BIENVENID@

"Que los caminos se abran siempre a tu encuentro, que el viento sople siempre a tu espalda, que el sol brille templado sobre tu rostro, que la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y que, hasta que volvamos a encontrarnos...Dios te guarde en la palma de su mano". (Bendición Celta)

22 septiembre 2009

“SI ME CAE AUGA NO PELO ESCARALLAME TODO”

Viajar de “La Vieja Ciudad de Catedral Marina” al Valle de los Lobos en autocar es toda una experiencia en la que a veces participan montones de sentidos.
Más de doce horas de viaje nocturno tres o cuatro veces al año durante bastantes años dan para mucho.
Obviaré los habituales viajes en los que la persona que tenías al lado debía llevar décadas sin ducharse, o aquellos en los que, poco después de salir el ínclit@ “se aflojaba” los zapatos para delicia de las narices más acostumbradas al…”fromaaage” de cabrales más…¿denso?, ¿profundo?...¡¿apestoso?! (lo siento pero el queso nunca me ha gustado nada). A fin de cuentas en la actualidad los conductores vigilan que la gente no se descalce por el bien común de la micro atmósfera del habitáculo donde unos humanos “asardinados” en plan yogi pasarán bastantes horas de sus vidas.
Obviaré también los habituales ronquidos nocturnos; los intentos de “confraternizar” de tu compañer@ pese a que llevas los auriculares puestos, cuando no lees el libro miras por la ventanilla y tras dos horas de monólogo te quitas los cascos y le dices: “perdón, ¿decía algo?, es que con la música...”; a la persona “ancha” que ocupa su asiento y tres cuartas partes del tuyo con lo que “disfrutas” de una experiencia de doce horas “de recogimiento” entre el borde de ese asiento tuyo sólo teóricamente y la ventanilla; las charlas telefónicas o con el compañero…a grito pelado durante horas (y a ser posible explicando detalles escabrosos, morbosos o sórdidos de vidas ajenas); o incluso la vez que la mujer del asiento de delante tenía sonoros gases, muchos sonoros gases, montones de sonoros gases, gases sonoros como para hacer subir a la estratosfera todo el parque de globos aerostáticos del sur y del norte de Europa; no diré nada de ella, a fin de cuentas se bajó pronto (y debía sentirse ligera “que te cagas”). Acciones que por lamentablemente reiteradas ya ni nos sorprenden.
Prefiero centrarme en, digamos, “experiencias menos frecuentes”…
Hace seis o siete años una noche de viaje fue especialmente “intensa”.
En la primera parada del autocar sube una pareja de ecuatorianos o peruanos que bajan en la siguiente parada, aún en la ciudad. Bajan y se llevan con ellos el maletín de uno de los dos conductores que lo deja en un asiento donde descansa a ratos. Alguien se percata de ello, hay un forcejeo mientras llega la policía a detener a los chorizos. Se escapa un guantazo que “recoge” la mejilla de una joven pasajera que está en su asiento. Cuando llegan con una hora de retraso a la parada en la que me subo la chica, que iba detrás de mí, me lo “efplica” aún con los dedos marcados en la cara. Durante todo el viaje una abuela de apariencia frágil (estas son las que más peligro tienen) se dedica a hablar por teléfono móvil con un sordo (o tal vez la sorda fuese ella, claro). A las doce, a la una, a la una y media…hacia las tres el conductor, que debía dormir a ratos, estaba sentado con una cara de juez que ni los de la Audiencia Nacional. De nada servían los gritos desesperados de viajeros insomnes a su pesar tipo: “¡Que le quiten el teléfono a la vieja, JODER!!!” A los que la ínclita respondía con otro no excesivamente amable “Vai-che a merda. Eu fago o que me da a gana”.
Serían las tres o las cuatro cuando un camión de maderas atravesado e incendiado cortaba la autopista con la considerable parada de media hora en medio de la nada.
Hasta que poco antes de mi parada, mientras los viajeros dormían y yo me preparaba para bajar: un impacto, el autocar dando bandazos durante unos cien metros en los que creí que volcábamos, los pasajeros despertando al caer de sus asientos. Un caos. Lo normal hubiese sido un reventón. Pero aquel viaje no era muy normal precisamente. Un enorme ciervo había impactado con el cristal delantero del autocar (haciendo un agujero en el lugar del golpe y dejando el resto de la luna resquebrajada). Dado que el lugar era una Reserva Nacional de caza el asunto era complicado. Se avisa a los técnicos del SEPRONA, llegan, recogen testimonios de viajeros y de los conductores, confirman la muerte del animalito,…Mientras sucedía todo esto los conductores nos avisan (el vehículo estaba a unos 100metros del lugar del accidente) que no nos moviésemos de nuestros asientos. Pero la “abuelita” del teléfono no paraba de ir de pasillo arriba pasillo abajo, para hilaridad del pasaje, preguntando lo que iban a hacer con el ciervo y que si no lo quería nadie que se lo diesen a ella. Más de uno nos visualizamos a la anciana arrastrando una cornamenta por el pasillo y más de uno nos revolcamos por el suelo muertos de la risa. Una chica le dijo muy amablemente que se sentase a lo que recibió un: “tu vai-che a merda”. Hasta que regresó uno de los conductores llevó en volandas a la señora a su asiento mientras le soltaba: “si se vuelve a mover le juro por mi madre que la dejo en medio del páramo, que ganas y motivos no me faltan”. Poco después, y con casi tres horas de retraso, cuando llegué a mi destino la chica del guantazo me dijo: “tienes suerte, a mi aún me quedan un par de horas de viaje…”

En otra ocasión en un viaje poco antes de la Navidad se estropeó la calefacción. Los gritos de una chica a media noche de que su padre se moría nos alertaron. Al señor sólo le dio un mareo por el golpe de calor. Aquel autocar que cruzaba Castilla una noche de diciembre parecía que volviese de la playa: las chicas en sujetador, hombres sin camisa, la gente abanicándose con lo que encontraba…A la que se podía parar abrían las puertas (los autocares “modernos” no tienen ventanillas) para que entrara el fresco. Aquel “fresco” que al pasar La Ciudad del Cid en diciembre eran unos 15 grados bajo cero…Vamos que con sólo abrir la puerta pasabas de más de 40 grados positivos a menos de menos 15…Al llegar al mi parada me percaté que el zapato que iba del lado de la calefacción se había despegado. De la pierna izquierda dormida ya hacía horas que me había dado cuenta…
El pasado abril había varios autocares (numerados) a la vez, pero cada cual se metió en el que le dio la gana y ocupó la plaza (numerada) que quiso con lo cual el descontrol era considerable. Llego a mi asiento y le digo muy amablemente a la señora de unos cincuenta años (la típica “madurita megaprogre” con el pelo canoso sin teñir y vestida en plan hippy con mucha clase) que lo ocupaba que ese es mi asiento. Me ladra un “déjame en paz, vete a la mierda y búscate la vida que el mío también estaba ocupado”. Con lo cual sin perder la compostura, ni la sonrisa (cosa bastante infrecuente en mi) y clavando una mirada sardónica en la mujer grito al conductor: “Perdone señor conductor hay una anciana muy mayor en mi asiento que no me deja sentar en él”. Mientras miradas de hilaridad observan la escena “alguien” me taladra, me rebana el pescuezo y me hace vudú con una sola mirada y el conductor me dice que me ponga en el de atrás que “igual” no lo reclama nadie. Al poco rato la mujer apoya la lata de coca-cola en el bordillo de la ventana y como era de esperar esta cae y me pringa los pantalones de arriba abajo. La señora con marcado acento gallego pero fingiendo el catalán como si fuese de Palamòs de toda la vida y no supiese castellano, se deshace en disculpas a mi impertérrita cara hasta que recibe otra sonrisa con un: “tranquila no es nada. Cosas que pasan. Es normal a su edad. Pero hágame caso: un tinte y un buen estiramiento facial le irían de perlas. Podría aparentar sólo unos sesenta, bastante menos de lo que seguro tiene. Buen viaje”. Me sumerjo en el libro y la música recibiendo el asiento delantero reclinado al máximo sobre mis rodillas. Pero ya lo esperaba…

El último (hasta el momento de escribir estas líneas) tampoco ha estado mal del todo.
Una pareja llega con paquetes como para amueblar varios pazos. El conductor se enfada porque no los han facturado pese al enfado accede a subirlos al portaequipajes. A medio hacerlo suelta un: “Escarallei o dedo!” que nos hace temer a todos por el éxito del viaje.
Parece que va a ser tranquilo. Claro que los verbos “ser”, “estar” y “parecer” aunque copulativos y con complemento atributo no poseen el mismo significado y…En “La Ciudad del Segre” tienen que subir una anciana y sus dos nietos para ir a pasar unos días de vacaciones en la aldea gallega. Los padres de los niños regresan a su casa hasta que tengan las suyas y puedan ir a reunirse con la familia. Suben la abuela y la nieta pero el crío, que debe tener unos 8 o 9 años dice que no va. De nada sirven los intentos de los padres, los lamentos de la abuela (preocupada por la ropa en las maletas y por con quien va a quedar mientras los padres trabajan), las súplicas del conductor y de algunos viajeros. El chavalín ha tomado la decisión inquebrantable de hacer lo que le dé la gana. Que para eso tiene 9 años. ¡Faltaría más!. Todo el pasaje despierta para cuchichear (una acción fantástica que, dado que es deporte nacional, deberían federarlo para que algunos ganásemos oros en las Olimpiadas) la escena. Triunfa la conclusión de “si fuese mi hijo subía a su asiento y que llorase hasta que se cansara”…De haber sido así casi preferí que se quedase que los niños tienen mucho aguante…
Poco después nos vemos inmersos en el epicentro de una tormenta brutal. La chica que va a mi lado y yo muertos de miedo no acabamos de entender como el conductor puede avanzar si apenas se ve a dos palmos delante del autocar. Nubes densas y una cortina de lluvia impiden totalmente la visibilidad a medio metro. Mientras mi compañera y yo…rezamos (en serio) viene una pasajera de atrás a quejarse al conductor de que una de las claraboyas de emergencias está mal cerrada y les entran “gotitas”. El hombre, sin quitar la atención del potaje de lentejas que tiene delante, le dice muy amablemente: “Señora estoy intentando que no nos la peguemos sin poder ver la carretera. Si llueve mucho saquen los paraguas. Luego lo miro”.
Poco después de una parada se produce una discusión (a grito pelado, casi llegan a las manos) de dos señoras por que una reclinó el asiento y a la de atrás no le gustó. Al final aquello se convirtió en una especie de debate en la “mini-sociedad-independiente-ríete-de-Ikea” que es el autocar. Vamos que todos los viajeros opinamos que el asiento se puede tirar hacia atrás. Todos menos una mujer que indignada afirma: “pues yo no lo haría. Pero ahora que se joda el mundo que yo me tiro hacia atrás”. A lo que otra, en un ataque de pietismo meapilas que ni Sor Pamplinitas del Nene Jezú” grita: “Llevémonos bien y convivamos en amistad, que así el viaje será mucho más bonito”. Y claro mi desconocida compañera de viaje y yo soltamos a coro (y sin ensayo previo, ea): “Que buenos son los hermanos escolapios. Que buenos son que nos llevan de excursióooon…” y con un “Bueno, perdón, es que…” unas risas.
En ese momento el conductor (pilotaba el compañero) que estaba debajo de la claraboya mal cerrada recibe una gota de lluvia en su cabeza y suelta un: “Si me cae auga no pelo escarallame todo!”, con lo que la carcajada es general. Tal vez el “pequeño detalle” de la extrema calvicie del hombre, muy superior a la de los bombillones o las bolas de billar, tuvo algo que ver…

Casi estoy ansioso por experimentar los próximos viajes. O tal vez no…

4 comentarios:

Tobias dijo...

Me alegra que estes por aqui nuevamente. Ya vi tu visita y tambien mi enlace en tu blog. Te leo, cuenta conmigo. Abrazos. **Tobias**

Nando dijo...

No es hora de reir a caracajada limpia y menos en el convento... pero chico, te has lucido!!!
Gracias por volver a estar por aqui!!!
Aunque creo que tenemos que vernos para que mellores o teu galego!!!
Unha aperta dende o botxo!!!

Nando

ixilik dijo...

Por lo qeu veo mentiste, en el post anterior al titularlo "El viaje mas largo", por lo qeu veo, los has tenido mas largos...
Quizas la culpa es nuestra, una de las cosas que mas me sorprendió de India, es que aparentemente, a la gente no le importaba el tiempo qeu durase un viaje, lo importante era a qeu se iba a ese ditio, "Que importancia tenia llegar una hora antes o no "
Curiosamente ayer vine de madrid y al ir asubir al bus una niña gritaba enloquecida mientras guardaban la maleta , porque no queria subir. Al subir en el bus, me tocó detrás de ellas, y gritaba mas aun
Entonces empezo a quejarse el de delante de ellas. Y la niña lloraba. Y el de delante empezo a gritar"Calle a esa niña! le está tomando el pelo!"
La madre se pone nerviosa
El, Le dice " Y encima se ríe la tipa!!!"
Ya vemos qeu el tio no es muy normal...
Hasta qeu le da la feliz solución "Dale una hostia, verás como se calla!!!"
Nos vino de madre a todos, porqeu le descargamos toda la tensión que había creado. Se le llamó de todo, la que estaba a su lado se cambio de sitio y a la madre y la hija les cambiaron otros de sitio.
Yo defencdiendo a una niña gritona!!! , nunca lo hubiera jurado.
Bueno guapo que me ha gustado leerte, a ver si sigues
Un beso largo como tus viajes

Tobias dijo...

Ja ja ja. "Compañero, tu y yo hacemos patria." Lo digo por el video de Fuxan os Ventos. "Joerrr, que grata sorpresa." Con alguna cosa mas y ahora esto, hoy duermo feliz. Saludos a todos.