BIENVENID@

"Que los caminos se abran siempre a tu encuentro, que el viento sople siempre a tu espalda, que el sol brille templado sobre tu rostro, que la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y que, hasta que volvamos a encontrarnos...Dios te guarde en la palma de su mano". (Bendición Celta)

15 septiembre 2010

“CUTRENATRIX” POR EL GÜELL Y ¿BARCELONA?…

Verano de hace unos años. Mi amigo José Luis, DEP, visita Barcelona. No conoce el Parque Güell y decidimos visitarlo. Pese a las hordas de turistas es un lugar que suelo disfrutar a menudo. Realizamos el recorrido “al revés”; es decir accediendo por la entrada trasera, subiendo al Vía Crucis y bajando. Desde lo alto, la vista de la ciudad a los pies resulta espectacular. La torre Akbar y la Sagrada Familia, tan distintas, parece que se tocan compenetrándose tan diferentes como lo hacen la montaña de Montjüic y el cercano mar.
Todo está lleno de decenas de turistas que “parecen turistas”. Uno está acostumbrado. Bajando hacia el interior una pareja nos llama la atención. A nosotros y hasta a las ardillas de los árboles. Renqueando en un lastimero intento de caminar entre el accidentado terreno, cubierto de piedras y raíces superficiales, una chica se va apoyando con posturas inverosímiles en cada rincón, mientras un mocetón le hace fotos con una cámara fotográfica “nivel usuario”. Con lo cual podemos deducir que no se trata de una modelo haciendo alguna campaña publicitaria. Lo “peculiar” de la escena es el atuendo de ella en aquel entorno. El atuendo y la gestualización fotográfica, claro. Viste un decorado minivestido estampado tipo oriental con un par de aberturas; las clásicas “rajas” de toda la vida, hasta más arriba del cardado pelucón rosa “fúrscia”, que diría una amiga mía. Hasta ahí, bueno. Afortunadamente cada cual viste como quiere…si quiere. No, lo llamativo de la joven, mímica excluida, eran los imposibles taconazos de aguja en medio de un parque de terreno abrupto. Taconazos de dominatrix con correas de cuero hasta la rodilla complementados con un artilugio extraño que exhibía en algunas poses con cierto aire supuestamente erótico. Digo “supuestamente”… Tal expectación consiguieron crear a su alrededor, que cuando se acercaron al mosaico de la salamandra de la entrada, el resto de turistas los dejó solos, centrándose los objetivos de las cámaras en la chica y obviando la escultura gaudiniana.
- La gente está fatal, José Luis. Es como una especie de dominatrix descontextualizada.
- ¡Que va a ser una dominatrix! “Cutrinaatrix”. Lo que es, es una “cutrinatrix”. Pero “de todo a cien”.-
Mientras las miradas se centraban en aquellos jóvenes nos acercamos al paseo porticado que hay junto a la “Sala Hipóstila”. El largo pasillo de imposibles columnas inclinadas contiene una serie de hornacinas en la pared. Hornacinas pensadas para colocar esculturas alegóricas que nunca llegaron a ocuparlas. Ni que decir tiene manadas de turistas posan en cada nicho para inmortalizar el momento en plan: “¿ves como no se puede ser más tonto?”.
A la altura de uno de estos grupos José Luis me pregunta:
- ¿Qué son esas cosas como excavadas en la pared?-
Varias miradas se dirigen a mí con cierto interés.
- Evidentemente son ponederos para gilipollas ¿no lo ves?-
Dado que las miradas pasan del interés al mosqueo decidimos hacer un apresurado mutis por el foro, no sin antes escuchar a un individuo, ante los magníficos mosaicos de cerámica rota que decoran la entrada del parque, un:
- Mira que cantidá de azulejos. ¡Joé los paletas pa poné to esto!
Aún horrorizados por el panorama global de la visita turística, con la retina saturada de la imagen de la “cutrenatrix de todo a cien” vamos a cenar a una hamburguesería pensando que tal vez la comida adictiva cargada de grasas nos devuelva a una realidad menos cruel que lo experimentado. Nos equivocamos.
En la mesa de al lado una pareja de recién casados de no más de veinticinco años se hacen arrumacos hablando de la aún reciente boda. Nada extraño. Hasta que suena el teléfono.
En ese momento, la joven decide que toda la concurrencia del local tiene que enterarse de cómo están siendo sus días de asueto, lejos de su hogar en una aldea perdida del sur peninsular, según se desprende de la conversación.
Así, José Luis y yo asistimos, muy a nuestro pesar aunque con considerable hilaridad, a la descripción de Barcelona más surrealista que puede hacerse.

- Sí tenemos el hotel al lado de la torre esta moderna que parece un… [comentario de la interlocutora]. Pero mira que eres burra. Tú que no has viajado nunca. Esta torre es un poco minimalista (*comentario nuestro entre dientes: “si eso te parece “minialgo”, guapa, es que tu marido y tú tenéis una suerte…)
Sí, estamos en el centro centro. Desde aquí sólo tardamos dos horas en llegar al medio de la ciudad pa coger los trenes y movernos. (*La eterna lucha entre “el centro” y “el medio”…”quiénes somos”, “de dónde venimos”, “del centro al medio tardas dos horas”)
Luego hemos ido al parque Wein (*sí pronunciado como Jon Vaine, sí). Pos ¿qué quieres que te diga? Es sólo un parque con pinos, asientos y esas cosas. La verdad no entendí qué hacía tanta gente sacando fotos. Debía ser por la cerámica. Es que aquí hay mucha cerámica que es como los “lacasitos”. Hasta la ponen en las fachadas de las casas. […] Por fuera, sí. Se ve que aquí debe ser moda. (*Me alegré tanto que los modernistas no se pudiesen enterar que sus obras acabarían siendo comparadas con “lacasitos”.)
Luego fuimos al “barrio viejo” que es un barrio muy viejo (*…) todo lleno de piedras (*Claro: el Casco Antiguo de Barcelona tiene las calles llenas de piedras para apedrear a los aneuronales como tú que no saben lo que están viendo).
[Comentario de la interlocutora]. Sí el hotel muy bonito, sí. Y el ascensor lo mejor (*…) es enorme, tiene un montón de luz natural y una pantalla muy muy grande donde se ve Barcelona de día y de noche. (*A ver repite conmigo: ven-ta-na. Lo que el ascensor tiene se llama “ventana”, da a la ciudad y te permite verla de día, de noche) .
Ah, y vimos la casa de Gaudí que de bonita que es tardas dos días en verla (*y si llega a ser un poco más pequeña en medio día me parece horrible).
Y también fuimos a una fuente que aquí se ve que conoce mucha gente. Es una fuente muy rara, porque cuando está sonando música por la calle, la fuente en lugar de agua echa tinta de colores (*es que hay “mucha gente” escondida debajo pintando el agua con “retuladores” de colores, mientras otra mucha gente toca música escondida por las esquinas de las calles. Y, ¡mira tú que coincidencias! lo hacen a la vez).
[Pregunta de la interlocutora]
Sí, mañana nos vamos. Vimos Barcelona en un día (*con lo cual sólo visteis la mitad de La casa de Gaudí…). Hombre está bien. Pero aparte de que es muy grande y muy liada como lo vimos todo ya no da pa más. (*exactamente como lo que en teoría debería haber dentro de tú cráneo).-

¿Qué tal? Sin palabras ¿verdad?
A partir de aquí empieza a hablar de los “souvenirs” que tiene que llevar a parientes amigos y conocidos. El marido, que había estado como ausente, tal vez tan estupefacto como nosotros, o más bien no; empieza a protestar y a repetir que a su madre hay que llevarle una cuchara que ponga “recuerdo de Barcelona”.
Nuestro interés decreció y, con las palabras en el yunque y estribo martilleando con dureza, nos marchamos de allí.
Ni que decir tiene que, aparte de los comentarios jocosos durante días, aquella noche soñé a la “cutrinatrix” con cartuchera y pistolas escalando con sus taconazos la torre Akbar, que era de miniatura, mientras Gaudí, que estaba poniendo huevos, le tiraba piedras viejas con forma de “lacasitos” bajo una lluvia de tinta de colores.

Uno se pregunta si cada vez que va a hacer turismo por algún lugar lo experimenta de una forma remotamente parecida a lo que nosotros vimos y oímos.
Si alguna vez me entero que la respuesta es afirmativa no vuelvo a salir de casa en la vida.
Aunque me da que la ausencia de lectura tiene mucho que ver.





Fotografías: “Cutrinatrix”en el Güell .
©- Lobogrino.

1 comentario:

Mean Mr Mustard dijo...

Turismo aborregado, eso es lo que es.

Me ha gustado mucho tu post, hasta el punto de que no he podido soltar alguna carcajada que otra aquí en la oficina.

Un saludo