BIENVENID@

"Que los caminos se abran siempre a tu encuentro, que el viento sople siempre a tu espalda, que el sol brille templado sobre tu rostro, que la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y que, hasta que volvamos a encontrarnos...Dios te guarde en la palma de su mano". (Bendición Celta)

25 febrero 2007

LA OTRA SEÑORA

*- Dedicado con cariño a Bruja y a Pon.

Había quedado con mi amigo Jacme a la puerta de la FNAC de Plaza Cataluña. En la terraza del Zurich decenas de turistas, inmóviles como lagartos, se calentaban al radiante y molesto sol de aquella mañana de invierno veraniego.
Por Las Ramblas centenares de turistas fotografiando a los artistas, esos que ahora para poder estar ahí tienen que casi pasar una oposición. La Rambla de los Pájaros, esa que quieren hacer desaparecer, va cambiando bellos animales vivos por feos peluches de trapo. La Rambla de las Flores de momento parece que sigue como siempre; pero cualquier día una “protectora de los derechos personales del geranio” igual también consigue quitarla. Con tanto turista cutre y tanto mercadeo absurdo en serie cada vez detesto más Las Ramblas. Sólo en los últimos 10 años ha desaparecido por completo aquel lejano espíritu cargado de historias de gente auténtica en un microcosmos único. Ahora es un parque temático para turistas despistados y para carteristas avispados. De hecho media Barcelona es un parque temático para turistas. Cualquier día a los que vivimos aquí nos ponen barretina y nos colocan de figurantes por las esquinas…

Dejamos Las Ramblas por la calle Sant Pau, detrás del Liceu. Entramos en una minúscula librería. El impacto es salvaje. El libro más reciente debe tener no menos de 30 años y ser de cuarta mano. Sólo venden libros de teatro, montones de libros de teatro. Desde los clásicos hasta libros de teatro de autor de los años 70, colecciones en catalán de editoriales desaparecidas hace décadas. En el escaparate hay alguna cosa más reciente pero parece que sea de adorno. El mayor impacto es el olfativo y el táctil. Hay un intenso olor a humedad a polvo y a papel medio en descomposición. Al tocar el tercer libro, que parece que se vaya a deshacer, las manos están cubiertas de costra como las de un carbonero. Hojeo un libro nuevo sobre maquillaje en el teatro. Tiene fotos de Paco Rabal con no más de 30 años caracterizado como diversos personajes teatrales.
Pese a no haber estado nunca en aquella librería hay algo en ella que me resulta muy familiar. Como un vago recuerdo de algo…

En la calle paralela pasamos ante otra vieja librería reconvertida en tienda de globos terráqueos. Como apasionado por la geografía no puedo reprimir un grito de emoción. Los hay a centenares: pequeños, inmensos, antiguos, en relieve, suspendidos del techo, con o sin luz, de colores o de tono mate, del universo o de las depresiones marinas,…: una maravilla única. Un lugar para quedarse a vivir.

Seguimos por el corazón del Raval y cerca ya de las Atarazanas Jacme se para delante de la puerta de madera pintada de verde vieja y sucia de una planta baja. Hay un cartel poco convincente de “cuidado con el perro”. De la parte superior de la puerta pende un cordón con un aro. Al tirar de éste se oye una campana en el interior. Sale a abrir una treintañera hablando catalán con indefinido acento que bien podría ser argentino. Nos saluda y entramos. O más bien viajamos. Porque entrar allí es como transportarse en el tiempo y en el espacio. El lugar es un taller de marionetas donde también se imparten cursos sobre el tema. Desde la entrada todo tipo de títeres de cartón colgados de las paredes y el techo, cubiertos de varias capas de polvo nos dan la bienvenida.
Caminamos despacio por un pasillo en penumbra. A la izquierda una mínima cocina con un fregadero. Una chica que desayuna nos saluda. A la derecha del pasillo una mesa camilla con faldas y mantel de hule de flores, a la que está sentado un esqueleto de cartón tamaño natural y un viejo sofá de espuma con una manta arrebujada señal de que alguien ha dormido recientemente allí.
Junto a la minúscula cocina americana una escalera de mecano se interna hacia el techo de donde llegan las voces de las dos chicas y de más gente.
Todo esto enmarcado por decenas de marionetas, materiales para su confección, todo tipo de objetos viejos, una suciedad más que evidente y el penetrante olor a humedad, a cerrado, a papel viejo, a disolvente caducado, y sobre todo a antiguo, a muy antiguo.
El pasillo acaba en tres peldaños que descienden a una gran sala cuadrangular. Está bien iluminada con luz fluorescente. Es el taller-teatro.
En la pared de enfrente y la de la izquierda una mesa corrida pegada a la pared llena de objetos y materiales es donde trabajan. Un hombre mayor pero no anciano de larga y blanca barba confecciona marionetas. Mientras habla con mi amigo curioseo. En el extremo opuesto de la sala hay un escenario de títeres. Todo él es de color negro. A su alrededor se amontonan cajas llenas de marionetas. Aquí también las hay colgadas en las paredes y el techo. En la columna central de la sala hay varios objetos y una silla. Cuando su ocupante se mueve doy un respingo. Lo cierto es que no me había fijado apenas en él y había supuesto que era otro muñeco sentado. En realidad es un abuelo más acartonado que los objetos que hay allí. Se levanta camina dos pasos y vuelve a su inmovilidad de la silla. Alucinante: si no fuese porque le he visto mover seguiría jurando que es otra marioneta.
En aquel santuario atemporal que parece no haber avanzado más allá de las comunas de los años 60 o de la “Gauche Divine” no entra el ruido ni ningún resquicio de la moderna Barcelona de la Torre Agkbar, El Forum o el “Fashion Week”.
Me fascina por completo y el intenso aroma a antiguo me transporta y me hace revivir de nuevo esa familiar situación que no acabo de recordar…

Después visitamos una tienda de juguetes antiguos donde puedes comprar cabezudos de cartón. Tiene que ser ideal tener uno en tu salón…o tener un salón lo suficientemente grande como para poder tener uno…Personalmente no lo necesito: soy más cabezota y casi más cabezudo que ellos…

Subiendo por las calles que rodean Santa María del Pí de nuevo las riadas de turistas: después del breve paréntesis regresamos a la agobiante normalidad.
Pero aún quedan sorpresas…

En la calle de los anticuarios, casi ya cerca de la Catedral entramos en una vieja librería tras bajar una rampa.
Aquello de nuevo es otro mundo, mientras los turistas pasean ruidosos y ajenos a él.
El olor a humedad, a polvo y sobre todo a libro viejo es tan brutal que hasta marea.
La librería es una gran habitación rectangular repleta de libros muy viejos colocados en las paredes laterales así como en los altillos de la entrada y el fondo. Ahí hay dos puertas que dan a la trastienda tapadas con pesadas cortinas rojas llenas de polvo.
En medio de la sala tres enormes mesas cubiertas de miles de láminas con dibujos y gravados enmarcados en cartón gris. Y libros, montones de libros viejos desordenados.
Entre las mesas, clasificando las láminas está el librero: un individuo atemporal. Levanta poco más de un metro y medio del suelo, viste con un viejo y sucio jersey azul pasado de moda hace más de 40 años. Piel cerúlea brillante, gruesas gafas de pasta, pelo negro ralo y grasiento y gesto escudriñador.
Mi amigo pregunta por un libro. El hombre saca una escalera metálica de algún lugar y alcanza el libro. El olor a libros viejos y a humedad es tan profundo que llega a emborrachar como si fuese una droga.
Jacme pregunta el precio mientras, embriagado, me pierdo entre centenares de dibujos del s.XIX de plantas, ciudades, anatomía humana…
El librero vuelve a coger la escalera que no logro saber donde esconde, abre la portezuela del escaparate que da a la calle donde manadas de turistas ignoran aquel rincón de otra época, y vuelve con unos papeles. Son hojas descoloridas de cuadernos y folios de diferentes tamaños. Aparecen garrapateados a mano, de forma caótica los títulos y precios de los libros.
Mi amigo y yo intercambiamos una mirada cómplice mientras el hombre escudriña aún más entre las hojas desastradas.

Miro hacia la trastienda y ya sé cual es el recuerdo que me perseguía toda la mañana. Aquella extraña librería es como la antesala del “Cementerio del Libros Olvidados”, aquel olor tan fuerte y penetrante su aroma y quizá el librero su guardián disfrazado. ¡Existe!.

Un desagradable graznido me devuelve a la realidad:
- Cuarenta euros.
Salimos. Sin el libro. Claro. El contraste del aire de la calle es fuerte. Como lo es saber que no a muchos metros de allí está la FNAC con sus jóvenes vendedores de impolutos chalecos verdes consultando en modernos ordenadores si les queda algún ejemplar de una novela publicada pocos años atrás.

Mi amigo me enseña la fachada originaria de la Catedral de Barcelona. Que es la fachada del lateral izquierdo, junto al Palacio del Rey. A gran altura hay una puerta tapiada y los restos cortados en la pared de la catedral de un antiguo puente-arco que comunicó en la Edad Media ambos edificios: era por donde el Rey entraba a la Catedral. Esta fachada tiene encima una torre octogonal espectacular, muy similar a las de de Santa María del Mar. Un cimborrio gótico espectacular que apenas se ve, tapado por las feas torres neobarrocas de la actual fachada principal. Los turistas pasan sin verla y sin detenerse. Nosotros admiramos embobados aquella maravilla de portada gótica.

No puedo dejar de acercarme a la Plaza de Sant Felip Neri. Nada más llegar, en el fondo de la plaza una soprano canta con inigualable voz. Es de mediana edad y lleva las largas hebras de cabellos plateados recogidas en un moño. La he visto más veces por la zona. Pero allí me hace pensar en Núria Montfort y una genial novela. En un mágico tiempo pasado que no conocí pero que esta cálida mañana de invierno he podido sentir, tocar y respirar. Sobre todo respirar.

Regresamos por el Portal del Ángel a la vida cotidiana.

Afortunadamente aún existe otra Bella Señora Barcelona cerca. Una Bella Señora que embriaga con aroma a libros viejos, títeres extraños y personajes peculiares.

Imagino una mariposa azul haciéndole un guiño...

20 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bonita semblanza!

Adoro Barcelona y leyéndote, me he imaginado que iba con vosotros por todos esos lugares.

Me ha emocionado el "paseo" por el Raval. No sé por qué, pero siempre que paso por ahí, imagino que voy a cruzarme en cualquier momento con mi admirado y llorado Manolo (Vázquez Montalbán).

Cind dijo...

Gracias por mostrar una Barcelona que pasa desapercibida para el ojo de un turista perdido como yo. Qué afortunado, has encontrado el cementerio de libros olvidados. Yo creo que muda de ciudad según la estación del año, yo ando buscándolo por la mía. Abrazo.

Anónimo dijo...

Buenooooo!
Me declaro enamorada de esa otra Barcelona. Esa de las callejuelas y de los rincones, esa que siempre te ofrece algo que estaba ahí pero nunca habías visto.

También coincido contigo en mi fascinación por la novela de Ruiz Zafón a la que haces mención, me cautivó desde la primera página y es que creo que para los barceloneses tien un valor añadido y no es otro que la capacidad para visualizar todos los escenarios descritos...

Con respecto a lo de pillarnos como figurantes.... Deberemos andar con ojo , pues de ser así, en lugar de barretina seguro nos encasquetan un sombrero mejicano de esos que son el souvenir estrella en Las Ramblas...

Besos mil.

pon dijo...

Ay, jo.......
Cómo la echo de menos. Cada día que llueve, cada cerveza negra, cada fachada terrosa me la trae.
Me has hecho recordar y emocionarme jodío.
Un besazo, muchísimas gracias por el paseo; la Bella Senyora, siempre hermosa y siempre acogedora. Ay, jooooo.....

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

El Puente-Arco ha quedado grabado tan vívido en mi memoria, que he pasado tantas veces por debajo, y sólo una vez-dos por dentro, que lo podría dibujar con las manos, y fotografiar con los ojos, si los ojos hicieran fotografías.

Hablas de mi Quinta o Sexta Barcelona, que es la más interesante, porque hay tantas: Mi primera fue en el Eixample..Sólo subía al Putxet...al Tibidabo. Era un niño con miedo, me daba miedo salir de ahí. Mis amigos catalanes tampoco me dejaban, me llevaban a sus tiendas de muebles, de tejidos, a sus inmensos pisos de la Gran Vìa de les Corts Catalanes, no lejos de la Plaza de España cuando aún había toros, o un circo, me cuesta recordar...me cuesta recordar...
En mi Segunda Barcelona ya soy libre, comienzo a caminar por Las Ramblas, cuando todavía te tropezabas con Vicente Aranda, hace al menos, como mínimo dieciocho años. Descubro el Zurich y allí ya me cita todo el mundo...Me cita Jordi, que tiene un perro de lanas...

En mi tercera Barcelona, consigo ya no perderme por Gràcia, -cosa que hasta entonces me ocurría, como me ocurre aún en algunos Barrios de Madrid- y voy de la Plaça del Diamant, Plaça del Sol, subo desde Torrent de l'Olla, ya sé ir a los Cines Verdi, más inaccesibles desde el metro que los de Madrid, que están casi al salir de una boca....
En mi cuarta Barcelona me hospedo en un hostal inmundo, en el que descubro a unos amiguetes actores que representan a Pirandello, que están de gira, y se me pegan porque sé pedir el desayuno en catalán a una dominicana, hostal con el reclamo de un hall de disseny un poco más arriba de la Estatua de Colón. Pierdo por primera vez el miedo a la Plaça Reial que siempre me ha dado mucho miedo con sus arabecillos de miradas aviesas, excepto por sus paellas, a veces recalentadas, a veces buenas...
En mi Quinta Barcelona me hospedo en el Born...descubro la calle Princesa, y esa tienda de magia, que es la más antigüa de España y una de las más antigüas de Europa. Ya había pasado por delante, bajando por Laietana, pero salgo al Hotel Suizo que guarda cierto sabor abandonado, y precios suizos...Salgo a la ciudad de otra forma a cómo salía antes...al Barri Gòtic de otra forma.

En mi primera Barcelona bis, -y no hablo de las intermedias-, ya alguien me había llevado a un concierto de Pì de la Serra en la Plaça del Rei...otros nombres que no me acuerdo....
Y hay miles de Barcelonas intermedias entre todas las que hablo de medias tintas...Huyo de los idiotas de Madrid cada vez que puedo, en Barcelona encuentro algunos, envueltos en sus culturetas, pero son menos en número. Siempre encuentro a alguien interesante, algo interesante que hacer. Hubo una época en que me sentí, me hicieron sentir catalán, me llamaban el Josep Maria, me hacían suyo, siempre todos querían hacerme suyo, y yo descubría, una vez más, que la mejor forma de llegar a la ciudad, era como si fuera un extraño híbrido manchego tipo Merche Mar, sin llegar ni por asomo al descaro de Ocaña y Nazario,de diez-quince años antes, pues era un chico tradicional, pero si que sentía la excitación de que mis triunfos eran parejos a los de Sara Montiel en el Paralelo, pues mis conquistas en la ciudad eran comparables, sólo que de pequeñas cosas que en Madrid se escapaban a la vista, y es que yo me sentía más libre...

Casi rozando los cuarenta, y pareciendo cada día más jóven, sin poder desvelar un mayor secreto que el de no intentar perder demasiada pureza en cada intento, esa ciudad volvía a recibirme para contarme tot sobre la seva mare.

Hubo un tiempo en el que el Metro en Diagonal o cerca, se paraba, línea verde, línea azul, y se bajaban cuatro o cinco personas del vagón para escuchar a un madrileño hablar catalán como si fuera un fenómeno del circo...Mis dotes de seducción eran igual de fenicias, de carolingias, de mediterráneas...y sólo les devolvía todo aquello que me habían dado...salvarme de mi familia de Madrid que se hundía cada vez más en sus insondables raíces castellanas, que negaban un Esplugues en mi cuarto apellido de pedigree de culebrón del Cid....

La dama boba dijo...

Ahora hace justo un año, mientras paseabmos por las ramblas, yo vestido de presentadora italiana de television y mi marido de perro de peluche, nos robaron el movil. Yo que presumo en mi trabajo, trabajo en el metro, de ver a los carteristas a la legua,me deje robar como un simple turista.

Anónimo dijo...

Recuerdo que, hace un cuarto de siglo, la primera vez que aterricé en Barcelona, l'altra meva ciutat, fui caminando solo desde Montjuïc hasta el Passeig Sant Joan, con los ojos que me traspasaban el cristal de las gafas y los oídos atentos a todo...
y no sigo porque me haría falta un blog temático, pero no puedo dejar de citar el Karma de la Plaça Reial, o el primitivo Zeleste.

pon dijo...

La mariposa azul voló desde Madrid y se quedó para siempre posada sobre los tejados de guerreros y los balcones de colores. De vez en cuando vuelve a las arcadas retorcidas de piedra tostada y se pierde por las callejuelas del barrio Gótico, y cuando llueve se deja limpiar por las gotas que escurren los arcos de Santa María de las Arenas....luego despierta, y llora de nostalgia.

Chica fina opina dijo...

Tu blog demuestra y confirma que existe otra Barcelona al margen de las Ramblas y los turistas. Cuando veo estas librerías, estos talleres, estas tiendas siempre me paro a pensar de qué vive realmente esta gente, porque está claro que lo suyo no es quererse hacer ricos, lo suyto es pasión por lo que hacen.

Anónimo dijo...

bcn es mi asignatura pendiente....

kss

Anónimo dijo...

Gracias. Descubrí Barcelona como turista (algo bueno tienen los turistas, a veces sabemos apreciar), y ahora casi puedo enseñársela a muchos catalanes que no hacen más que pasar de un lado a otro porque viven allí, igual que muchos madrileños aquí.

Dentro de poco voy a poder guiar a los turistas y a muchos catalanes por Barcelona, mi amante, mi lugar mágico, donde me encuentro conmigo y totalmente relajada, como los puedo guiar por Madrid, mi hogar, mi refugio, mi otro lugar mágico. Ya sabes lo que pienso son complementarias, no comparables.

Dentro de poco volveré a estar ahí y volveré a pasear por esas calles tan llenas de emociones y vacías de gente.

Por cierto, ya se que se cruzan apuestas, pero me encanta volver a mi Madrid, no sería yo sin él.

Unknown dijo...

Magnífica tu personal"Sombra del Viento", estoy de acuerdo en tu visión de la Rambla, yo me acuerdo de una Rambla canalla, y llena de vida, la Rambla de Ocaña y Nazario, cuando el Café de la Ópera reunía la más excitante y variopinta fauna que uno se puede imaginar, cuando entrar en el Glaciar de la Plaza Real era una aventura, pero diferente a la de hoy...........Cuantos recuerdo de adolescencia, jajajajaja.

Nando dijo...

Grino... me debo una visita por esas calles mágicas... por "el cementerio de los libros olvidados..."
Espero poder hacerlo junto a ti algún día que la vida me lleve por Barna.
Salu2
Nando

Casanova dijo...

Yo,por fin ,iré a Barcelona para visitarla este fin de semana,porque de paso he estado muchas veces,y espero sentir esas sensaciones que me has hecho sentir cuando te leía.

Anónimo dijo...

Esta es mi Barcelona. Gracias

yunzapito dijo...

Jajaja, iba a decir lo mismo que el churru, que al principio pensé que hablabas del cementerio de los libros olvidados de La Sombra del Viento.

Da Vinci dijo...

Mil perfums i mil colors.
Mil cares té Barcelona.
La que en Cerdà somnià,
la que va esguerrar en Porcioles,

la que devoren les rates,
la que volen els coloms,
la que es remulla a la platja,
la que s'enfila als turons,

la que per Sant Joan es crema,
la que compta per dansar,
la que se'm gira d'esquena
i la que em dóna la mà.

Serrat lo pone en mi boca.

Un abrazo.

Reputada dijo...

uf, cómo me gustaba a mí pasear por el Barri Gotic cuando vivía en Barcelona en los 90.
Había una cerería que me encantaba, cerca de La Catedral, muy parecida a la librería que describes. También había un pequeño restaurat, bajando una escalera angosta que me enseño mi amigo/hermano Osean.
Mi época favorita era en diciembre cuando ponían el mercado de Santa Lucia, yo siempre compraba las hierbas de la suerte para que se las trajera mi mare a Mandril.
A mi otro yo Lunag, también le encanta Barcelona, no en vano allí vivía su novio Cataliano y se pasaba el año en el puente aéreo.
Pásate a vernos por lunaticas.
Un beso

The Walking City dijo...

A mi Glitterman me lleva por todos esos sitios que describes cada vez que voy de visita a BCN.

Super a favor de la influencia del francés en tu frase "a la puerta de la FNAC".

Super a favor de que alguien considere, como yo, que el sol de las mañanas de invierno es super molesto.

Anónimo dijo...

M'agrada llegir-te, ara feia dies que no ho feia perquè havia perdut el fil del teu blog. M'ha agradat molt el relat sobre aquesta altra Barcelona, vaja sobre la Barcelona de sempre, la que sobreviu a les franquicies i a les cadenes de comerços. Llàstima que no compartim la passió per "L'ombra del vent", en la meva opinió es una novel·la juvenil amb pretensions plena de personatges estrafets i rebuscats, algú va dir-me un dia "semblen personatges de La Cubana" i no puc fer més que estar-hi d'acord, el que no es gëño, es coix, i el que no marieta, ... De fet per a mi l'únic capítol interessant es quan van a visitar "el cementiri dels llibres..."
Però si que m'ha agradat i molt, el teu passaig per Barcelona amb el teu amic.