BIENVENID@

"Que los caminos se abran siempre a tu encuentro, que el viento sople siempre a tu espalda, que el sol brille templado sobre tu rostro, que la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y que, hasta que volvamos a encontrarnos...Dios te guarde en la palma de su mano". (Bendición Celta)

18 mayo 2007

SEMENTEIRA




Noche de jueves. Acabo de llegar de estar con unos conocidos.
No es tarde ni pronto. Nada especial. Curioseo por Internet antes de dormir.
Busco música de Milladoiro. Me gusta.
Escribo: “Fuxan os ventos”. Y aparece ella. Sólo al ver la palabra un escalofrío me recorre el espinazo del alma. La escucho.
Aquella canción...Hacía tanto tiempo...
Hace muchos años la tocaban en todas las fiestas del pueblo. Fue mi primer contacto con lo que luego llamarían: “Música Celta”.

“Sementeira”. Música gallega que alegra en las fiestas.
Pero mucho más.

“Sementeira”: mamá plantando repollos y preparando las patatas de la siembra.
“Sementeira”: papá con sus botas de goma, inmensas, regando entre los millos.
“Sementeira”: voltear la hierba con las “espalladeiras”. La mía de madera.
“Sementeira”: cargar la hierba en el carro en el Porto da Meda.
“Sementeira”: mi primera borrachera un día de julio volviendo de recoger hierba en la Veiga con sólo 5 años. Trompazo al “bajar de cabeza” del tractor. Risas de la concurrencia: “o menino está borracho”.
“Sementeira”: pisar la hierba en el pajar de la Josefa, con Kiko y Ale tirándonos desde la ventana y jugando enterrados entre la hierba.
“Sementeira” el cabezazo contra el filo de la puerta (y chichón que me duró un verano) por ir corriendo con mamá a echarle la comida a los cerdos.
“Sementeira”: As Mallas.
“Sementeira”: el ruido de la máquina que, en la era de Majar, separa el grano de la paja y el cascajo.

Mientras mis ojos están clavados en la pantalla viendo, desde estas imágenes, las imágenes reales que yo viví hace no tanto tiempo. Mientras en mi cerebro las notas de esta bella canción hacen revivir las voces de los míos y de mi infancia:
“- Papá Gregorio: ¿cómo se llama esta flor?
- Son las zapatillas del cuco y si las arrancas el cuco queda descalzo y no puede cantar”.
“- Tú quédate ahí, bonito, y si viene alguien a quitar el agua le dices que estamos regando en la Pía”.
Mientras todo eso pasa todos y cada uno de los pelos de mi cuerpo están erizados como lanzas. Tanto que hasta me hace gracia sentir los la barba así. La piel está más áspera que el papel de lija y un reguero de lagrimones baja tranquilo por mi ojo derecho.

“Sementeira”: un caluroso día de Majas bajando con Kiko y Alejandro (los tres) en el burro de la Josefa por el Concello e irnos cayendo uno a uno.
“Sementeira”: la primera vez que fui al Teixo con Papá Gregorio. Mi manita se agarraba a su dedo índice mientras me explicaba orgulloso cada cosa que nos rodeaba y me enseñaba la vieja choza de pastores que había construido él”.
“Sementeira”: el calor del verano sacando saínchos en la Pía con la boca llena del polvo de la tierra.
“Sementeira”: largas mañanas de verano con Bruja y los primos en el balcón y en la bodega de casa de la Abuelita.
“Sementeira”: ir subido en los hombros de papá sintiéndome grande y poderoso, como un gigante.
“Sementeira”: la primera vez que un cerdo enorme me pisó y casi me parte el pie.
“Sementeira”: escuchar las historias del Tío Manuel en el “soalleiro” mientras el Papá Gregorio me daba un caramelo. De aquellos que “crecían” en sus bolsillos...
“Sementeira”: jugar en el corral del Tío Santiago.
“Sementeira”: ir a ver a la Tía Matilde o a la Tía Encarnación que siempre nos daban algo y nos estampaban un beso mojado en la mejilla.
“Sementeira”: robar manzanas verdes y coger moras volviendo del río.
“Sementeira”: peleas de inseparables amigos con Meres y largas charlas “trascendentales” con Luis.
“Sementeira”: el color gris de los pajares de granito.
“Sementeira”: el color verde de la puerta de casa y la enorme llave vieja.
“Sementeira”: el rojo de los carros y el verde intenso de los rincones de faíntos (helechos) cercanos a fuentes de agua fresca.
“Sementeira”: el tacto rasposo de las hojas de los millos y el olor dulzón de sus cañas.
“Sementeira”: ortigarte las piernas y frotar luego con la aromática “hortelana” (menta silvestre) que es el único antídoto.
“Sementeria el aroma de la hierba recién segada en los prados y el caliente olor de la paja acabada de salir de las Majas.
“Sementeira”: el sudor de las vacas acarreando la hierba en los carros mientras con una rama fina les espanto las moscas de los ojos.
“Sementeira”: el eje de los carros cantando por el peso de la hierba.
“Sementeira”: el olor a mamá y a papá trabajando la tierra. Y el olor fresco y vivo a la tierra fértil que se deja trabajar por manos expertas.
“Sementeira”: aquella ingenuidad recubierta de burradas que aún tuvimos los niños de entonces. Sin teléfonos. Sin internetes. Sin globalizaciones televisivas. Sin modas. Con bocatas de chorizo, renacuajos que “disecar”, trabajos que hacer en los huertos, abuelos (de quien fuese) que diciéndote: “bonito” en una caricia te daban un caramelo y una lección de sabiduría en cada palabra.
“Sementeria”...

“Sementeira”: vivir en la tierra amando la tierra.
“Sementeira”: infancia que crece feliz respetando, escuchando y amando a los mayores.

En el vídeo hay varias fotos de niños con abuelos. La última me hace volar a Sus brazos.
Después de 25 años aún le echo tanto de menos...
Mientras el vello sigue en tensión, la piel peor que la de un pollo desplumado y el lagrimón ha mudado en torrente desbordado un escalofrío infinito recorre cada rincón del alma y me regala melancolía, felicidad y paz.

Pienso en Bruja, y en mis amigos: cada uno de ellos tiene su propia “Sementeira”. Algunas se cruzarán y robarán juntas manzanas verdes, jugarán en la bodega de la Abuelita o caerán de tres en tres de un burro.

Y pienso en lo inmensamente afortunado que soy por haber tenido la infancia que viví.
...Y por haber conocido lo que es la “Sementeira”...

14 mayo 2007

¡QUE VIENE EL LOBO!!!

Atardece. Una niña con un abrigo rojo camina deprisa por los senderos del bosque. Nerviosa mira constantemente a su alrededor. Lleva en la mano un gran paquete que agarra con gran cuidado. Llega a un claro en medio del cual hay una casa. Oteando el entorno, vigilante, golpea repetidamente la puerta. Sale a abrirle una anciana:

- ¡Abuela. Que viene el lobo!.
- ¡Entra!.¡Rápido!.
Cierran la puerta.

Atardece. Unos ciervos nerviosos corren por sendas del bosque. Al llegar a un claro golpean con sus cornamentas la puerta de una casa. Les abre una anciana:

-¡Que viene el lobo!.
-¡Rápido. Entrad!.

Unos pájaros vuelan raudos entre las ramas del tupido bosque. Llegan a un claro y picotean los cristales de la ventana de una casa. Una anciana abre.

- ¡Que viene el lobo!.
- ¡Vamos. Rápido!.

Un grupo de ardillas saltan de rama en rama del frondoso bosque de robles, castaños, fresnos y abedules. Se detienen en la casa del claro del bosque. Nerviosas. Llaman a la puerta:

- ¡Que viene el lobo!.
- ¡Sí. Venga, pasad!- Dice la anciana al abrir.

Tras las ardillas, un tejón y su familia, una manada de jabalís, dos corzos, tres raposas que transportan sobre su lomo varios escarabajos y otros insectos. Cuatro grajos, dos cigüeñas, y seis abubillas llegan volando algo más tarde. Las cigüeñas llevan en su pico un cubo lleno de agua con la familia de las truchas del arroyo y las ranas del estanque.
Todos ellos, cuando llaman a la puerta, nerviosos, dicen lo mismo:

- ¡Que viene el lobo!.

Cuando ya están todos los animales del bosque en la gran casa del claro.
Llaman a la puerta. Se oye un murmullo entre los nerviosos animales.
La abuela abre la puerta. Tras ella la niña del abrigo rojo y los animales del bosque.
Ante ellos el lobo. La abuela lleva en las manos un gran pastel de chocolate. Mira a los ojos al lobo y dice:

- ¡CUMPLEAAAAÑOOOS FEEEELIIIIZ!.

*- Autofelicitación de cumpleaños. Hoy hace.........años que nació el Lobogrino: o sea yo. Gracias mamá, papá por tanto.
**- Gracias Bruja por el regalo.

***- Recreación de una historia escuchada a un cuentacuentos vigués.

06 mayo 2007

AUTOESTIMA

Sábado. Ocho y media de la mañana. Lloviendo.
Con los ojos aún pegados y el café sin llegar al cerebro camino hacia el curro del que saldré cerca de las nueve de la noche (con una pausa de tres horas para comer, claro).
De repente viene a mi mente el título de una película de hace unos años: “Quiero ser como Beccam” (*Como estudié Filosofía y allí hablábamos de Occam me niego a utilizar las “ka” “hache” con este paisano suyo de otra época, aunque no se parezcan en nada, afortunadamente para el filósofo ajusticiado).
Ni que decir tiene que no tengo ni idea de qué iba la película (poco cine que veo no voy a malgastar tiempo y cuartos en algo que encima tenga que ver con el fútbol) pero había leído el título.
Siguiendo bajo la lluvia el título me llevó a una noticia cotilla leída pocos días atrás: “Beccam le compra a su mujer un vibrador de platino y diamantes por valor de 2 millones de dólares”.
Cabe preguntarse qué le ocurría a mi mente para, yendo al curro tras haber dormido apenas tres horas, recuerde ese tipo de noticias...¿Debo empezar a preocuparme?...

Sí, claro que, dejando a un lado el esnobismo escandaloso, friki y cutre con avaricia de gastarse trescientos y pico millones de pesetas en una majadería, el problemón de si uno de los diamantes se despega y se clava por “las profundidades”...y el hecho de que si le regala ese tipo de objeto el chaval tiene un “pequeño” problema, uno viendo las cifras que mueven estos parásitos sociales durante un instante siente cierta envidia. De disponer de ese pecunio yo no me iba a comprar un juguetito de platino y diamantes (los de goma de toda la vida de mil pelas van de fábula, si es que se necesitan, claro...) pero podría hacer tantas cosas y tan útiles con ello.
La envidia me duró hasta que me paré en el semáforo.
Pudiendo ser yo ¿para qué narices quiero ser un niñato eternamente adolescente, que vive sólo por y para las apariencias, con una vida tan de plástico como las tetas de su artificial mujer, rubio, alto, sin una gota de grasa en la cintura, un pelo en el pecho o una neurona en el cerebro?...¡Menuda grima, por Dios!. Con lo bien que estoy siendo bajito, michelinítico, cabezón e inteligente y con una vida auténtica aunque no tenga un duro.
Siempre he sido algo raro: desde mi más tierna infancia estoy “encantado de haberme conocido” y ya desde entonces como yo era, lo que yo vivía o lo que yo pensaba era lo que consideraba como “lo normal”, casi como lo “único” normal.
Nunca tuve ídolos al uso porque tenía muy claro que no eran perfectos: “les faltaba ser como yo”...
De adolescente y de joven, mi único ídolo era el Hijo de un Dios loco crucificado dos mil años atrás. Él y buenos seguidores suyos como Francisco de Asís u Óscar Romero. En la actualidad siguen siendo ídolos y pruebas quasi imposibles de superar o aspiraciones que dan sentido a muchas cosas y muchas luchas; pero ese tema no toca ahora.

Por eso no puedo ni quiero entender a los jóvenes o no tan jóvenes que “quieren ser como un futbolista cutre, o una pseudocantante de medio pelo (el otro día en la tele un treintañero se desgañitaba por tener cerca a una tal Lorena o algo así, que resultó ser una de estas de Operación Triunfo a la que debe conocer su madre pero que sale en la tele y por lo visto es famosa...).
Y me da coraje: porque si bien puede ser normal que durante algunos meses de la adolescencia el chavalín desorientado busque el referente hasta acabar de definir su propia personalidad, parece que actualmente ese espacio temporal se ha alargado durante décadas.
En ocasiones con consecuencias dañinas. Si Kate Moss es anoréxica y toxicómana seguramente habrá muchas niñas (o treintañeras desfasadas) que lo serán por parecerse a ella. Si Beccam es un gárrulo vicioso que sólo gana dinero a espuertas y se aparea con toda fémina que respire habrá muchos adolescentes-treintañeros que quieran ser como él. Por poner dos ejemplos, sólo.
Y no lograrlo (que nunca se logra) llena las consultas de los psicoanalistas de frustraciones y todo tipo de taras mentales.

Se venden imágenes irreales de belleza irreal, de fama de mentira sin talento, de juventud de silicona, de relaciones de plástico, brillantes y modernas pero de plástico. Falsas imágenes de dinero, glamour y vacío.

Se nos dice como tenemos que querer ser para ser más...más...más ¿más qué?...
Pero nadie nos dice que es fantástico ser uno mismo y “estar encantados de habernos conocido” porque, a fin de cuentas, nuestra mejor realización y nuestro mejor espejo es nuestro avanzar en la vida cada día siendo quienes somos. Nosotros mismos, vaya.

Sin duda prefiero no poder comprar un vibrador (tampoco lo necesito) de platino y diamantes por dos millones de dólares e ir a currar un sábado por la mañana que ser como otros.
Me ha tocado la lotería siendo como yo mismo (y teniendo la gente que tengo a mi alrededor, por supuesto).
“Quiero ser Lobogrino” que debería decir Beccam.
Siguiente semáforo. Sigue lloviendo. Antes de llegar necesito un café o me dormiré...