier mierda sin más soporte que el dorso de la mano y un billete; carteristas en plena efervescencia porque el que no está colocado está borracho y es fácil...
Dejando a un lado eso, y teniendo en cuenta que “siempre nos quedará el bicing”, voy a hablar de lo interesante del transporte suburbano: La lectura.
Aunque suene raro: hay gente que lee y hay gente que aprovecha ese “no lugar” del que habla Augé para hacerlo. El propio antropólogo hace referencia a ello. Es una manera de aprovecharlo así como de “humanizarlo”.
Generalmente la gente que viaja en metro escucha música, juega con el teléfono o simplemente “está”. Pero algunos leen. Leemos. Por su puesto.
Claro que algunos leemos todo y constantemente. Cuando no llevamos libros encima (un sábado por la noche, tal vez) leemos las normas de apertura de las puertas o la entelequia incierta de lo que te puede pasar si viajas sin billete. Lo sabemos más que de sobras, pero...Por leer algo.
Algunos trenes llevan a temporadas trozos de obras literarias que devoramos con avidez.
Regresando anoche pensaba "¿cómo debe ser vivir sin leer?, ¿cómo se puede comprender el mundo sin ver más que “manchas” en los nombres de las calles, en los carteles, o en las advertencias del metro?, ¿cómo ve alguien que no sabe interpretar una palabra?"
Hace un tiempo conocí un “antropoide", peruano creo, que con 15 años y después de haber asistido la escuela aquí toda su vida no sabe leer. ¿Cómo puede...vivir?
Supongo que es como cuando viajas a un país árabe desconociendo el idioma y sus palabras te parecen sólo manchas. Pero incluso así, en medio de la impotencia, alguien que lee como respira hace un esfuerzo de intentar interpretar lo que desconoce.
Lo grave es que para el “antropoide” que conocí y para el “belenestivismo” reinante no existen impotencia ni rabia algunas.
Pero pese al caos hay un porcentaje de gente que lee. Y lee en el metro.
En más de una ocasión me he percatado, es que debido a mi “gen femenino” puedo hacer dos cosas a la vez y siempre voy pendiente del entorno, que esos “conjuntos que se forman y deshacen al azar” de los que habla el antropólogo, son conjuntos de lectores. De repente te das cuenta que en un vagón hay media docena de desconocidos sentados o agrupados juntos que van leyendo. Hasta 17 conté una vez. Casi todo un vagón de lectores. En ese momento ese rincón del tren se vuelve mágico, como una pequeña biblioteca en movimiento. Nadie se mira; hay silencio. Incluso callan los no-lectores. Incluso desaparecen los carteristas. Aquel es el instante sagrado de la sagrada lectura. Nadie parece estar pendiente de nadie pero velados rictus de aprobación hablan de esa magia. Y no es que te plantees: “Un montón de gente leyendo voy yo también”. No. Simplemente te sitúas entre “los que son como tú”. Es como una especie de instinto natural. Como un imán instintivo.
Analizando, que esto le gusta al maestro Augé, también puede extrapolarse una “cierta antropología de los lectores de los no lugares”.
Así el lector medio de metro es mujer, de entre 30 y 60 años y europea o argentina (que los argentinos son tan europeos o más que los descendientes de Don Pelayo). También, pero en menor porcentaje, hay lectores hombres de entre 30 y 70 años europeos o argentinos.
Es un dato curioso pero significativo y que da que pensar.
Los carteristas es evidente que no van al metro a leer...aunque conocen que si roban por menos de 400 euros no les va a pasar nada; los orientales del lejano Oriente bastante tienen con pensar “con qué tipo de salsa condimento al abuelo”; los orientales del próximo Oriente ir mirando en qué parada se baja más gente para montar un “badulaque”; los más jóvenes “¿leer?, ¡vaya chorrada!”; a los rapados con más pelo que cerebro no les llega la raíz de capilar para comprender las letras; los "perroflautas-pijorastas" con controlar las dosis de maría tienen suficiente esfuerzo; los “panchitos” si no se lo regalan “por favorcito” o pueden manipularle de algún modo ¿para qué lo van a hacer?...
Sin duda este “no lugar” efímero es una muestra bastante certera de la realidad social en la que vivimos.
En cualquier caso siempre que me veo inmerso en uno de estos grupos accidentales de lectores me siento bien y pienso que el mundo tiene solución.
En esos momentos me gusta extrapolar aquellas certeras palabras del Maestro de Nazaret y darles un toque propio:
- “Siempre que haya dos o más leyendo juntos allí estaré Yo”. La Cultura.
El antropólogo francés Marc Augé (Poitiers 1935) define estos espacios como “No lugares”:
“Los no lugares no existían en el pasado. Son espacios propiamente contemporáneos de confluencia de anónimos, donde personas en tránsito deben instalarse durante algún tiempo de espera[...] Apenas permiten un furtivo cruce de miradas entre personas que nunca más se encontrarán.
Los no lugares convierten a los ciudadanos en meros elementos de conjuntos que se forman y deshacen al azar y son simbólicos de la condición humana actual y más aún del futuro. El usuario mantiene con estos no lugares una relación contractual establecida por el billete de tren y no tiene en ellos más personalidad que la documentada en su tarjeta de identidad”. Marc Augé, Non-Lieux, introduction à une anthropologie de la surmodernité, Le Seuil, 1992.
El filósofo acierta de lleno a la vez que se queda corto. Imagino que el motivo es que esos “no lugares” han ido cambiando desde la publicación del ensayo hace 18 años.
El metro, ese pequeño microcosmos de “confluencia de anónimos”, es un reflejo bastante fidedigno de la sociedad...Además del mejor lugar del mundo para quedarte sin la cartera...
Sin entrar en análisis profundos lo primero que te llama la atención cuando accedes al metro es la cantidad de gente que pasa sin pagar billete.
Saltan, se arrastran o se pegan a la espalda del honrado ciudadano que acuquina con el elevado estipendio. Muchos van en manada y a veces (que yo les he visto) hasta se cuelan con el carrito del bebé o en silla de ruedas.
Personalmente, dado que no sirvo para delincuente, siempre cumplo con mi obligación cívica. Por eso me molesta bastante que se cuelen o lo que es peor: que se cuelen a mi costa. En casos así lo que suelo hacer es pararme en seco cuando les noto a la espalda, con lo cual la puerta al cerrarse les da de lleno en la jeta. No duele. Sólo debe “picar” un poco. Si no funciona y el individu@ ha pasado, lo siguiente que hago es buscar a un revisor o un segurata y señalarles que tal persona se ha colado. Ni que decir tiene que eso no sirve para nada, pero a mi me relaja.
Porque en el metro por algún incomprensible motivo no hay más que seguridad privada carente de todo poder de maniobra. Nadie con medio dedo de frente puede entender porqué no hay policía en el microcosmos donde se perpetran tantos robos. Este absurdo llega a tal punto de haber vivido en varias ocasiones situaciones surrealistas:
1- Metro lleno de gente. Guardia de Seguridad que entra y grita: “Señores viajeros. Esta y aquella señora (señala, como no, a dos gitanas rumanas) son carteristas. Tengan cuidado con sus bolsos”.
2- Metro parado en una estación del centro de la ciudad. Voz por megafonía: “Señores viajeros, les comunicamos que en estos momentos hay tres carteristas habituales en este tren. Por favor, vigilen sus pertenencias”. La concurrencia mirándose recelosa: “¿serás tú?”.
Dejando a un lado que viajar tarde un fin de semana en este medio de transporte puede considerarse una heroicidad: perroflautas de pijorastas haciendo el botellón y pasándose el canuto sentados en medio del vagón; niñatos con el botellón en el andén; panchitos borrachos que, como tampoco saben beber, se ponen faltones; críos metiéndose cualquier mierda sin más soporte que el dorso de la mano y un billete; carteristas en plena efervescencia porque el que no está colocado está borracho y es fácil...
Dejando a un lado eso, y teniendo en cuenta que “siempre nos quedará el bicing”, voy a hablar de lo interesante del transporte suburbano: La lectura.
Aunque suene raro: hay gente que lee y hay gente que aprovecha ese “no lugar” del que habla Augé para hacerlo. El propio antropólogo hace referencia a ello. Es una manera de aprovecharlo así como de “humanizarlo”.
Generalmente la gente que viaja en metro escucha música, juega con el teléfono o simplemente “está”. Pero algunos leen. Leemos. Por su puesto.
Claro que algunos leemos todo y constantemente. Cuando no llevamos libros encima (un sábado por la noche, tal vez) leemos las normas de apertura de las puertas o la entelequia incierta de lo que te puede pasar si viajas sin billete. Lo sabemos más que de sobras, pero...Por leer algo.
Algunos trenes llevan a temporadas trozos de obras literarias que devoramos con avidez.
Regresando anoche pensaba "¿cómo debe ser vivir sin leer?, ¿cómo se puede comprender el mundo sin ver más que “manchas” en los nombres de las calles, en los carteles, o en las advertencias del metro?, ¿cómo ve alguien que no sabe interpretar una palabra?"
Hace un tiempo conocí un “antropoide", peruano creo, que con 15 años y después de haber asistido la escuela aquí toda su vida no sabe leer. ¿Cómo puede...vivir?
Supongo que es como cuando viajas a un país árabe desconociendo el idioma y sus palabras te parecen sólo manchas. Pero incluso así, en medio de la impotencia, alguien que lee como respira hace un esfuerzo de intentar interpretar lo que desconoce.
Lo grave es que para el “antropoide” que conocí y para el “belenestivismo” reinante no existen impotencia ni rabia algunas.
Pero pese al caos hay un porcentaje de gente que lee. Y lee en el metro.
En más de una ocasión me he percatado, es que debido a mi “gen femenino” puedo hacer dos cosas a la vez y siempre voy pendiente del entorno, que esos “conjuntos que se forman y deshacen al azar” de los que habla el antropólogo, son conjuntos de lectores. De repente te das cuenta que en un vagón hay media docena de desconocidos sentados o agrupados juntos que van leyendo. Hasta 17 conté una vez. Casi todo un vagón de lectores. En ese momento ese rincón del tren se vuelve mágico, como una pequeña biblioteca en movimiento. Nadie se mira; hay silencio. Incluso callan los no-lectores. Incluso desaparecen los carteristas. Aquel es el instante sagrado de la sagrada lectura. Nadie parece estar pendiente de nadie pero velados rictus de aprobación hablan de esa magia. Y no es que te plantees: “Un montón de gente leyendo voy yo también”. No. Simplemente te sitúas entre “los que son como tú”. Es como una especie de instinto natural. Como un imán instintivo.
Analizando, que esto le gusta al maestro Augé, también puede extrapolarse una “cierta antropología de los lectores de los no lugares”.
Así el lector medio de metro es mujer, de entre 30 y 60 años y europea o argentina (que los argentinos son tan europeos o más que los descendientes de Don Pelayo). También, pero en menor porcentaje, hay lectores hombres de entre 30 y 70 años europeos o argentinos.
Es un dato curioso pero significativo y que da que pensar.
Los carteristas es evidente que no van al metro a leer...aunque conocen que si roban por menos de 400 euros no les va a pasar nada; los orientales del lejano Oriente bastante tienen con pensar “con qué tipo de salsa condimento al abuelo”; los orientales del próximo Oriente ir mirando en qué parada se baja más gente para montar un “badulaque”; los más jóvenes “¿leer?, ¡vaya chorrada!”; a los rapados con más pelo que cerebro no les llega la raíz de capilar para comprender las letras; los "perroflautas-pijorastas" con controlar las dosis de maría tienen suficiente esfuerzo; los “panchitos” si no se lo regalan “por favorcito” o pueden manipularle de algún modo ¿para qué lo van a hacer?...
Sin duda este “no lugar” efímero es una muestra bastante certera de la realidad social en la que vivimos.
En cualquier caso siempre que me veo inmerso en uno de estos grupos accidentales de lectores me siento bien y pienso que el mundo tiene solución.
En esos momentos me gusta extrapolar aquellas certeras palabras del Maestro de Nazaret y darles un toque propio:
- “Siempre que haya dos o más leyendo juntos allí estaré Yo”. La Cultura.
30 noviembre 2010
¡VAYA MALA PATA!
Sábado 28. Excursión mensual con mi grupo de senderismo. Cuarenta y tantos individuos sueltos por los hayedos de Santa Pau, cerca de Olot, en Gerona.
Sitio precioso, bosques de hayas magníficos, vistas espectaculares.
Bajada de unos 800 metros de desnivel por un sendero de piedras cubiertas por la hojarasca de las hayas, una piedra pisada que se mueve, una pierna que sale haciendo un ángulo imposible y un pie que mira para el lado opuesto de donde debería. Punzada de dolor intensísimo. Mi amigo Miguel diciendo que se me ha salido la rótula de su sitio. Yo cogiéndome el pie. Ehhh, pero sólo grité y lloré un poco. Hasta que me lo movieron y comprobé que se podía mover...Conclusión: no vuelvo a subir al monte con tacones pq luego no encuentro en pelucón entre el follaje...Es curioso la de cosas que se te pasan por la mente en una fracción de segundo: “Si esto está muy roto y no puedo andar aquí no puede aterrizar un helicóptero”. “Vaya mierda hacerme esto justo encima de la Navidad”. “Esta noche había quedado con mis amigos”. “Les arruinaré el final de la excursión a estos y llegarán a casa a las mil por mi culpa”...
Afortunadamente pude recolocar el pie en una posición similar a la que suele tener y caminé renqueante como dos horas hasta salir de aquella impenetrable selva de hayas doradas.
Uno de mis amigos me puso una venda y una pomada, otro me dio un ibuprofeno...Para que un experimentado senderista (que no suele llevar botiquín encasadelherrero) salga del apuro.
Hasta ahí todo dentro de la normalidad...El viacrucis llegó luego.
- 19,30: me arrastro por mi calle hasta que encuentro un taxi que me deja en mi centro médico. Cerrado.
- 19,45: llego al Hospital Sant Pau. Me dicen que como hay mucha gente me atenderán como mínimo de madrugada o hacia el mediodía del día siguiente. Me derivan a un ambulatorio cercano. La doctora que me atiende me dice que no tengo nada roto. “En la cara, que es lo único que me has mirado no, claro”. Sobre el ambulatorio afirma: "No te preocupes está sólo a 5 minutos caminando". Rictus de mosqueo. “O dos horas para mi...”. “Sí, claro. Bueno, mejor que vayas a la calle de al lado y cojas un taxi, que por aquí no pasan”. Resignado me vuelvo a arrastrar acera abajo.
- 20,30: llego a la entrada de urgencias del ambulatorio. Cerrada. Me arrastro (he empezado a metamorfosearme en una serpiente con chirucas y bastón) hasta una puerta cercana a unos 30 lejanos metros. Llamo y ni caso. Desde la parada del autobús una señora me advierte que la entrada es por la calle del otro lado de la manzana. Me cago en todo y me arrastro hasta allí. Me empieza a gustar la sensación; a partir de ahora me desplazaré siempre de ese modo.
- 20,50: llego al ambulatorio por fin. Me encuentro a la gente del otro hospital que me habían adelantado. ´"Jodíosporculo si yo caminara bien"...
- 21'15: me toca el turno: una "noséquecoñoera" me atiende...o algo. Más bien "algo". Me voy a quitar la bota y me para. "No, explícame en el mío por donde te duele"....¿¿¿"ein??? pero si el enfermo soy yo!!!". Le toco el pie, con bastante asco, y me dice que seguramente no es nada roto. "Claro, el tuyo no japuta, el que está roto es el mío". Me envía a que me hagan una radiografía. Como soy un chico duro, resignado, le pregunto "¿se puede llegar bien en taxi?". Se ríe y me dice que es en la planta de abajo, y que hay ascensor. *No te hagas ilusiones...Pero que es en el otro lado del edificio. "Ya me parecía demasiado bonito para ser real". Que si estoy muy mal me pega un chute de calmantes pq no tienen sillas de ruedas disponibles. "No hace falta creo que si voy mordiendo el cuero del cinturón podré soportarlo". Toma esta frase como una broma y se vuelve a reír.
- 21, 25: bajo a hacer la radiografía. Interminables pasillos desiertos a media luz. Despachos médicos con puertas abiertas. "¿Si entro, chorizo un monitor de ordenador y me lo pongo debajo del calcetín se notará?". Sólo se oyen mis pasos por aquellas galerías..."Como en la próxima esquina salga un tío con una motosierra se me arregla el pie de inmediato".
- 21, 50: llego y me hacen la radiografía. Pasillo de vuelta. "Ahora ya no tengo miedo, que conozco el entorno". Suena mi teléfono. Del respingo hago un boquete con la cabeza en el techo.
- 22,30: dejo la radiografía, "que huesos más sexys tengo", en el buzón que me han indicado.
- 23,00: llega mi compañero de piso con su prima y nos ponemos a hablar. Van llamando a los pacientes por megafonía. Nos percatamos que cuando la que llama tiene acento colombiano nadie acude..."¿Tendrá relevancia este dato?"
- 1, 20 am: ya han llamado a todos los pacientes que había delante mío. Y a los que había detrás. Y a los que han ido llegando. "Oye perdona ¿va a tardar mucho en tocarme el turno? claro que como "sólo" llevo desde las 9"...
- 1,30, am: por megafonía dicen mi nombre. La voz tiene acento sudamericano. Estoy a punto de irme para no hacerle un feo. La doctora me dice: "llevaba rato con tu radiografía por aquí pero como los huesos no están rotos creí que te habrías ido". Respuesta real con "cierto" tono sarcástico: "ya, pero es que no tenía plan para la noche de este sábado y...¿Te importa si me quito la bota y me ves el pie? lo digo pq ya que estoy aquí". *El monitor de ordenador va debajo del calcetín del otro pie y no se nota. Me mira con cara de cabreo mientras le sonrío "inocentemente".
De mi bota sale, con dificultad, una "cosa" redondeada y negra con uñas en la punta.
"Coño, pues este pie está muy mal". Respuesta real con el mismo tono sarcástico de antes: "Que va tonta, siempre he tenido un pie redondo y negro. He venido porque lo que me duele es la bota". "Veo que tienes sentido del humor". "O eso o me pongo a hacer lo que realmente me apetece: soltar berridos de dolor. ¡Pues claro que tiene mal aspecto! Por eso he venido". "Los hombres, que no aguantáis nada. ¿Te duele aquí?". "No". "¿Y aquí?". "Tampoco". "¿Ves como no tienes nada?. Es sólo un hematoma". Coge el pie para girarlo, doy un alarido y me caigo en la camilla medio desmayado del dolor. "Ah pues sí". "¡¡¡JAPUTAAAAAAAAA!!!" (*Esto no se lo digo. Pero lo pienso). Me toca una zona del pie durante un rato y concluye que tengo un esguince de ligamentos considerable. *Al día siguiente le dan el Nobel de medicina. Me pone el tratamiento y las enfermeras (tres chicas jóvenes que me atienden de maravilla) me ponen un vendaje y me dicen que las administrativas me explicarán como conseguir unas muletas.
- 2,00 am: "me han dicho dentro que me explicaréis como conseguir unas muletas". "¿¿¿Nosotras???Nosotras no vendemos muletas". “Ya lo supongo, pero me han dicho que me podréis indicar como conseguirlas”. Una hace una llamada y me dice que tengo que ir al centro médico (ese que está cerrado) que de allí me derivarán a la asistente social (seguro que también está "a cinco minutos caminando") y si dan el visto bueno a la solicitud me las darán ( justo para cuando el esguince sea historia o se me haya caído el pie). "No importa. Ya las compraré en la farmacia".
Conclusión: me lo pasé mejor que si saliera de marcha ese sábado. Las experiencias fueron mucho más variadas, ricas y nuevas...Ahora estoy con la pata tiesa y tomando calmantes: hay momentos en los que estoy pensando en rematarme para acabar con el dolor...O tomarlo a risa y descansar.
Sitio precioso, bosques de hayas magníficos, vistas espectaculares.
Bajada de unos 800 metros de desnivel por un sendero de piedras cubiertas por la hojarasca de las hayas, una piedra pisada que se mueve, una pierna que sale haciendo un ángulo imposible y un pie que mira para el lado opuesto de donde debería. Punzada de dolor intensísimo. Mi amigo Miguel diciendo que se me ha salido la rótula de su sitio. Yo cogiéndome el pie. Ehhh, pero sólo grité y lloré un poco. Hasta que me lo movieron y comprobé que se podía mover...Conclusión: no vuelvo a subir al monte con tacones pq luego no encuentro en pelucón entre el follaje...Es curioso la de cosas que se te pasan por la mente en una fracción de segundo: “Si esto está muy roto y no puedo andar aquí no puede aterrizar un helicóptero”. “Vaya mierda hacerme esto justo encima de la Navidad”. “Esta noche había quedado con mis amigos”. “Les arruinaré el final de la excursión a estos y llegarán a casa a las mil por mi culpa”...
Afortunadamente pude recolocar el pie en una posición similar a la que suele tener y caminé renqueante como dos horas hasta salir de aquella impenetrable selva de hayas doradas.
Uno de mis amigos me puso una venda y una pomada, otro me dio un ibuprofeno...Para que un experimentado senderista (que no suele llevar botiquín encasadelherrero) salga del apuro.
Hasta ahí todo dentro de la normalidad...El viacrucis llegó luego.
- 19,30: me arrastro por mi calle hasta que encuentro un taxi que me deja en mi centro médico. Cerrado.
- 19,45: llego al Hospital Sant Pau. Me dicen que como hay mucha gente me atenderán como mínimo de madrugada o hacia el mediodía del día siguiente. Me derivan a un ambulatorio cercano. La doctora que me atiende me dice que no tengo nada roto. “En la cara, que es lo único que me has mirado no, claro”. Sobre el ambulatorio afirma: "No te preocupes está sólo a 5 minutos caminando". Rictus de mosqueo. “O dos horas para mi...”. “Sí, claro. Bueno, mejor que vayas a la calle de al lado y cojas un taxi, que por aquí no pasan”. Resignado me vuelvo a arrastrar acera abajo.
- 20,30: llego a la entrada de urgencias del ambulatorio. Cerrada. Me arrastro (he empezado a metamorfosearme en una serpiente con chirucas y bastón) hasta una puerta cercana a unos 30 lejanos metros. Llamo y ni caso. Desde la parada del autobús una señora me advierte que la entrada es por la calle del otro lado de la manzana. Me cago en todo y me arrastro hasta allí. Me empieza a gustar la sensación; a partir de ahora me desplazaré siempre de ese modo.
- 20,50: llego al ambulatorio por fin. Me encuentro a la gente del otro hospital que me habían adelantado. ´"Jodíosporculo si yo caminara bien"...
- 21'15: me toca el turno: una "noséquecoñoera" me atiende...o algo. Más bien "algo". Me voy a quitar la bota y me para. "No, explícame en el mío por donde te duele"....¿¿¿"ein??? pero si el enfermo soy yo!!!". Le toco el pie, con bastante asco, y me dice que seguramente no es nada roto. "Claro, el tuyo no japuta, el que está roto es el mío". Me envía a que me hagan una radiografía. Como soy un chico duro, resignado, le pregunto "¿se puede llegar bien en taxi?". Se ríe y me dice que es en la planta de abajo, y que hay ascensor. *No te hagas ilusiones...Pero que es en el otro lado del edificio. "Ya me parecía demasiado bonito para ser real". Que si estoy muy mal me pega un chute de calmantes pq no tienen sillas de ruedas disponibles. "No hace falta creo que si voy mordiendo el cuero del cinturón podré soportarlo". Toma esta frase como una broma y se vuelve a reír.
- 21, 25: bajo a hacer la radiografía. Interminables pasillos desiertos a media luz. Despachos médicos con puertas abiertas. "¿Si entro, chorizo un monitor de ordenador y me lo pongo debajo del calcetín se notará?". Sólo se oyen mis pasos por aquellas galerías..."Como en la próxima esquina salga un tío con una motosierra se me arregla el pie de inmediato".
- 21, 50: llego y me hacen la radiografía. Pasillo de vuelta. "Ahora ya no tengo miedo, que conozco el entorno". Suena mi teléfono. Del respingo hago un boquete con la cabeza en el techo.
- 22,30: dejo la radiografía, "que huesos más sexys tengo", en el buzón que me han indicado.
- 23,00: llega mi compañero de piso con su prima y nos ponemos a hablar. Van llamando a los pacientes por megafonía. Nos percatamos que cuando la que llama tiene acento colombiano nadie acude..."¿Tendrá relevancia este dato?"
- 1, 20 am: ya han llamado a todos los pacientes que había delante mío. Y a los que había detrás. Y a los que han ido llegando. "Oye perdona ¿va a tardar mucho en tocarme el turno? claro que como "sólo" llevo desde las 9"...
- 1,30, am: por megafonía dicen mi nombre. La voz tiene acento sudamericano. Estoy a punto de irme para no hacerle un feo. La doctora me dice: "llevaba rato con tu radiografía por aquí pero como los huesos no están rotos creí que te habrías ido". Respuesta real con "cierto" tono sarcástico: "ya, pero es que no tenía plan para la noche de este sábado y...¿Te importa si me quito la bota y me ves el pie? lo digo pq ya que estoy aquí". *El monitor de ordenador va debajo del calcetín del otro pie y no se nota. Me mira con cara de cabreo mientras le sonrío "inocentemente".
De mi bota sale, con dificultad, una "cosa" redondeada y negra con uñas en la punta.
"Coño, pues este pie está muy mal". Respuesta real con el mismo tono sarcástico de antes: "Que va tonta, siempre he tenido un pie redondo y negro. He venido porque lo que me duele es la bota". "Veo que tienes sentido del humor". "O eso o me pongo a hacer lo que realmente me apetece: soltar berridos de dolor. ¡Pues claro que tiene mal aspecto! Por eso he venido". "Los hombres, que no aguantáis nada. ¿Te duele aquí?". "No". "¿Y aquí?". "Tampoco". "¿Ves como no tienes nada?. Es sólo un hematoma". Coge el pie para girarlo, doy un alarido y me caigo en la camilla medio desmayado del dolor. "Ah pues sí". "¡¡¡JAPUTAAAAAAAAA!!!" (*Esto no se lo digo. Pero lo pienso). Me toca una zona del pie durante un rato y concluye que tengo un esguince de ligamentos considerable. *Al día siguiente le dan el Nobel de medicina. Me pone el tratamiento y las enfermeras (tres chicas jóvenes que me atienden de maravilla) me ponen un vendaje y me dicen que las administrativas me explicarán como conseguir unas muletas.
- 2,00 am: "me han dicho dentro que me explicaréis como conseguir unas muletas". "¿¿¿Nosotras???Nosotras no vendemos muletas". “Ya lo supongo, pero me han dicho que me podréis indicar como conseguirlas”. Una hace una llamada y me dice que tengo que ir al centro médico (ese que está cerrado) que de allí me derivarán a la asistente social (seguro que también está "a cinco minutos caminando") y si dan el visto bueno a la solicitud me las darán ( justo para cuando el esguince sea historia o se me haya caído el pie). "No importa. Ya las compraré en la farmacia".
Conclusión: me lo pasé mejor que si saliera de marcha ese sábado. Las experiencias fueron mucho más variadas, ricas y nuevas...Ahora estoy con la pata tiesa y tomando calmantes: hay momentos en los que estoy pensando en rematarme para acabar con el dolor...O tomarlo a risa y descansar.
18 noviembre 2010
EL ÚLTIMO AULLIDO
Luna llena de agosto. El viejo lobo trepa pesadamente a la cima de la piedra de los Penedos Negros. A sus pies el valle entero. Debajo, en la lejanía, el pueblo. Celebran una fiesta. La antigua lobera está iluminada. El viejo lobo, con su agudísima vista, otea en la noche las luces del otro lado del valle. Se tumba en la cálida piedra del verano disponiéndose a ser espectador. Su mente viaja.
En la lobera luces, música, comida, gente. Los habitantes del pueblo y los que durante el año viven lejos de él, han subido hasta la antigua trampa de lobos que se ha convertido, por una noche, en escenario de reencuentro. Allí celebran una sencilla y alegre fiesta. En el lugar bien iluminado suena música de gaitas mientras los asistentes comen carne de cordero y cabrito bien asados en el horno de la panadería, acompañados de crujiente pan y bien regados con abundante vino. Tras el yantar, con los efluvios del vino danzando entre las piedras de la lobera, se animan a contar historias mil veces repetidas y siempre nuevas.
Historias de lobos.
- Pero no siempre fue así- Piensa el viejo lobo que les observa atentamente desde lo alto de la roca más alta del otro lado del valle.
No mucho tiempo atrás la arcaica lobera, hoy reclamo para turistas de tiempos globalizados que cuelgan sus fotos al instante en Internet desde el móvil última generación, era una trampa para lobos. Una trampa tan aparentemente inofensiva como efectiva. Una trampa hoy curiosa y otrora mortal.
- Sí, aquella fue mi primera gran aventura y el primer gran drama de mi vida- Recuerda el viejo lobo- Ahí mismo perdí lo que más quería y casi perezco yo mismo. Tal vez habléis de mi con la soberbia que caracteriza a los humanos y sin pensar en el drama que originasteis.
- ...y entonces Fulanito abrió la puerta creyendo que esa noche no había lobos pero había. Claro que los había. Y estaban agazapados junto a la puerta de tal manera que cuando abrió salieron cagando leches y llevándolo encima un buen trecho. Cuando por fin cayó de uno de ellos la vio como se le llevaba la gorra que ya no apareció más y...
- Era la primera vez que salía a cazar con madre. Padre la había avisado que no se acercase al corral de encima del pueblo, que no era un sitio seguro. Pero era invierno. El clan pasaba hambre. Sus mastines cada vez nos azuzaban más y la caza era quasi inexistente. Madre saltó al corral en cuanto oyó una vieja cabra. Con ella saltamos dos de los jóvenes de la manada. Al caer madre se lastimó una pata. Mientras inspeccionábamos el terreno vimos atada a un árbol una vieja y enferma cabra aterrada. Pero nada más. Sólo paredes altas que nos impedían escapar. ¿Quién querría entretenerse a matar carne podrida cuando había que salir de allí? Agotados nos acercamos a la puerta cuando al amanecer oímos llegar a alguien.
El hombre asustado pesaba y gritaba hasta que cayó en unas piedras. Madre no podía andar. Con un trapo entre mis orejas me agazapé tratando de encontrar el momento de acercarme a madre para ayudarla a regresar al clan. Entonces llegaron. Sus ojos inyectados en odio y furia destrozando a la pobre loba. El último gruñido de madre fue un claro: “¡hijo cuídate siempre del hombre!”.
Ese fue el comienzo del fin. Padre, el líder de una de las últimas manadas de lobos, se dejó morir de pena.
Mientras, las cosas cada vez se complicaban más. Los hombres dejaban de pastorear ganado. Lo criaban sí, pero en granjas que eran como fortalezas con monstruosos perros asesinos, antinaturales cancerberos de muerte.
Cada vez construían más vías de trenes y carreteras eliminando nuestros pasos naturales. Muchos de mis parientes murieron aplastados por coches y camiones cuando trataban de pasar para buscar comida o sólo beber.
Se contaban historias repugnantes de lobos asesinos, de lobos como encarnaciones del mal. Se hacían cacerías como deporte para divetimentto de ociosos humanos ricos.
Durante años tuvimos que desaparecer, que escondernos en los lejanos montes de León y de Asturias. Moviéndonos sólo de noche, agazapados entre la maleza, comiendo perdices y conejos con sarna. Tampoco encontrábamos otros clanes con los que aparearnos. Poco a poco, la Gran Manada del Valle de los Lobos se fue extinguiendo. El último Gran Clan agonizaba.
Cuando no quedó ninguno de los míos volví al valle. Hacía años que lobo alguno habitaba estas tierras. La lobera yacía derruida y llena de maleza. Pero en una piedra aún pude percibir el olor de madre...Froté mi pelaje contra la piedra dando mi última caricia y mi adiós a quién más quise.
Bajé hacia el sur, las tierras de Portugal no eran lugar para lobos con una guerra declarada a mi especie. Con los campos del sur del Duero ocurría lo mismo. Vagué desolado durante meses hasta que en la luna llena de primavera una loba blanca respondió a mis aullidos.
Como yo, era la última de su clan. Como yo llevaba meses de un lado a otro. Como yo, estaba sola.
En pleno cortejo, y con los huesos saliéndose de su bello pelaje, encontró una oveja muerta. No quise comer. Había aprendido a no fiarme de nada que no cazase yo mismo. Le insté a que no lo hiciese pero la necesidad pudo a la razón y devoró la oveja envenenada que cumplió su cometido: acabar con otro lobo más.
Regresé a la soledad con el alma en carne viva de recuerdos y con la vida sin esperanza alguna.
Un día, no muy lejos del valle, tras unas alambradas, vi unos cuantos lobos correteando. La alegría que sentí fue infinita. Les grité, les llamé, les pregunté.
Pero aquellos seres estúpidos sólo reaccionaban con miedo. Durante días me iba haciendo visible e intentaba comunicarme con ellos. Hasta que por fin, el que debía ser más inteligente de la manada, se acercó al alambre y, con unos gruñidos casi incomprensibles, que más parecían lastimosos ladridos, me explicó que estaban en un sitio grande aunque cerrado. Que el hombre de vez en cuando les soltaba ciervos para que se alimentaran. Que tenían de todo siempre que no se reprodujesen demasiado, en ese caso a los que “sobraban” los cazaban, y sobre todo que no tocasen los rebaños que criaban los humanos. Vivían en una reserva que no era más que una prisión con un hueco para ver la luna.
Cuando les hablé de la libertad, cuando les conté el daño que originaba el hombre a los clanes no me entendieron o no quisieron hacerlo.
Mientras mi estómago rugía como un león ellos cazaban ciervos por placer al otro lado de la cerca. Preferí la libertad en soledad comiendo desabridas perdices.
Regresé al valle. Poco a poco fueron llegando manadas de jabalís y grupos de corzos que se escapaban del parque. La comida volvía a ser abundante. No era necesario acercarse al pueblo a pelear por agónicas ovejas de los dos o tres rebaños que pastaban entre las casas.
Aunque he de reconocer que de vez en cuando me gusta dejarme ver por alguno de los habitantes del valle, dejar mis huellas cerca del pueblo o poner nerviosos a los mastines del rebaño. Es un juego. Y la reivindicación de mis dominios. Sin manada, hasta mi muerte yo soy el único señor de este valle.
Aunque cada vez lo hago menos. Estoy tan viejo y tan cansado...
La fiesta sigue en la lobera. Las historias dejan paso a los chistes y las anécdotas que provocan la hilaridad de los asistentes. La noche avanza y bajan al pueblo a continuar con la sana alegría en el bar. Las noches de verano de los reencuentros deben ser felices. Cuando la procesión de linternas deja la lobera hacia el pueblo en el valle retumba el formidable aullido de un lobo.
Un aullido que no es de amenaza, ni de rencor, ni de odio.
Sólo de despedida.
En lo alto de la lejana piedra de los Penedos Redondos el viejo último lobo de su especie clama su último aullido a la luna llena de agosto.
Hay lágrimas que empapan la cara de los asistentes a la fiesta.
La procesión baja en silencio.
En silencio baja el lobo a un aislado rincón a descansar...para siempre.
El último aullido del lobo resuena en el valle.
En la lobera luces, música, comida, gente. Los habitantes del pueblo y los que durante el año viven lejos de él, han subido hasta la antigua trampa de lobos que se ha convertido, por una noche, en escenario de reencuentro. Allí celebran una sencilla y alegre fiesta. En el lugar bien iluminado suena música de gaitas mientras los asistentes comen carne de cordero y cabrito bien asados en el horno de la panadería, acompañados de crujiente pan y bien regados con abundante vino. Tras el yantar, con los efluvios del vino danzando entre las piedras de la lobera, se animan a contar historias mil veces repetidas y siempre nuevas.
Historias de lobos.
- Pero no siempre fue así- Piensa el viejo lobo que les observa atentamente desde lo alto de la roca más alta del otro lado del valle.
No mucho tiempo atrás la arcaica lobera, hoy reclamo para turistas de tiempos globalizados que cuelgan sus fotos al instante en Internet desde el móvil última generación, era una trampa para lobos. Una trampa tan aparentemente inofensiva como efectiva. Una trampa hoy curiosa y otrora mortal.
- Sí, aquella fue mi primera gran aventura y el primer gran drama de mi vida- Recuerda el viejo lobo- Ahí mismo perdí lo que más quería y casi perezco yo mismo. Tal vez habléis de mi con la soberbia que caracteriza a los humanos y sin pensar en el drama que originasteis.
- ...y entonces Fulanito abrió la puerta creyendo que esa noche no había lobos pero había. Claro que los había. Y estaban agazapados junto a la puerta de tal manera que cuando abrió salieron cagando leches y llevándolo encima un buen trecho. Cuando por fin cayó de uno de ellos la vio como se le llevaba la gorra que ya no apareció más y...
- Era la primera vez que salía a cazar con madre. Padre la había avisado que no se acercase al corral de encima del pueblo, que no era un sitio seguro. Pero era invierno. El clan pasaba hambre. Sus mastines cada vez nos azuzaban más y la caza era quasi inexistente. Madre saltó al corral en cuanto oyó una vieja cabra. Con ella saltamos dos de los jóvenes de la manada. Al caer madre se lastimó una pata. Mientras inspeccionábamos el terreno vimos atada a un árbol una vieja y enferma cabra aterrada. Pero nada más. Sólo paredes altas que nos impedían escapar. ¿Quién querría entretenerse a matar carne podrida cuando había que salir de allí? Agotados nos acercamos a la puerta cuando al amanecer oímos llegar a alguien.
El hombre asustado pesaba y gritaba hasta que cayó en unas piedras. Madre no podía andar. Con un trapo entre mis orejas me agazapé tratando de encontrar el momento de acercarme a madre para ayudarla a regresar al clan. Entonces llegaron. Sus ojos inyectados en odio y furia destrozando a la pobre loba. El último gruñido de madre fue un claro: “¡hijo cuídate siempre del hombre!”.
Ese fue el comienzo del fin. Padre, el líder de una de las últimas manadas de lobos, se dejó morir de pena.
Mientras, las cosas cada vez se complicaban más. Los hombres dejaban de pastorear ganado. Lo criaban sí, pero en granjas que eran como fortalezas con monstruosos perros asesinos, antinaturales cancerberos de muerte.
Cada vez construían más vías de trenes y carreteras eliminando nuestros pasos naturales. Muchos de mis parientes murieron aplastados por coches y camiones cuando trataban de pasar para buscar comida o sólo beber.
Se contaban historias repugnantes de lobos asesinos, de lobos como encarnaciones del mal. Se hacían cacerías como deporte para divetimentto de ociosos humanos ricos.
Durante años tuvimos que desaparecer, que escondernos en los lejanos montes de León y de Asturias. Moviéndonos sólo de noche, agazapados entre la maleza, comiendo perdices y conejos con sarna. Tampoco encontrábamos otros clanes con los que aparearnos. Poco a poco, la Gran Manada del Valle de los Lobos se fue extinguiendo. El último Gran Clan agonizaba.
Cuando no quedó ninguno de los míos volví al valle. Hacía años que lobo alguno habitaba estas tierras. La lobera yacía derruida y llena de maleza. Pero en una piedra aún pude percibir el olor de madre...Froté mi pelaje contra la piedra dando mi última caricia y mi adiós a quién más quise.
Bajé hacia el sur, las tierras de Portugal no eran lugar para lobos con una guerra declarada a mi especie. Con los campos del sur del Duero ocurría lo mismo. Vagué desolado durante meses hasta que en la luna llena de primavera una loba blanca respondió a mis aullidos.
Como yo, era la última de su clan. Como yo llevaba meses de un lado a otro. Como yo, estaba sola.
En pleno cortejo, y con los huesos saliéndose de su bello pelaje, encontró una oveja muerta. No quise comer. Había aprendido a no fiarme de nada que no cazase yo mismo. Le insté a que no lo hiciese pero la necesidad pudo a la razón y devoró la oveja envenenada que cumplió su cometido: acabar con otro lobo más.
Regresé a la soledad con el alma en carne viva de recuerdos y con la vida sin esperanza alguna.
Un día, no muy lejos del valle, tras unas alambradas, vi unos cuantos lobos correteando. La alegría que sentí fue infinita. Les grité, les llamé, les pregunté.
Pero aquellos seres estúpidos sólo reaccionaban con miedo. Durante días me iba haciendo visible e intentaba comunicarme con ellos. Hasta que por fin, el que debía ser más inteligente de la manada, se acercó al alambre y, con unos gruñidos casi incomprensibles, que más parecían lastimosos ladridos, me explicó que estaban en un sitio grande aunque cerrado. Que el hombre de vez en cuando les soltaba ciervos para que se alimentaran. Que tenían de todo siempre que no se reprodujesen demasiado, en ese caso a los que “sobraban” los cazaban, y sobre todo que no tocasen los rebaños que criaban los humanos. Vivían en una reserva que no era más que una prisión con un hueco para ver la luna.
Cuando les hablé de la libertad, cuando les conté el daño que originaba el hombre a los clanes no me entendieron o no quisieron hacerlo.
Mientras mi estómago rugía como un león ellos cazaban ciervos por placer al otro lado de la cerca. Preferí la libertad en soledad comiendo desabridas perdices.
Regresé al valle. Poco a poco fueron llegando manadas de jabalís y grupos de corzos que se escapaban del parque. La comida volvía a ser abundante. No era necesario acercarse al pueblo a pelear por agónicas ovejas de los dos o tres rebaños que pastaban entre las casas.
Aunque he de reconocer que de vez en cuando me gusta dejarme ver por alguno de los habitantes del valle, dejar mis huellas cerca del pueblo o poner nerviosos a los mastines del rebaño. Es un juego. Y la reivindicación de mis dominios. Sin manada, hasta mi muerte yo soy el único señor de este valle.
Aunque cada vez lo hago menos. Estoy tan viejo y tan cansado...
La fiesta sigue en la lobera. Las historias dejan paso a los chistes y las anécdotas que provocan la hilaridad de los asistentes. La noche avanza y bajan al pueblo a continuar con la sana alegría en el bar. Las noches de verano de los reencuentros deben ser felices. Cuando la procesión de linternas deja la lobera hacia el pueblo en el valle retumba el formidable aullido de un lobo.
Un aullido que no es de amenaza, ni de rencor, ni de odio.
Sólo de despedida.
En lo alto de la lejana piedra de los Penedos Redondos el viejo último lobo de su especie clama su último aullido a la luna llena de agosto.
Hay lágrimas que empapan la cara de los asistentes a la fiesta.
La procesión baja en silencio.
En silencio baja el lobo a un aislado rincón a descansar...para siempre.
El último aullido del lobo resuena en el valle.
Fotografía: Lobera en la ladera de la montaña.
©- Lobogrino
06 noviembre 2010
NI TE ESPERO NI TE DEJO DE ESPERAR...
Menuda la que se está montando con esto de la visita del Papa a Santiago y a Barcelona.
No pensaba escribir nada acerca de un tema que, a decir verdad, me resulta bastante indiferente. Pero esta mañana he recibido un enlace del “Hajj”, la peregrinación musulmana a La Meca. Después he recibido, de otra persona, otro enlace. Esta vez de la manifestación del jueves en la Plaza de Sant Jaume contra la venida del Papa. En un momento alguien, leyendo un manifiesto contrario a la Iglesia Católica, hablaba de “tratar todas las creencias por igual”.
En ese momento he pensado en la locura que es el “Hajj” musulmán y en estas protestas “perroflauta” y como que no.
Cada vez estoy más cansado de la Caza de Brujas (en mayúsculas) por parte de algunos sectores progresistas y de izquierdas con los que me suelo identificar, hacia todo lo que suene a cristianismo católico. Caza de brujas intrínsecamente unida a la apertura absolutamente desquiciada e ingenua hacia “todas las creencias”, en especial hacia el peligroso Islam alimentado en manifestaciones como el desconocido “Hajj”.
Es cierto que parte de la cúpula así como movimientos integristas de Iglesia Católica son intolerantes, machistas, homófobos y se dejan utilizar por la derecha política de la que suelen ser brazos ejecutores,...
Pero no es menos cierto que en nuestras ciudades YA vemos mujeres con “burka” y jóvenes que van a las escuelas con velo. Mientras sectores de la Iglesia Católica son machistas y homófobos en sus declaraciones, el Islam apedrea a las mujeres a la mínima y ahorca a los homosexuales...o les obliga a operaciones de cambio de sexo.
Y el Islam es el futuro. Aquí. Dentro de cuatro días.
No me constan manifestaciones tan viscerales cada vez que el líder políticoreligioso de un país musulmán nos visita...
A mi la visita del Papa me es indiferente.
En tanto que ciudadano me molesta que mi ciudad esté tomada por la policía impidiéndome la movilidad. Me da rabia que anulen paradas de metro, de bicing, corten calles, anulen las señales de los teléfonos...Por otro lado me parece fantástico que haya una mayor proyección internacional de mi ciudad. Proyección que se verá reflejada en el turismo, que traerá dinero...Vamos que la crítica hacia “lo que cuesta la visita” es otra falacia que no se aguanta por ningún lado porque, seguramente, a la larga el beneficio económico para la ciudad será mayor.
En tanto que cristiano tanto me da que me da lo mismo. Hombre, dado que no soy nada “papólatra” me cabrea un poquito que para asistir a una Eucaristía haya que tener invitación. Pero del resto... si hay a quienes ver al Papa les aumenta su paupérrima superstición, que la fe, afortunadamente, es algo más profundo que ver a una persona) pues me parece fantástico que pasen frías noches otoñales guardando silla. Yo dormiré calentito en mi cama y rezaré al Dios de Jesucristo con Papa o sin él cuando deba hacerlo.
Tanto si a mi me gusta como si no este Papa es el líder espiritual de la Iglesia de la que formo parte.
Pero también, aunque no les guste a mis amigos “anti”, también es un Jefe de Estado. ¿Las cosas deberían ser de otra manera? Cierto. Pero desgraciadamente son como son y no como deberían ser.
Y lo que no entiendo ni comparto es esta crítica salvaje, descontrolada y carente de sentido. Sobre todo cuando esta crítica y esas manifestaciones no se producen cuando nos visitan otros jefes de estado, bastante más misóginos, homófobos, destrozadores de infancia, intolerantes y sobre todo peligrosos que el Papa. Jefes de Estado que también cuestan un pastón a nuestro gobierno.
Es una incoherencia ingenua y “perroflauta” de buena gente que debiera tener un pelín más de criterio.
Personalmente yo ni le espero ni le dejo de esperar. Vamos que me da igual si viene o ya se ha ido. Esta visita papal no me parece algo importante como para darle publicidad gratuita.
Aunque seguramente me acercaré a la “besada popular” de mañana con mis amigos “perroflauta” que son buena gente.
Lo de manifestarse besándose debe ser bonito.
A ver si también lo hacemos cuando vengan otros Jefes de Estado que “en dos días” no nos lo permitirán hacer...
No pensaba escribir nada acerca de un tema que, a decir verdad, me resulta bastante indiferente. Pero esta mañana he recibido un enlace del “Hajj”, la peregrinación musulmana a La Meca. Después he recibido, de otra persona, otro enlace. Esta vez de la manifestación del jueves en la Plaza de Sant Jaume contra la venida del Papa. En un momento alguien, leyendo un manifiesto contrario a la Iglesia Católica, hablaba de “tratar todas las creencias por igual”.
En ese momento he pensado en la locura que es el “Hajj” musulmán y en estas protestas “perroflauta” y como que no.
Cada vez estoy más cansado de la Caza de Brujas (en mayúsculas) por parte de algunos sectores progresistas y de izquierdas con los que me suelo identificar, hacia todo lo que suene a cristianismo católico. Caza de brujas intrínsecamente unida a la apertura absolutamente desquiciada e ingenua hacia “todas las creencias”, en especial hacia el peligroso Islam alimentado en manifestaciones como el desconocido “Hajj”.
Es cierto que parte de la cúpula así como movimientos integristas de Iglesia Católica son intolerantes, machistas, homófobos y se dejan utilizar por la derecha política de la que suelen ser brazos ejecutores,...
Pero no es menos cierto que en nuestras ciudades YA vemos mujeres con “burka” y jóvenes que van a las escuelas con velo. Mientras sectores de la Iglesia Católica son machistas y homófobos en sus declaraciones, el Islam apedrea a las mujeres a la mínima y ahorca a los homosexuales...o les obliga a operaciones de cambio de sexo.
Y el Islam es el futuro. Aquí. Dentro de cuatro días.
No me constan manifestaciones tan viscerales cada vez que el líder políticoreligioso de un país musulmán nos visita...
A mi la visita del Papa me es indiferente.
En tanto que ciudadano me molesta que mi ciudad esté tomada por la policía impidiéndome la movilidad. Me da rabia que anulen paradas de metro, de bicing, corten calles, anulen las señales de los teléfonos...Por otro lado me parece fantástico que haya una mayor proyección internacional de mi ciudad. Proyección que se verá reflejada en el turismo, que traerá dinero...Vamos que la crítica hacia “lo que cuesta la visita” es otra falacia que no se aguanta por ningún lado porque, seguramente, a la larga el beneficio económico para la ciudad será mayor.
En tanto que cristiano tanto me da que me da lo mismo. Hombre, dado que no soy nada “papólatra” me cabrea un poquito que para asistir a una Eucaristía haya que tener invitación. Pero del resto... si hay a quienes ver al Papa les aumenta su paupérrima superstición, que la fe, afortunadamente, es algo más profundo que ver a una persona) pues me parece fantástico que pasen frías noches otoñales guardando silla. Yo dormiré calentito en mi cama y rezaré al Dios de Jesucristo con Papa o sin él cuando deba hacerlo.
Tanto si a mi me gusta como si no este Papa es el líder espiritual de la Iglesia de la que formo parte.
Pero también, aunque no les guste a mis amigos “anti”, también es un Jefe de Estado. ¿Las cosas deberían ser de otra manera? Cierto. Pero desgraciadamente son como son y no como deberían ser.
Y lo que no entiendo ni comparto es esta crítica salvaje, descontrolada y carente de sentido. Sobre todo cuando esta crítica y esas manifestaciones no se producen cuando nos visitan otros jefes de estado, bastante más misóginos, homófobos, destrozadores de infancia, intolerantes y sobre todo peligrosos que el Papa. Jefes de Estado que también cuestan un pastón a nuestro gobierno.
Es una incoherencia ingenua y “perroflauta” de buena gente que debiera tener un pelín más de criterio.
Personalmente yo ni le espero ni le dejo de esperar. Vamos que me da igual si viene o ya se ha ido. Esta visita papal no me parece algo importante como para darle publicidad gratuita.
Aunque seguramente me acercaré a la “besada popular” de mañana con mis amigos “perroflauta” que son buena gente.
Lo de manifestarse besándose debe ser bonito.
A ver si también lo hacemos cuando vengan otros Jefes de Estado que “en dos días” no nos lo permitirán hacer...
20 septiembre 2010
JOSÉ ANTONIO LABORDETA. GRACIAS
Hoy es un día triste y el mundo es un poco peor.
Aunque todos moriremos algún día, no todas las muertes son iguales. Hay muertes que nos pasan desapercibidas y hay muertes que nos mueven las entrañas. Incluso hay muertes con las que uno no puede evitar alegrarse.
En el fondo, la reacción ante una muerte es la respuesta a la vida que el fallecido tuvo.
Hoy, todas las personas de bien, nos sentimos huérfanos, desdichados y vacíos.
José Antonio Labordeta era "uno de los nuestros": comprometido, vital, visceral, coherente y valiente como pocos, sencillo y claro, culto sin aparentarlo...
El mejor político que ha habido nunca en este país porque salió del pueblo y por el pueblo luchó. Sin buscar ni su fama ni su beneficio particular. Denunciando siempre a los que había que denunciar...Hay tanto bueno que decir de él que no hay espacio en el dominio de "blogger" para ello. Precisamente por eso su muerte no deja indiferente a nadie.
Las buenas personas le lloramos y los fascistas celebran su muerte. Eso también es bueno. Es un buen síntoma el odio de "ciertas alimañas" ya que habla de autenticidad, valentía y coherencia.
Me preocuparía mucho si ciertos individuos hablasen bien de mi.
Además de poner a los "políticos de oficio" en su lugar desde un discurso sencillo, contundente, claro, preciso y valiente pervivirá en nuestra retina su imagen, mochila al hombro mostrándonos nuestra tierra.
Mientras en nuestro cerebro seguirán sonando los acordes del "Canto a la libertad". El legado que, tristemente, no ha pasado de moda sino que debe seguir sonando y empujándonos a luchar contra cada situación de discriminación, opresión, violencia...
"CANTO A LA LIBERTAD
Habrá un día en que todos
Al levantar la vista
Veremos una tierra
Que ponga libertad (bis)
Hermano aquí mi mano
Será tuya mi frente
Y tu gesto de siempre
Caerá sin levantar
Huracanes de miedo
Ante la libertad
Haremos el camino
En un mismo trazado
Uniendo nuestros hombros
Para así levantar
A aquellos que cayeron
Gritando libertad
Sonarán las campanas
Desde los campanarios
Y los campos desiertos
Volverán a granar
Unas espigas altas
Dispuestas para el pan
Para un pan que en los siglos
Nunca fue repartido
Entre todos aquellos
Que hicieron lo posible
Para empujar la historia
Hacia la libertad
También será posible
Que esa hermosa mañana
Ni tú, ni yo, ni el otro
La lleguemos a ver
Pero habrá que empujarla
Para que pueda ser
Que sea como un viento
Que arranque los matojos
Surgiendo la verdad
Y limpie los caminos
De siglos de destrozos
Contra la libertad"
Gracias por su vida y por haber hecho el mundo mejor, maestro.
Aunque todos moriremos algún día, no todas las muertes son iguales. Hay muertes que nos pasan desapercibidas y hay muertes que nos mueven las entrañas. Incluso hay muertes con las que uno no puede evitar alegrarse.
En el fondo, la reacción ante una muerte es la respuesta a la vida que el fallecido tuvo.
Hoy, todas las personas de bien, nos sentimos huérfanos, desdichados y vacíos.
José Antonio Labordeta era "uno de los nuestros": comprometido, vital, visceral, coherente y valiente como pocos, sencillo y claro, culto sin aparentarlo...
El mejor político que ha habido nunca en este país porque salió del pueblo y por el pueblo luchó. Sin buscar ni su fama ni su beneficio particular. Denunciando siempre a los que había que denunciar...Hay tanto bueno que decir de él que no hay espacio en el dominio de "blogger" para ello. Precisamente por eso su muerte no deja indiferente a nadie.
Las buenas personas le lloramos y los fascistas celebran su muerte. Eso también es bueno. Es un buen síntoma el odio de "ciertas alimañas" ya que habla de autenticidad, valentía y coherencia.
Me preocuparía mucho si ciertos individuos hablasen bien de mi.
Además de poner a los "políticos de oficio" en su lugar desde un discurso sencillo, contundente, claro, preciso y valiente pervivirá en nuestra retina su imagen, mochila al hombro mostrándonos nuestra tierra.
Mientras en nuestro cerebro seguirán sonando los acordes del "Canto a la libertad". El legado que, tristemente, no ha pasado de moda sino que debe seguir sonando y empujándonos a luchar contra cada situación de discriminación, opresión, violencia...
"CANTO A LA LIBERTAD
Habrá un día en que todos
Al levantar la vista
Veremos una tierra
Que ponga libertad (bis)
Hermano aquí mi mano
Será tuya mi frente
Y tu gesto de siempre
Caerá sin levantar
Huracanes de miedo
Ante la libertad
Haremos el camino
En un mismo trazado
Uniendo nuestros hombros
Para así levantar
A aquellos que cayeron
Gritando libertad
Sonarán las campanas
Desde los campanarios
Y los campos desiertos
Volverán a granar
Unas espigas altas
Dispuestas para el pan
Para un pan que en los siglos
Nunca fue repartido
Entre todos aquellos
Que hicieron lo posible
Para empujar la historia
Hacia la libertad
También será posible
Que esa hermosa mañana
Ni tú, ni yo, ni el otro
La lleguemos a ver
Pero habrá que empujarla
Para que pueda ser
Que sea como un viento
Que arranque los matojos
Surgiendo la verdad
Y limpie los caminos
De siglos de destrozos
Contra la libertad"
Gracias por su vida y por haber hecho el mundo mejor, maestro.
15 septiembre 2010
“CUTRENATRIX” POR EL GÜELL Y ¿BARCELONA?…
Verano de hace unos años. Mi amigo José Luis, DEP, visita Barcelona. No conoce el Parque Güell y decidimos visitarlo. Pese a las hordas de turistas es un lugar que suelo disfrutar a menudo. Realizamos el recorrido “al revés”; es decir accediendo por la entrada trasera, subiendo al Vía Crucis y bajando. Desde lo alto, la vista de la ciudad a los pies resulta espectacular. La torre Akbar y la Sagrada Familia, tan distintas, parece que se tocan compenetrándose tan diferentes como lo hacen la montaña de Montjüic y el cercano mar.
Todo está lleno de decenas de turistas que “parecen turistas”. Uno está acostumbrado. Bajando hacia el interior una pareja nos llama la atención. A nosotros y hasta a las ardillas de los árboles. Renqueando en un lastimero intento de caminar entre el accidentado terreno, cubierto de piedras y raíces superficiales, una chica se va apoyando con posturas inverosímiles en cada rincón, mientras un mocetón le hace fotos con una cámara fotográfica “nivel usuario”. Con lo cual podemos deducir que no se trata de una modelo haciendo alguna campaña publicitaria. Lo “peculiar” de la escena es el atuendo de ella en aquel entorno. El atuendo y la gestualización fotográfica, claro. Viste un decorado minivestido estampado tipo oriental con un par de aberturas; las clásicas “rajas” de toda la vida, hasta más arriba del cardado pelucón rosa “fúrscia”, que diría una amiga mía. Hasta ahí, bueno. Afortunadamente cada cual viste como quiere…si quiere. No, lo llamativo de la joven, mímica excluida, eran los imposibles taconazos de aguja en medio de un parque de terreno abrupto. Taconazos de dominatrix con correas de cuero hasta la rodilla complementados con un artilugio extraño que exhibía en algunas poses con cierto aire supuestamente erótico. Digo “supuestamente”… Tal expectación consiguieron crear a su alrededor, que cuando se acercaron al mosaico de la salamandra de la entrada, el resto de turistas los dejó solos, centrándose los objetivos de las cámaras en la chica y obviando la escultura gaudiniana.
- La gente está fatal, José Luis. Es como una especie de dominatrix descontextualizada.
- ¡Que va a ser una dominatrix! “Cutrinaatrix”. Lo que es, es una “cutrinatrix”. Pero “de todo a cien”.-
Mientras las miradas se centraban en aquellos jóvenes nos acercamos al paseo porticado que hay junto a la “Sala Hipóstila”. El largo pasillo de imposibles columnas inclinadas contiene una serie de hornacinas en la pared. Hornacinas pensadas para colocar esculturas alegóricas que nunca llegaron a ocuparlas. Ni que decir tiene manadas de turistas posan en cada nicho para inmortalizar el momento en plan: “¿ves como no se puede ser más tonto?”.
A la altura de uno de estos grupos José Luis me pregunta:
- ¿Qué son esas cosas como excavadas en la pared?-
Varias miradas se dirigen a mí con cierto interés.
- Evidentemente son ponederos para gilipollas ¿no lo ves?-
Dado que las miradas pasan del interés al mosqueo decidimos hacer un apresurado mutis por el foro, no sin antes escuchar a un individuo, ante los magníficos mosaicos de cerámica rota que decoran la entrada del parque, un:
- Mira que cantidá de azulejos. ¡Joé los paletas pa poné to esto!
Aún horrorizados por el panorama global de la visita turística, con la retina saturada de la imagen de la “cutrenatrix de todo a cien” vamos a cenar a una hamburguesería pensando que tal vez la comida adictiva cargada de grasas nos devuelva a una realidad menos cruel que lo experimentado. Nos equivocamos.
En la mesa de al lado una pareja de recién casados de no más de veinticinco años se hacen arrumacos hablando de la aún reciente boda. Nada extraño. Hasta que suena el teléfono.
En ese momento, la joven decide que toda la concurrencia del local tiene que enterarse de cómo están siendo sus días de asueto, lejos de su hogar en una aldea perdida del sur peninsular, según se desprende de la conversación.
Así, José Luis y yo asistimos, muy a nuestro pesar aunque con considerable hilaridad, a la descripción de Barcelona más surrealista que puede hacerse.
- Sí tenemos el hotel al lado de la torre esta moderna que parece un… [comentario de la interlocutora]. Pero mira que eres burra. Tú que no has viajado nunca. Esta torre es un poco minimalista (*comentario nuestro entre dientes: “si eso te parece “minialgo”, guapa, es que tu marido y tú tenéis una suerte…)
Sí, estamos en el centro centro. Desde aquí sólo tardamos dos horas en llegar al medio de la ciudad pa coger los trenes y movernos. (*La eterna lucha entre “el centro” y “el medio”…”quiénes somos”, “de dónde venimos”, “del centro al medio tardas dos horas”)
Luego hemos ido al parque Wein (*sí pronunciado como Jon Vaine, sí). Pos ¿qué quieres que te diga? Es sólo un parque con pinos, asientos y esas cosas. La verdad no entendí qué hacía tanta gente sacando fotos. Debía ser por la cerámica. Es que aquí hay mucha cerámica que es como los “lacasitos”. Hasta la ponen en las fachadas de las casas. […] Por fuera, sí. Se ve que aquí debe ser moda. (*Me alegré tanto que los modernistas no se pudiesen enterar que sus obras acabarían siendo comparadas con “lacasitos”.)
Luego fuimos al “barrio viejo” que es un barrio muy viejo (*…) todo lleno de piedras (*Claro: el Casco Antiguo de Barcelona tiene las calles llenas de piedras para apedrear a los aneuronales como tú que no saben lo que están viendo).
[Comentario de la interlocutora]. Sí el hotel muy bonito, sí. Y el ascensor lo mejor (*…) es enorme, tiene un montón de luz natural y una pantalla muy muy grande donde se ve Barcelona de día y de noche. (*A ver repite conmigo: ven-ta-na. Lo que el ascensor tiene se llama “ventana”, da a la ciudad y te permite verla de día, de noche) .
Ah, y vimos la casa de Gaudí que de bonita que es tardas dos días en verla (*y si llega a ser un poco más pequeña en medio día me parece horrible).
Y también fuimos a una fuente que aquí se ve que conoce mucha gente. Es una fuente muy rara, porque cuando está sonando música por la calle, la fuente en lugar de agua echa tinta de colores (*es que hay “mucha gente” escondida debajo pintando el agua con “retuladores” de colores, mientras otra mucha gente toca música escondida por las esquinas de las calles. Y, ¡mira tú que coincidencias! lo hacen a la vez).
[Pregunta de la interlocutora]
Sí, mañana nos vamos. Vimos Barcelona en un día (*con lo cual sólo visteis la mitad de La casa de Gaudí…). Hombre está bien. Pero aparte de que es muy grande y muy liada como lo vimos todo ya no da pa más. (*exactamente como lo que en teoría debería haber dentro de tú cráneo).-
¿Qué tal? Sin palabras ¿verdad?
A partir de aquí empieza a hablar de los “souvenirs” que tiene que llevar a parientes amigos y conocidos. El marido, que había estado como ausente, tal vez tan estupefacto como nosotros, o más bien no; empieza a protestar y a repetir que a su madre hay que llevarle una cuchara que ponga “recuerdo de Barcelona”.
Nuestro interés decreció y, con las palabras en el yunque y estribo martilleando con dureza, nos marchamos de allí.
Ni que decir tiene que, aparte de los comentarios jocosos durante días, aquella noche soñé a la “cutrinatrix” con cartuchera y pistolas escalando con sus taconazos la torre Akbar, que era de miniatura, mientras Gaudí, que estaba poniendo huevos, le tiraba piedras viejas con forma de “lacasitos” bajo una lluvia de tinta de colores.
Uno se pregunta si cada vez que va a hacer turismo por algún lugar lo experimenta de una forma remotamente parecida a lo que nosotros vimos y oímos.
Si alguna vez me entero que la respuesta es afirmativa no vuelvo a salir de casa en la vida.
Aunque me da que la ausencia de lectura tiene mucho que ver.
Fotografías: “Cutrinatrix”en el Güell .
©- Lobogrino.
Todo está lleno de decenas de turistas que “parecen turistas”. Uno está acostumbrado. Bajando hacia el interior una pareja nos llama la atención. A nosotros y hasta a las ardillas de los árboles. Renqueando en un lastimero intento de caminar entre el accidentado terreno, cubierto de piedras y raíces superficiales, una chica se va apoyando con posturas inverosímiles en cada rincón, mientras un mocetón le hace fotos con una cámara fotográfica “nivel usuario”. Con lo cual podemos deducir que no se trata de una modelo haciendo alguna campaña publicitaria. Lo “peculiar” de la escena es el atuendo de ella en aquel entorno. El atuendo y la gestualización fotográfica, claro. Viste un decorado minivestido estampado tipo oriental con un par de aberturas; las clásicas “rajas” de toda la vida, hasta más arriba del cardado pelucón rosa “fúrscia”, que diría una amiga mía. Hasta ahí, bueno. Afortunadamente cada cual viste como quiere…si quiere. No, lo llamativo de la joven, mímica excluida, eran los imposibles taconazos de aguja en medio de un parque de terreno abrupto. Taconazos de dominatrix con correas de cuero hasta la rodilla complementados con un artilugio extraño que exhibía en algunas poses con cierto aire supuestamente erótico. Digo “supuestamente”… Tal expectación consiguieron crear a su alrededor, que cuando se acercaron al mosaico de la salamandra de la entrada, el resto de turistas los dejó solos, centrándose los objetivos de las cámaras en la chica y obviando la escultura gaudiniana.
- La gente está fatal, José Luis. Es como una especie de dominatrix descontextualizada.
- ¡Que va a ser una dominatrix! “Cutrinaatrix”. Lo que es, es una “cutrinatrix”. Pero “de todo a cien”.-
Mientras las miradas se centraban en aquellos jóvenes nos acercamos al paseo porticado que hay junto a la “Sala Hipóstila”. El largo pasillo de imposibles columnas inclinadas contiene una serie de hornacinas en la pared. Hornacinas pensadas para colocar esculturas alegóricas que nunca llegaron a ocuparlas. Ni que decir tiene manadas de turistas posan en cada nicho para inmortalizar el momento en plan: “¿ves como no se puede ser más tonto?”.
A la altura de uno de estos grupos José Luis me pregunta:
- ¿Qué son esas cosas como excavadas en la pared?-
Varias miradas se dirigen a mí con cierto interés.
- Evidentemente son ponederos para gilipollas ¿no lo ves?-
Dado que las miradas pasan del interés al mosqueo decidimos hacer un apresurado mutis por el foro, no sin antes escuchar a un individuo, ante los magníficos mosaicos de cerámica rota que decoran la entrada del parque, un:
- Mira que cantidá de azulejos. ¡Joé los paletas pa poné to esto!
Aún horrorizados por el panorama global de la visita turística, con la retina saturada de la imagen de la “cutrenatrix de todo a cien” vamos a cenar a una hamburguesería pensando que tal vez la comida adictiva cargada de grasas nos devuelva a una realidad menos cruel que lo experimentado. Nos equivocamos.
En la mesa de al lado una pareja de recién casados de no más de veinticinco años se hacen arrumacos hablando de la aún reciente boda. Nada extraño. Hasta que suena el teléfono.
En ese momento, la joven decide que toda la concurrencia del local tiene que enterarse de cómo están siendo sus días de asueto, lejos de su hogar en una aldea perdida del sur peninsular, según se desprende de la conversación.
Así, José Luis y yo asistimos, muy a nuestro pesar aunque con considerable hilaridad, a la descripción de Barcelona más surrealista que puede hacerse.
- Sí tenemos el hotel al lado de la torre esta moderna que parece un… [comentario de la interlocutora]. Pero mira que eres burra. Tú que no has viajado nunca. Esta torre es un poco minimalista (*comentario nuestro entre dientes: “si eso te parece “minialgo”, guapa, es que tu marido y tú tenéis una suerte…)
Sí, estamos en el centro centro. Desde aquí sólo tardamos dos horas en llegar al medio de la ciudad pa coger los trenes y movernos. (*La eterna lucha entre “el centro” y “el medio”…”quiénes somos”, “de dónde venimos”, “del centro al medio tardas dos horas”)
Luego hemos ido al parque Wein (*sí pronunciado como Jon Vaine, sí). Pos ¿qué quieres que te diga? Es sólo un parque con pinos, asientos y esas cosas. La verdad no entendí qué hacía tanta gente sacando fotos. Debía ser por la cerámica. Es que aquí hay mucha cerámica que es como los “lacasitos”. Hasta la ponen en las fachadas de las casas. […] Por fuera, sí. Se ve que aquí debe ser moda. (*Me alegré tanto que los modernistas no se pudiesen enterar que sus obras acabarían siendo comparadas con “lacasitos”.)
Luego fuimos al “barrio viejo” que es un barrio muy viejo (*…) todo lleno de piedras (*Claro: el Casco Antiguo de Barcelona tiene las calles llenas de piedras para apedrear a los aneuronales como tú que no saben lo que están viendo).
[Comentario de la interlocutora]. Sí el hotel muy bonito, sí. Y el ascensor lo mejor (*…) es enorme, tiene un montón de luz natural y una pantalla muy muy grande donde se ve Barcelona de día y de noche. (*A ver repite conmigo: ven-ta-na. Lo que el ascensor tiene se llama “ventana”, da a la ciudad y te permite verla de día, de noche) .
Ah, y vimos la casa de Gaudí que de bonita que es tardas dos días en verla (*y si llega a ser un poco más pequeña en medio día me parece horrible).
Y también fuimos a una fuente que aquí se ve que conoce mucha gente. Es una fuente muy rara, porque cuando está sonando música por la calle, la fuente en lugar de agua echa tinta de colores (*es que hay “mucha gente” escondida debajo pintando el agua con “retuladores” de colores, mientras otra mucha gente toca música escondida por las esquinas de las calles. Y, ¡mira tú que coincidencias! lo hacen a la vez).
[Pregunta de la interlocutora]
Sí, mañana nos vamos. Vimos Barcelona en un día (*con lo cual sólo visteis la mitad de La casa de Gaudí…). Hombre está bien. Pero aparte de que es muy grande y muy liada como lo vimos todo ya no da pa más. (*exactamente como lo que en teoría debería haber dentro de tú cráneo).-
¿Qué tal? Sin palabras ¿verdad?
A partir de aquí empieza a hablar de los “souvenirs” que tiene que llevar a parientes amigos y conocidos. El marido, que había estado como ausente, tal vez tan estupefacto como nosotros, o más bien no; empieza a protestar y a repetir que a su madre hay que llevarle una cuchara que ponga “recuerdo de Barcelona”.
Nuestro interés decreció y, con las palabras en el yunque y estribo martilleando con dureza, nos marchamos de allí.
Ni que decir tiene que, aparte de los comentarios jocosos durante días, aquella noche soñé a la “cutrinatrix” con cartuchera y pistolas escalando con sus taconazos la torre Akbar, que era de miniatura, mientras Gaudí, que estaba poniendo huevos, le tiraba piedras viejas con forma de “lacasitos” bajo una lluvia de tinta de colores.
Uno se pregunta si cada vez que va a hacer turismo por algún lugar lo experimenta de una forma remotamente parecida a lo que nosotros vimos y oímos.
Si alguna vez me entero que la respuesta es afirmativa no vuelvo a salir de casa en la vida.
Aunque me da que la ausencia de lectura tiene mucho que ver.
Fotografías: “Cutrinatrix”en el Güell .
©- Lobogrino.
08 junio 2010
EL LOBOGRINO NO SE HA IDO...
Me acabo de dar cuenta que hace tiempo que no cuelgo nada en mi blog.
Imagino que tal vez las personas pasamos por momentos. El mío actual me lleva a trillar otros caminos diferentes de pisar las casitas virtuales de buenas personas y tener la mía dispuesta para las visitas.
Pero este Lobo Peregrino, con mucho de Estepario, tiene cuerda para rato. Y aunque (o precisamente por eso) este mundo maravilloso donde nos toca vivir a veces se torna una especie de patio de vecinonas surrealista, donde famosas de garrafón polioperadas por la jeta en un todo a cien y futbolistas aneuronales de espectaculares abdominales se convierten en líderes absolutos de opinión, este Lobo Peregrino regresará con más crónicas de sus montes; con más colores, aromas y texturas de la Madre Naturaleza; con más historias de todo tipo y tal vez hasta con más ironía punzante de esa tan necesaria.
Regresaré sin haberme ido pero no hoy aunque tal vez sí mañana. O lo que es lo mismo: volveré a escribir cuando sea el "kairós" o "momento oportuno". Lo cual puede ocurrir en cualquier momento.
Os dejo unas fotos propias que os alegrarán la vista.
Irá habiendo más hasta los próximos textos.
Maravilla de la naturaleza en la terraza de casa en su máximo explendor.
Ermita románica perdida en un valle del Prepirineo. El contraste de los colores es tan brutal como el remanso de paz.
Lagartija al primer sol de la primavera junto a la puerta de la iglesia del Pueblo de los Lobos. Recuerdos. Ternura. Niñez. Ancestros. Vida auténtica...
Fotografías:
©- Lobogrino.
Imagino que tal vez las personas pasamos por momentos. El mío actual me lleva a trillar otros caminos diferentes de pisar las casitas virtuales de buenas personas y tener la mía dispuesta para las visitas.
Pero este Lobo Peregrino, con mucho de Estepario, tiene cuerda para rato. Y aunque (o precisamente por eso) este mundo maravilloso donde nos toca vivir a veces se torna una especie de patio de vecinonas surrealista, donde famosas de garrafón polioperadas por la jeta en un todo a cien y futbolistas aneuronales de espectaculares abdominales se convierten en líderes absolutos de opinión, este Lobo Peregrino regresará con más crónicas de sus montes; con más colores, aromas y texturas de la Madre Naturaleza; con más historias de todo tipo y tal vez hasta con más ironía punzante de esa tan necesaria.
Regresaré sin haberme ido pero no hoy aunque tal vez sí mañana. O lo que es lo mismo: volveré a escribir cuando sea el "kairós" o "momento oportuno". Lo cual puede ocurrir en cualquier momento.
Os dejo unas fotos propias que os alegrarán la vista.
Irá habiendo más hasta los próximos textos.
Maravilla de la naturaleza en la terraza de casa en su máximo explendor.
Ermita románica perdida en un valle del Prepirineo. El contraste de los colores es tan brutal como el remanso de paz.
Lagartija al primer sol de la primavera junto a la puerta de la iglesia del Pueblo de los Lobos. Recuerdos. Ternura. Niñez. Ancestros. Vida auténtica...
Fotografías:
©- Lobogrino.
24 febrero 2010
¿SE PUEDE SER MÁS CUTRE?..
El Valle de los Lobos como su nombre indica es un valle. En caso contrario sería conocido por “la llanura, la estepa, el secarral...” o lo que fuera que fuese...de los Lobos.
La Aldea de los Lobos se encuentra en el centro del valle. Es un pequeño enclave urbano cercano a dos ríos, circundado de amplios bosques de robles, castaños, fresnos, matorrales y arbustos de todo tipo y centenares de especies vegetales.
Manan dentro de la aldea casi una docena de fuentes de aguas puras, cristalinas.
Con las lluvias otoñales, las nieves invernales y el deshielo primaveral todo el valle se convierte en un vergel.
En esa maravilla de lugar, regalo de Dios y de la Madre Tierra donde una semilla agostada cae al suelo y se convierte en una frondosa planta...¡va un aspirante a nuevo rico aneuronal y la caga!
Porque, vamos a ver, ¿es remotamente “lógico” en ese entorno llenar el hueco que deja la escalera exterior, de arena de obra para plantar...¡¡¡unas flores de plástico y tela tipo cementerio!!!??. Eso sí, protegiéndolas con una “bonita” valla Ikea que le da el toque de distinción "ferreroroché" que caracteriza al perpetrador de tal disparate?
Parto del hecho que en su casa tiene la bailarina de faralaes junto al torito y el plato de Mallorca encima de la tele, o ahora que son finas y no sirven de repisa, sobre cualquier espacio bien visible. Y me parece cojonudo. Nunca mis ojos van a horrorizarse al comprobarlo.
Pero...”eso”...”Eso” lo tiene en la calle. A la vista de todo el mundo. En su propiedad, pero en la calle. En plan: “soy un terrorista ecológico pero me importa un carajo, ya que nadie me va a decir nada”.
Vale. Reconozco que la alternativa es no mirar...
...o una noche, con premeditación y alevosía...ejem...nadie sabe nada...lalalalala...
Creo que ya tengo “deberes” para cuando vuelva al Valle de los Lobos.
No se trata de tener razón pero viendo la foto: ¡¡¡ES INEGABLE QUE ESTA VEZ TENGO RAZÓN!!!
Para reponernos de tan escalofriante visión dejo otra imagen, también tomada el verano pasado, de una majestuosa hiedra creciendo libre desde un tejado hasta la tierra de un huerto por el que se esparce. Precioso.
Afortunadamente la Madre Naturaleza posee más sabiduría que algunos “homínidos”.
*Fotografías: ©- Lobogrino.
La Aldea de los Lobos se encuentra en el centro del valle. Es un pequeño enclave urbano cercano a dos ríos, circundado de amplios bosques de robles, castaños, fresnos, matorrales y arbustos de todo tipo y centenares de especies vegetales.
Manan dentro de la aldea casi una docena de fuentes de aguas puras, cristalinas.
Con las lluvias otoñales, las nieves invernales y el deshielo primaveral todo el valle se convierte en un vergel.
En esa maravilla de lugar, regalo de Dios y de la Madre Tierra donde una semilla agostada cae al suelo y se convierte en una frondosa planta...¡va un aspirante a nuevo rico aneuronal y la caga!
Porque, vamos a ver, ¿es remotamente “lógico” en ese entorno llenar el hueco que deja la escalera exterior, de arena de obra para plantar...¡¡¡unas flores de plástico y tela tipo cementerio!!!??. Eso sí, protegiéndolas con una “bonita” valla Ikea que le da el toque de distinción "ferreroroché" que caracteriza al perpetrador de tal disparate?
Parto del hecho que en su casa tiene la bailarina de faralaes junto al torito y el plato de Mallorca encima de la tele, o ahora que son finas y no sirven de repisa, sobre cualquier espacio bien visible. Y me parece cojonudo. Nunca mis ojos van a horrorizarse al comprobarlo.
Pero...”eso”...”Eso” lo tiene en la calle. A la vista de todo el mundo. En su propiedad, pero en la calle. En plan: “soy un terrorista ecológico pero me importa un carajo, ya que nadie me va a decir nada”.
Vale. Reconozco que la alternativa es no mirar...
...o una noche, con premeditación y alevosía...ejem...nadie sabe nada...lalalalala...
Creo que ya tengo “deberes” para cuando vuelva al Valle de los Lobos.
No se trata de tener razón pero viendo la foto: ¡¡¡ES INEGABLE QUE ESTA VEZ TENGO RAZÓN!!!
Para reponernos de tan escalofriante visión dejo otra imagen, también tomada el verano pasado, de una majestuosa hiedra creciendo libre desde un tejado hasta la tierra de un huerto por el que se esparce. Precioso.
Afortunadamente la Madre Naturaleza posee más sabiduría que algunos “homínidos”.
*Fotografías: ©- Lobogrino.
28 enero 2010
TORMENTA EN VERANO
De nuevo el Aprendiz de Brujo volvió a sus bosques y a sus raíces. Una vez más se acercó a las ruinas milenarias, donde le esperaba una historia que cada vez le llamaba con más fuerza, a recibir su energía y a sentir la magia atávica de aquella ballesta del río.
En la aldea celebraban una fiesta de disfraces a deshora con lo cual el Aprendiz de Brujo se sabía único humano en aquel interminable tapiz de frondosos bosques de brezo, genista y helechos; de robles, castaños, serbales, abedules, fresnos...
Decidió acercarse al río a refrescarse del intenso calor estival, pasando por las cercanas tierras donde la maraña de helechos bajo los robles apenas deja ver el suelo, corzos, jabalíes y raposas viven libres y el bosque siempre inmerso en un sonoro silencio vivo de mil vidas ajenas a ruidos, contaminaciones y crisis económicas que tanto enervan cuando se pierde la perspectiva.
El cielo cada vez más oscuro presagiaba tormenta.
El primer trueno irrumpió en la quietud de la selva de helechos cuando el Aprendiz de Brujo se quitaba la ropa para sumergirse en las frías aguas del río. Lentamente guardó la ropa bajo un saliente de piedra junto a la raíz de un roble. Así, desnudo en medio del frondoso verde, se dispuso a esperar a que pasara la tormenta. Ya desde niño ese fenómeno climatológico, lejos de inquietarle, le hacía sentir bien, pequeño, vivo, receptor de un regalo inmenso del Gran Padre que le recordaba siempre cual era su lugar…y su tamaño…en La Gran Obra de Lo Creado.
Los truenos sucedían a los relámpagos cada vez con mayor frecuencia hasta que estuvieron justo encima de él. El agua refrescaba su piel y el aire puro que respiraba.
Allí, sin ropa, en medio de un frondoso bosque de robles y helechos lejos de cualquier lugar habitado, bajo un cielo plomizo de truenos, relámpagos y una densa capa de lluvia el Aprendiz de Brujo se sintió más vivo y más cargado de energía que nunca.
Pensaba en lo cómodos que somos. En el rechazo que nos producen, en nuestro actual momento, situaciones tan normales como mojarnos, sudar, cansarnos. Mojarnos durante una tormenta de verano no nos “encoje”, ni nos enferma, ni nos produce daño alguno. En cambio sí nos refresca, nos oxigena, nos da vida y nos hace sentir parte de un entorno natural por el que a menudo pasamos sin ver y sin valorar en toda su riqueza.
Lo que parecía una breve tormenta se alargó demasiado acercándose “peligrosamente” la noche.
El Aprendiz de Brujo, preocupado por la intranquilidad familiar a medida que pasaban las horas y él no regresaba, decidió “mojarse”. Sacó la ropa de su escondite, se vistió y se puso en camino. A media subida del sendero, ya empapado por completo, se paró, abrió los brazos y mirando al cielo gris que regalaba la fresca lluvia, bebió del cielo y se dejó empapar, llenar y revitalizar por el agua limpia y pura sin la cual nada puede vivir.
Y se sintió más vivo que nunca...o tan vivo como siempre que sus pies hollaban la energética y generosa naturaleza de la cual formaba parte como una pieza más y no como una especie de “ser superior” que pretende controlarla.
Llegó a la carretera. A las botas empapadas les salía el agua por la embocadura a cada paso, las gafas mojadas no permitían ver nada, camiseta y pantalón iban chorreando pero él se sentía bien. La gente de los coches que pasaban le miraba como si fuera un bicho raro. Y tal vez tenían razón.
Afortundamente.
Cuando llegó a la aldea, feliz, los habitantes que encontraba, defraudados porque la lluvia había estropeado su fiesta de disfraces veraniega, le apremiaban a que no cogiese frío quedándose con la mojadura encima.
El Aprendiz de Brujo llegó a casa.
Lentamente se quitó la ropa mojada, se secó, se cambió y continuó disfrutando de los truenos y los relámpagos finales de una tormenta de verano que poco tiempo antes, inmerso en tupidos bosques, le había empapado cuerpo y espíritu haciéndole sentir mejor que nunca.
Un regalo como pocos.
Foto: Cielo tormentoso en el Valle.
©-Lobogrino.
31 diciembre 2009
TODAS LAS HISTORIAS DEL MUNDO...
De nuevo el invierno. El Aprendiz de Brujo regresaba a la amada Tierra de los antepasados a disfrutar de los suyos unos días.
Viajaba en siempre evocador tren, aunque en los tiempos de la modernidad volase a velocidades imposibles. Viajaba saboreando por adelantado. Ansiaba llegar pronto para que todo aquello le acariciase con ternura el alma y le volviese a regalar la Paz y la Vida. Como en tantas otras ocasiones. Como siempre.
Amanecía. Mañana invernal de brumas, cenceño, intenso frío. Mañana invernal que acerca Navidad y abrazos en un tren que vuela cruzando La Meseta.
Amanecía y el Aprendiz de Brujo, mirando por la ventana de un tren, se dio cuenta, de nuevo, que a menudo se pierde la perspectiva y el mundo es, afortunadamente, mucho más que el pequeño espacio de trabajo y rutinas con las que el Ser Humano se complica la vida…O simplemente la intenta vivir.
A los pies del tren aparecían, con las primeras luces del amanecer, pueblos de casas apiñadas con chimeneas humeantes que se desvanecían raudos entre la bruma. Luces que se encendían en diminutas ventanas de pesebre. Pensó en las personas que se levantaban iniciando el día. Desayunando, vistiéndose, tal vez empezando a preparar la casa para la Navidad, o yendo al trabajo, deseando buenos días a los hijos, a la pareja, haciendo un arrumaco al gato…
Pueblos, casas, personas. Montones de personas. Cada una con una vida y con una historia. Algunas emocionantes e increíbles, otras anodinas, unas con buenos y malos, la mayoría sin personajes estrella. Pero siempre historias, montones de historias, cientos, miles de historias. También en el tren: la pareja de los tatuajes que tenía delante, la chica que no paraba de levantarse dejando ver casi la mitad del trasero, el joven que pese a la calefacción del vagón llevó la chaqueta puesta durante todo el trayecto… Todo lleno de historias que le envolvían y le llegaban deseosas de ser explicadas.
Pensó que le gustaría escribirlas todas. Y sonrió por su ingenuidad. ¿Cómo escribir todas las historias del mundo? Es una locura y sin duda algo totalmente irrealizable.
Siguió buscando con la mirada chimeneas humeantes en la lejanía de la gélida Meseta.
¡Qué va a ser irrealizable escribir todas las historias del mundo!
Abrió su mochila, buscó una libreta y un bolígrafo y casi sin dejar de observar el paisaje de la mañana invernal escribió: “Ser amado, vivir, buscar el sentido”.
Lo había logrado: había escrito Todas las Historias del Mundo.
El resto eran sólo matices, contextos y attrezzo: el celofán de originalidad y unicidad que las envolvía creaba el espejismo de que no podían ser contadas.
Satisfecho, el Aprendiz de Brujo, regresó a su contemplación del paisaje mientras volvía a imaginar los ya inminentes abrazos, miradas, besos, sonrisas, aroma a leña quemada en el hogar de la casa del valle,… Se sintió bien.
Sería una Navidad Feliz y la suya era una más de Todas las Historias del Mundo envuelta en un celofán propio que simplemente le encantaba.
Foto: Pesebre’09. Archivo Lobogrino.
©- Lobogrino
Viajaba en siempre evocador tren, aunque en los tiempos de la modernidad volase a velocidades imposibles. Viajaba saboreando por adelantado. Ansiaba llegar pronto para que todo aquello le acariciase con ternura el alma y le volviese a regalar la Paz y la Vida. Como en tantas otras ocasiones. Como siempre.
Amanecía. Mañana invernal de brumas, cenceño, intenso frío. Mañana invernal que acerca Navidad y abrazos en un tren que vuela cruzando La Meseta.
Amanecía y el Aprendiz de Brujo, mirando por la ventana de un tren, se dio cuenta, de nuevo, que a menudo se pierde la perspectiva y el mundo es, afortunadamente, mucho más que el pequeño espacio de trabajo y rutinas con las que el Ser Humano se complica la vida…O simplemente la intenta vivir.
A los pies del tren aparecían, con las primeras luces del amanecer, pueblos de casas apiñadas con chimeneas humeantes que se desvanecían raudos entre la bruma. Luces que se encendían en diminutas ventanas de pesebre. Pensó en las personas que se levantaban iniciando el día. Desayunando, vistiéndose, tal vez empezando a preparar la casa para la Navidad, o yendo al trabajo, deseando buenos días a los hijos, a la pareja, haciendo un arrumaco al gato…
Pueblos, casas, personas. Montones de personas. Cada una con una vida y con una historia. Algunas emocionantes e increíbles, otras anodinas, unas con buenos y malos, la mayoría sin personajes estrella. Pero siempre historias, montones de historias, cientos, miles de historias. También en el tren: la pareja de los tatuajes que tenía delante, la chica que no paraba de levantarse dejando ver casi la mitad del trasero, el joven que pese a la calefacción del vagón llevó la chaqueta puesta durante todo el trayecto… Todo lleno de historias que le envolvían y le llegaban deseosas de ser explicadas.
Pensó que le gustaría escribirlas todas. Y sonrió por su ingenuidad. ¿Cómo escribir todas las historias del mundo? Es una locura y sin duda algo totalmente irrealizable.
Siguió buscando con la mirada chimeneas humeantes en la lejanía de la gélida Meseta.
¡Qué va a ser irrealizable escribir todas las historias del mundo!
Abrió su mochila, buscó una libreta y un bolígrafo y casi sin dejar de observar el paisaje de la mañana invernal escribió: “Ser amado, vivir, buscar el sentido”.
Lo había logrado: había escrito Todas las Historias del Mundo.
El resto eran sólo matices, contextos y attrezzo: el celofán de originalidad y unicidad que las envolvía creaba el espejismo de que no podían ser contadas.
Satisfecho, el Aprendiz de Brujo, regresó a su contemplación del paisaje mientras volvía a imaginar los ya inminentes abrazos, miradas, besos, sonrisas, aroma a leña quemada en el hogar de la casa del valle,… Se sintió bien.
Sería una Navidad Feliz y la suya era una más de Todas las Historias del Mundo envuelta en un celofán propio que simplemente le encantaba.
Foto: Pesebre’09. Archivo Lobogrino.
©- Lobogrino
19 octubre 2009
FOBIAS RARAS
Acabo de encontrar por Internet una de esas listas absurdas que te envían montones de veces.
Esta me ha hecho gracia. Se trata de fobias raras. Me he reído un rato la verdad.
Aunque, claro, como más me he reído ha sido inventando los comentarios.
Algunas de las fobias más extrañas, de la A a la Z
Alliumfobia - Miedo al ajo- Victoria Beckam.
Allodoxafobia - Miedo a las opiniones de los demás- Franco, Aznar, Espe, Losantos...
Apeirofobia - Miedo al infinito- El hombre más pequeño del mundo.
Araquibutirofobia - Miedo a las cáscaras de cacahuetes- Esta fobia seguro que es americana. Fijo.
Autofobia - Miedo a uno mismo- El Hombre invisible.
Bogifobia - Miedo al hombre del saco- Ahora ya nadie. En mi época: los niños. Como es normal.
Cacofobia - Miedo a la gente fea- Las “Misses” por si se reflejan en un cristal y no hay para tanto.
Caliginefobia - Miedo a las mujeres guapas- ¿Pero las guapas no eran “tontas”?Ahora va a resultar que también son malas.
Catisofobia - Miedo a sentarse-Un tío con almorranas. Esta era fácil.
Cipridofobia - Miedo a las prostitutas- Las mujeres de los clientes...por si a estos les da por elegir y...
Colpofobia - Miedo a los genitales- Hombre tanto como miedo...Algunos dan risa...
Consecotaleofobia - Miedo a los palillos chinos. Ea: sólo los chinos, ni los japoneses ni nada. Los chinos.
Cromatofobia - Miedo a los colores- Se llama “daltonismo” y no es miedo. Es un lío...
Dendrofobia - Miedo a los árboles- “El bosque animado” la peli de dibujos más truculenta de la historia.
Dextrofobia - Miedo a los objetos a la derecha. Los zurdos. Pero tampoco es miedo es incomodidad.
Eisoptrofobia - Miedo a los espejos- Pos Drácula. ¿Quién si no?
Epistemofobia - Miedo al conocimiento- Esta no es rara. El 80% de la humanidad la sufre...
Escatofobia - Miedo a las heces. ¡Que va a ser miedo! Es un ascazo que te cagas.
Ecofobia - Miedo al hogar- El que fue “a buscar tabaco”...
Efebifobia - Miedo a los adolescentes- Los profesores. Lamentablemente es frecuente.
Escriptofobia - Miedo a escribir en público- Y si hablamos en catalán nuestra intimidad va a ser lo más...
Espermatofobia - Miedo al semen- Tantas adolescentes...
Estasifobia - Miedo a estar de pie- Los diputados españoles cuando entró Tejero en el Congreso...
Eurotofobia - Miedo a los genitales femeninos. Los ginecólogos de los EUA...
Fagofobia - Miedo a comer- ¡Pos no saben lo que se pierden!
Falofobia - Miedo al falo- A veces risas por el “falete”...¡Que más quisiera más de media humanidad que poder tenerle miedo!
Fronemofobia - Miedo a pensar- Esta es la fobia más común de todas. Más del 90 % de los seres humanos la padece...
Genufobia - Miedo a las rodillas- Esta es chorras, chorras que lo flipas. ¿¿¿Pero quién va a tenerle miedo a las rodillas??? ¿Un inválido por si le golpea una rodilla volante no identificada y lo tira de la silla de ruedas???
Hagiofobia - Miedo a los santos- Que se te aparezca San Chema Escrivá de Balaguer con capa y colmillos debe dar un yuyu. Incluso si se te aparece de paisano...
Helenologofobia - Miedo a los términos griegos- Los etimólogos después de 8 horas de trabajo diarias. ¡No te “joroña”!
Hexakosioihexekontahexafobia - Miedo al número 666- A mi lo que me da miedo es la palabrita...Sigo sin poder leerla.
Hobofobia - Miedo a los vagabundos- Enrique Iglesias, Borja Tyssen...
Itifalofobia - Miedo a la erección- El eyaculador precoz...
Kinesofobia - Miedo al movimiento- El péndulo, por supuesto.
Macrofobia - Miedo a las largas esperas- Más que miedo lo que son es un coñazo
Micofobia - Miedo a las setas- Los trolls, como en ellas viven los gnomos...
Mixofobia - Miedo a mezclarse con gente diferente- Los skins...de feria. Y tampoco es miedo. Se explica por la ausencia de neuronas en el interior del cráneo del interfecto.
Nostofobia - Miedo a volver a casa- El que regresa “con el tabaco”...dos años después...
Octofobia - Miedo al número ocho- Si ya lo decía yo: “es número tan liado es maaalo”.
Onirogmofobia - Miedo a los sueños húmedos- El colchón
Optofobia - Miedo a abrir los ojos- Alejandro Amenábar
Ostraconofobia - Miedo al marisco- ¿Miedo??? ¡Y un cuerno! Son feos pero están de vicio.
Panofobia - Miedo a todo “Estas chorrocientas fobias se encierran en una”.
Penterafobia - Miedo a la suegra- Cualquiera que esté casado
Sarmasofobia - Miedo a los juegos eróticos- Siempre son más ingenuos los juegos bélicos, claro.
Socerafobia - Miedo a los suegros- Los chicos jóvenes cuando la novia “ha engordado” repentinamente...
Tetrafobia - Miedo al número cuatro- La mitad de gente que tiene miedo al número ocho, por supuesto.
Uranofobia - Miedo al paraíso- Las que no tienen tetas porque no las van a dejar entrar
Quifofobia - Miedo a agacharse- Una chica con minifalda delante de una obra...
Xirofobia - Miedo a las navajas de barbero- Buñuel...Y todo el mundo. ¡Nos ha jodido!
Zeusofobia - Miedo a los seres superiores- Los seres tan bajitos tan bajitos tan bajitos que...
Las fobias más comunes
Acrofobia - Miedo a las alturas- Esa no es una fobia. Es lo normal. El ser humano no tiene alas ni vuela ni nada.
Aerofobia - Miedo a los aviones - Es que no o es posible que algo que pesa tanto vuele.
Afensofobia - Miedo a ser tocado- En algunos casos es una demostración de sensatez.
Agorafobia - Miedo a los lugares abiertos- Y los presos sufriendo. Nadie está a gusto con lo que tiene.
Aracnofobia - Miedo a las arañas- Imagínatelas de dos metros de grandes. Les tenía miedo hasta el más pintado.
Claustrofobia - Miedo a los espacios cerrados- Os recuerdo que el ser humano no es un topo que esté preparado para excavar pasillos bajo tierra. El hábitat del hombre es la superficie terrestre: ni por encima ni por debajo.
Coulrofobia - Miedo a los payasos- A mi siempre me han dado más miedo que otra cosa. Tienen algo de “maligno”. Fíjate en uno cuando puedas...
Espectrofobia - Miedo a los fantasmas- Bah, eso es un mito. A quién hay que temer es a los vivos.
Hemofobia - Miedo a la sangre- Más bien miedo a lo que representa la sangre: cuando la ves alguien (o tú) se está muriendo o sufriendo mucho.
Homofobia - Miedo a la homosexualidad- ¿Ah, que era miedo? Acabáramos. Pues que peguen el culo a la pared y dejen de joder la marrana.
Kakorrafiafobia - Miedo al fracaso- Defíneme “fracaso”. Es algo tan relativo...
Ofidiofobia - Miedo a las serpientes- Más bien miedo a que te muerdan y te envenenen. En el fondo es simple miedo a la muerte.
Tecnofobia - Miedo a la tecnología- A veces me pregunto si no es para temerla: dependemos demasiado de ella. No puede ser sano.
Es bastante completa aunque le faltan bastantes así a bote pronto me vienen a la cabeza tres:
- Miedo a las cucarachas- No tiene nada de rara. Casi todos los humanos la sufrimos.
- Miedo a las mariposas- Alguien muy cercano a mi dice que las mariposas son gusanos asquerosos camuflados.
- Miedo a las tijeras abiertas- Conocí a una señora que cuando veía unas tijeras abiertas se ponía a gritar histérica. No es broma.
Se admiten fobias que no aparezcan en el texto o comentarios sobre las que aparecen...
Esta me ha hecho gracia. Se trata de fobias raras. Me he reído un rato la verdad.
Aunque, claro, como más me he reído ha sido inventando los comentarios.
Algunas de las fobias más extrañas, de la A a la Z
Alliumfobia - Miedo al ajo- Victoria Beckam.
Allodoxafobia - Miedo a las opiniones de los demás- Franco, Aznar, Espe, Losantos...
Apeirofobia - Miedo al infinito- El hombre más pequeño del mundo.
Araquibutirofobia - Miedo a las cáscaras de cacahuetes- Esta fobia seguro que es americana. Fijo.
Autofobia - Miedo a uno mismo- El Hombre invisible.
Bogifobia - Miedo al hombre del saco- Ahora ya nadie. En mi época: los niños. Como es normal.
Cacofobia - Miedo a la gente fea- Las “Misses” por si se reflejan en un cristal y no hay para tanto.
Caliginefobia - Miedo a las mujeres guapas- ¿Pero las guapas no eran “tontas”?Ahora va a resultar que también son malas.
Catisofobia - Miedo a sentarse-Un tío con almorranas. Esta era fácil.
Cipridofobia - Miedo a las prostitutas- Las mujeres de los clientes...por si a estos les da por elegir y...
Colpofobia - Miedo a los genitales- Hombre tanto como miedo...Algunos dan risa...
Consecotaleofobia - Miedo a los palillos chinos. Ea: sólo los chinos, ni los japoneses ni nada. Los chinos.
Cromatofobia - Miedo a los colores- Se llama “daltonismo” y no es miedo. Es un lío...
Dendrofobia - Miedo a los árboles- “El bosque animado” la peli de dibujos más truculenta de la historia.
Dextrofobia - Miedo a los objetos a la derecha. Los zurdos. Pero tampoco es miedo es incomodidad.
Eisoptrofobia - Miedo a los espejos- Pos Drácula. ¿Quién si no?
Epistemofobia - Miedo al conocimiento- Esta no es rara. El 80% de la humanidad la sufre...
Escatofobia - Miedo a las heces. ¡Que va a ser miedo! Es un ascazo que te cagas.
Ecofobia - Miedo al hogar- El que fue “a buscar tabaco”...
Efebifobia - Miedo a los adolescentes- Los profesores. Lamentablemente es frecuente.
Escriptofobia - Miedo a escribir en público- Y si hablamos en catalán nuestra intimidad va a ser lo más...
Espermatofobia - Miedo al semen- Tantas adolescentes...
Estasifobia - Miedo a estar de pie- Los diputados españoles cuando entró Tejero en el Congreso...
Eurotofobia - Miedo a los genitales femeninos. Los ginecólogos de los EUA...
Fagofobia - Miedo a comer- ¡Pos no saben lo que se pierden!
Falofobia - Miedo al falo- A veces risas por el “falete”...¡Que más quisiera más de media humanidad que poder tenerle miedo!
Fronemofobia - Miedo a pensar- Esta es la fobia más común de todas. Más del 90 % de los seres humanos la padece...
Genufobia - Miedo a las rodillas- Esta es chorras, chorras que lo flipas. ¿¿¿Pero quién va a tenerle miedo a las rodillas??? ¿Un inválido por si le golpea una rodilla volante no identificada y lo tira de la silla de ruedas???
Hagiofobia - Miedo a los santos- Que se te aparezca San Chema Escrivá de Balaguer con capa y colmillos debe dar un yuyu. Incluso si se te aparece de paisano...
Helenologofobia - Miedo a los términos griegos- Los etimólogos después de 8 horas de trabajo diarias. ¡No te “joroña”!
Hexakosioihexekontahexafobia - Miedo al número 666- A mi lo que me da miedo es la palabrita...Sigo sin poder leerla.
Hobofobia - Miedo a los vagabundos- Enrique Iglesias, Borja Tyssen...
Itifalofobia - Miedo a la erección- El eyaculador precoz...
Kinesofobia - Miedo al movimiento- El péndulo, por supuesto.
Macrofobia - Miedo a las largas esperas- Más que miedo lo que son es un coñazo
Micofobia - Miedo a las setas- Los trolls, como en ellas viven los gnomos...
Mixofobia - Miedo a mezclarse con gente diferente- Los skins...de feria. Y tampoco es miedo. Se explica por la ausencia de neuronas en el interior del cráneo del interfecto.
Nostofobia - Miedo a volver a casa- El que regresa “con el tabaco”...dos años después...
Octofobia - Miedo al número ocho- Si ya lo decía yo: “es número tan liado es maaalo”.
Onirogmofobia - Miedo a los sueños húmedos- El colchón
Optofobia - Miedo a abrir los ojos- Alejandro Amenábar
Ostraconofobia - Miedo al marisco- ¿Miedo??? ¡Y un cuerno! Son feos pero están de vicio.
Panofobia - Miedo a todo “Estas chorrocientas fobias se encierran en una”.
Penterafobia - Miedo a la suegra- Cualquiera que esté casado
Sarmasofobia - Miedo a los juegos eróticos- Siempre son más ingenuos los juegos bélicos, claro.
Socerafobia - Miedo a los suegros- Los chicos jóvenes cuando la novia “ha engordado” repentinamente...
Tetrafobia - Miedo al número cuatro- La mitad de gente que tiene miedo al número ocho, por supuesto.
Uranofobia - Miedo al paraíso- Las que no tienen tetas porque no las van a dejar entrar
Quifofobia - Miedo a agacharse- Una chica con minifalda delante de una obra...
Xirofobia - Miedo a las navajas de barbero- Buñuel...Y todo el mundo. ¡Nos ha jodido!
Zeusofobia - Miedo a los seres superiores- Los seres tan bajitos tan bajitos tan bajitos que...
Las fobias más comunes
Acrofobia - Miedo a las alturas- Esa no es una fobia. Es lo normal. El ser humano no tiene alas ni vuela ni nada.
Aerofobia - Miedo a los aviones - Es que no o es posible que algo que pesa tanto vuele.
Afensofobia - Miedo a ser tocado- En algunos casos es una demostración de sensatez.
Agorafobia - Miedo a los lugares abiertos- Y los presos sufriendo. Nadie está a gusto con lo que tiene.
Aracnofobia - Miedo a las arañas- Imagínatelas de dos metros de grandes. Les tenía miedo hasta el más pintado.
Claustrofobia - Miedo a los espacios cerrados- Os recuerdo que el ser humano no es un topo que esté preparado para excavar pasillos bajo tierra. El hábitat del hombre es la superficie terrestre: ni por encima ni por debajo.
Coulrofobia - Miedo a los payasos- A mi siempre me han dado más miedo que otra cosa. Tienen algo de “maligno”. Fíjate en uno cuando puedas...
Espectrofobia - Miedo a los fantasmas- Bah, eso es un mito. A quién hay que temer es a los vivos.
Hemofobia - Miedo a la sangre- Más bien miedo a lo que representa la sangre: cuando la ves alguien (o tú) se está muriendo o sufriendo mucho.
Homofobia - Miedo a la homosexualidad- ¿Ah, que era miedo? Acabáramos. Pues que peguen el culo a la pared y dejen de joder la marrana.
Kakorrafiafobia - Miedo al fracaso- Defíneme “fracaso”. Es algo tan relativo...
Ofidiofobia - Miedo a las serpientes- Más bien miedo a que te muerdan y te envenenen. En el fondo es simple miedo a la muerte.
Tecnofobia - Miedo a la tecnología- A veces me pregunto si no es para temerla: dependemos demasiado de ella. No puede ser sano.
Es bastante completa aunque le faltan bastantes así a bote pronto me vienen a la cabeza tres:
- Miedo a las cucarachas- No tiene nada de rara. Casi todos los humanos la sufrimos.
- Miedo a las mariposas- Alguien muy cercano a mi dice que las mariposas son gusanos asquerosos camuflados.
- Miedo a las tijeras abiertas- Conocí a una señora que cuando veía unas tijeras abiertas se ponía a gritar histérica. No es broma.
Se admiten fobias que no aparezcan en el texto o comentarios sobre las que aparecen...
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